EXCLUSIVO 24

LA PESTE

El límite de la cárcel

"Convendría no apartarse de un concepto que nos define: de un lado los que cometieron delitos, del otro los que no cometieron delito", recuerda 'el Bigote' Acosta. También: "Consejo: lean a Pier Paolo Pasolini, no a Eugenio Raúl Zaffaroni. (...) Para Pasolini el delito tenía castigo. Al jurista habría, hoy mismo, que preguntárselo otra vez."

ROSARIO. Este tema que alteró el mundo en 2020, el coronavirus, puso en mitad de Argentina una cuestión que venía demorada; la peste en mi pago trajo a los presos y la libertad, el negocio de los saca presos y los socios del delito como una cuestión divisoria de buenos y malos, no tan buenos y no tan malos. No es de la peste el debate, la pandemia es otra excusa para un tema que lleva su atraso, por tanto su viejo problema. En Argentina todo está tarifado. Incluída la vida y la muerte en la cárcel. El confort carcelario en mitad de la más sórdida forma de convivencia.

“Antes de proceder a determinar el significado del término cárcel tenemos que proceder a conocer su origen etimológico. En este caso, podemos decir que se trata de una palabra de origen latino. Exactamente deriva de “carcer” y se utilizaba para denominar tanto a los espacios que tenían barrotes como a los espacios donde los gladiadores aguardaban para salir a la arena. Eso sin olvidar que también se utilizaba para denominar a los lugares subterráneos en los que se guardaban las fieras que se iban a enfrentar a los citados gladiadores. Se denomina cárcel al edificio que se utiliza para encerrar a los presos. Un preso, por otra parte, es una persona que fue privada de su libertad como condena por haber cometido un delito”.

Conviene, para vivir en el Siglo XXI, tener Wikipedia a mano. Lo básico aparece. De esto queremos escribir, de este tema según lo que somos: argentinos llegados con mochilas de vida del siglo anterior a este, el Siglo XXI.

Adentro y afuera

Convendría no apartarse de un concepto que nos define: de un lado los que cometieron delitos, del otro los que no cometieron delito.

Si usted cree / piensa / sostiene algo diferente a la división crimen / inocencia y la máxima: “culpable tiene castigo”, bueno, estimado,  lo despido de esta columna: adiós, saludos a los suyos, abandone esta lectura, le digo más, ¿para qué seguir este camino si la sociedad nos ha puesto en sitios diferentes? Usted banca a los delincuentes. Es una posición. No hay grises en este punto.

Una creencia que no se basa en estudios, sino en simples cuestiones de vida diaria. Crecí con ella infiriendo en mitad de la sociedad y acepto esta creencia: el crimen se castiga.

El crimen deviene de no cumplir los códigos, las leyes que la sociedad se ha dictado para organizarse. Está fuera de estas líneas el juego filosófico sobre las formas del castigo y la libertad y el porqué se llega al delito, al crimen. Es más, quisiera que quede fuera F. Dovstoieski, porque usaría su título de otro modo. El crimen debe tener castigo. En todo caso Dick Tracy: ”el crimen no paga”.

La desidia es crueldad

El abandono del tema por parte del Estado (de sus representantes, que deciden por nuestro voto) sumó presos y presos en cárceles que se fueron llenando (de presos) hasta quedar superpobladas y, por tanto fuera de la ley. Las cárceles están fuera de las mas elementales leyes humanas, el cuidado de la salud, el decoro, el aislamiento. Con las cárceles, el Estado está fuera de la Ley

Argentina no tiene pena de muerte pero una de las penas de muerte indirecta es la vida en la cárcel en el estado en que se encuentran

Invertir dinero en mejoras carcelarias era aceptar que había mas delincuentes y que necesitaban un sitio para vivir. El Estado no lo acepta o peor, por décadas ha pensado que el castigo es doble, se lo quita de la vida en sociedad y se lo envilece, humilla y tortura, mediante condiciones fuera de la mas elemental sociedad de humanos racionales.

