En 1990, Donald Trump estaba a punto de perderlo todo, con una deuda personal de 900 millones de dólares y sus casinos en caída libre. Sin embargo, una genialidad estratégica le permitió cambiar el rumbo de su vida para siempre, convirtiéndose en un ícono multimillonario de la televisión.
EL APRENDIZ
Trump y una jugada maestra: Cómo pasó de la quiebra a levantar su imagen con la TV
Aunque hoy nos parezca un multimillonario mediático, Donald Trump alguna vez conoció la quiebra. Y en los '90, recuperó su fortuna gracias a la televisión.
14 de noviembre de 2024 - 12:15
Aunque hoy nos parezca un multimillonario mediático, Donald Trump alguna vez conoció la quiebra. Y en los '90, recuperó su fortuna gracias a la televisión.
El auge de Trump: El hombre que pensaba a lo grande
La historia de Trump empezó en 1976, cuando, siendo un joven promotor inmobiliario, ideó una estrategia tan simple como revolucionaria: poner su nombre en letras doradas gigantes en los edificios. Fue así como, en 1983, empezó a construir la Torre Trump, la cual se erigió sobre Manhattan como un símbolo de su poder. En paralelo, sus inversiones en los casinos de Atlantic City completaban su fortuna. Y en 1988, compró el renombrado Hotel Plaza por 407 millones de dólares, un movimiento que parecía cimentar su éxito de forma irreversible.
Trump, en su búsqueda de expansión, vivía bajo el lema "El apalancamiento es mi amigo", un concepto que implicaba pedir prestado todo el tiempo para seguir creciendo. Así, con adquisiciones millonarias como el Taj Mahal (675 millones de dólares), el Plaza Hotel (820 millones) y el Eastern Shuttle (365 millones), su imperio inmobiliario crecía a pasos agigantados, creando una red de propiedades que parecía imparable. Pero este crecimiento desmedido también le trajo las semillas de desastre.
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A principios de los 90, todo se empezó a desmoronar, con la suba de las tasas de interés, el colapso del mercado inmobiliario y la caída de los ingresos de sus casinos, que perdían hasta 3 millones de dólares por semana. Para 1991, Trump estaba en quiebra y los bancos no podían ignorar el valor de su nombre, algo que más tarde se convertiría en su mayor activo.
Millonario, conductor de televisión y millonario otra vez
En ese momento, Trump decidió empezar a licenciar su nombre en lugar de seguir invirtiendo en inmuebles, una jugada clave sin el riesgo o los costos de la construcción. Con ese movimiento, logró producir enormes ingresos sin invertir grandes sumas de dinero en propiedades físicas. Aunque el gran giro llegó en 2004, cuando le propusieron protagonizar un programa de televisión llamado "El Aprendiz", un reality show por el que cobró $50.000 por episodio y que lo ayudó a hacerse parte de la cultura norteamericana.
La primera final del programa fue vista por más de 28 millones de personas, y Trump ganó $427.000 dólares por episodio a lo largo de las 14 temporadas. La enorme popularidad del programa disparó su marca como nunca antes se había imaginado, y el eslogan "¡Estás despedido!" se transformó en una frase icónica.
Como conductor de "El Aprendiz", Trump logró generar 213 millones de dólares en ganancias, y su nombre empezó a aparecer en más de 50 edificios de todo el mundo, en contratos de licencias y productos, como corbatas y vodka. La transformación de Trump estaba completa: ya no era otro empresario multimillonario, sino una de las figuras más conocidas del planeta.
Lo que aprendió fue una lección valiosa: no es el valor de los activos lo que crea una fortuna, sino el poder de la marca y la capacidad para contar una historia que el público quiera comprar.
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