El propósito de colocarlos en posición, en efecto, en “estado de jauría” se logra por la desidia de las autoridades argentinas desde los tres poderes de la democracia, es la democracia la que pone en “estado de jauría” a los criminales y de eso es difícil volver a la condición humana. La reclusión, la reclusión en solitario, el aislamiento está dentro de lo que se puede entender. Las cárceles argentinas son difíciles de entender para una sociedad racional. La desidia es crueldad. El Estado de jauría lleva a los funcionarios, desde 1983, a la fecha a vacunarse con T. Hobbes.

No se leen voces diarias, ni sostenidas, de los demócratas de café o cenáculo, indicando lo obvio. Se necesitan cárceles siglo XXI, el criminal debe estar preso y cumplir su condena. La libertad es el bien que se le quita. No la salud y el equilibrio.

Pasolini antes que Zaffaroni

Muchos de los adoradores de una igualdad entre criminales y no criminales refieren a un jurista contemporáneo: Eugenio Raúl Zaffaroni. Antes, y con una capacidad creadora diferente, Pier Paolo hablaba de lo mismo, de la sociedad y sus resultados. Encontrémonos con Pasolini (1). 

El consumismo arruinará nuestras vidas:

"Hoy, el orden social, en mi opinión, ha cambiado de forma revolucionaria en el seno del propio capitalismo. El consumismo es una forma nueva y revolucionaria de capitalismo, porque posee en su interior elementos nuevos que lo revolucionan: la producción de mercancías superfluas a una escala enorme y, por tanto, el descubrimiento de la función hedonista. El descubrimiento de la función hedonista provoca que este capitalismo nuevo, este nuevo orden social, no quiera seguir teniendo pobres, sino personas pudientes que quieran consumir, no quiere buenos ciudadanos, sino buenos consumidores". 

Los marginados sociales estaban mucho mejor antes de la llegada de la televisión y el capitalismo de consumo:

"En los arrabales romanos, que es el mundo que yo conozco, y que es es el mundo que he retratado en mis novelas de hace diez años, los jóvenes y la gente en general era mucho más feliz que ahora. No sé qué es la felicidad; pero si la felicidad es sonreír, y cantar, y crear con las palabras todos los días un chiste, un chascarrillo, una historieta, entonces eran mucho más felices", apunta en 'Vulgar lengua'.

Pocos intelectuales contemporáneos pueden presumir del impacto que alcanzó Pier Paolo Pasolini (1922-1975). Cuando murió, tras una brutal paliza y atropello, el primer ministro italiano Giulio Andreotti dijo que "se lo ha buscado (2) La libertad sexual ha sido falsificada por el capitalismo".

"Esa libertad sexual por la que yo he peleado tanto, hela aquí, la tenemos a nuestro alrededor, todos los días, es algo espantoso, porque se trata de una falsa tolerancia concedida desde arriba, concedida por ese nuevo modo de producción que quiere que el sexo sea libre porque donde hay libertad sexual hay un consumo mayor".

"Quiero comenzar de cero, hacer películas donde continúe presente el problema sexual, pero no entendido como pura libertad, porque el consumismo ha adaptado y falsificado esto, sino de una forma más problemática y dramática" (3) Las alabanzas son una forma de desactivación política Se llevan a un primer plano de mi obra solo los aspectos secundarios, como el lenguaje o la crueldad. Un modo elegante para no detenerse en cambio la cuestión social, que es para mí, en mi intención de artista, la más importante". Pasolini era un artista, Zafaroni no.

Hospitales de proximidad

Es tan sencillo… tan sencillo. Hospitales de proximidad, alas de hospitales de proximidad para los presos contagiados pone el tema en dos planos.

Médicos de Salud Pública. Infectólogos en resguardo de los de afuera (los presos… ¿dónde piensan mandarlos… a sus casas? ¿qué casas?).

Y en el segundo plano, en el después del hisopado lo correcto, en el después, guardiacárceles.

Solo los contagiados, no los que les pagaron por esta alta criminalidad del Estado liberándolos.

Consejo: lean Pasolini, no a Zaffaroni. Es una biografía y textos con mucho menos placard y más creatividad. Y un grado de libertad que se volvió universal. Para Pasolini el delito tenía castigo. Al jurista habría, hoy mismo, que preguntárselo otra vez.

También a los dirigentes que nos gobernaron y que, desde 1983, no hicieron cárceles para la gente. Los presos son eso. Hablen, hablen con Zaffaroni. Y con Cristina. Es su territorio donde el problema es mayor.

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