Tamerlán, también conocido como Timur ‘El Cojo’ (1336–1405) debido a una discapacidad en su pierna derecha producto de una batalla, fue un temido conquistador turquíco, estratega y despiadado con sus enemigos, que fundó el Imperio timúrida y extendió los límites de su reino, abarcando vastas regiones de Asia Central, Irán, el Cáucaso, Mesopotamia, partes de la India, hasta la frontera del Imperio Otomano.
DESPIADADO
Tamerlán "El Cojo": Desde Anatolia a India, sus torres con cráneos enemigos
Tamerlán, más conocido como Timur "El Cojo", un despiadado Kan ilegítimo que conquistó e infundió terror desde Nueva Delhi hasta Moscú: construía torres con los cráneos de los vencidos.
De la tribu Barlas, una etnia túrquica influenciada por el islam suní y los mongoles, se consolidó como un temido conquistador por cementar vivos a pueblos arrasados, así como por erigir torres con los cráneos de los derrotados.
Sea cierto o un rumor para lograr rendición, lo cierto es que usó la violencia excesiva tanto para los musulmanes como para los cristianos.
"El líder militar era un sanguinario. En 35 años, su ejército mató a 17 millones de personas, aproximadamente el 5% de la población mundial de aquella época. En 1397, en Isfahan (Irán) como castigo a la población por una traición de unos insurgentes, decapitó a 70.000 habitantes y sus cráneos fueron mostrados en 28 torres alrededor de la ciudad. Otro ejemplo de su violencia fue en su conquista de Delhi (India). Días des después de su llegada, unos rebeldes atacaron a sus soldados y decidió castigar a la población masacrándola: mató a 100.000 personas en un solo día", señala a RTVE la periodista María Sánchez Alcolea.
Tamerlán, el último gran Kan que, a pesar de su cojera, arrasó con pueblos
Timur (1336-1405), también conocido como Tamerlán, Temür o Timur Leng, fue el fundador del Imperio timúrida que tenía su núcleo central en la actual Uzbekistán y su capital en Samarcanda. Despiadado y sangriento, forjó su carácter en su juventud, cuando empezó a emplearse como mercenario.
A sus 20 años adquirió una importante experiencia de mando como bandido. En esta época fue herido gravemente por una flecha y, como consecuencia, no podía caminar correctamente con su pierna derecha ni levantar su brazo, pero eso no lo limitó con sus habilidades para el combate.
A pesar de no ser descendiente directo de Gengis Kan ni de un jefe supremo, empezó a ser popularmente conocido por su astucia en combate y su carisma. Pronto se ganó una buena reputación como hábil luchador. En ese entonces, servía como mercenario bajo la autoridad de varios señores de la región de la actual Uzbekistán, de las tribus túrquicas mongolas.
En la década de 1360, aprovechó el caos político en el Kanato de Chagatai (una de las subdivisiones del Imperio Mongol) y se alineó con el kan Kazgan, y luego con su hijo. Sin embargo, al poco tiempo, los superó y empezó a controlar Samarcanda y Transoxiana (región al norte del río Oxus).
En 1370, a sus 34 años, se proclamó "Amir" (príncipe o señor), no "kan" porque no tenía sangre gengiskánida. Entonces, para legitimar su liderazgo y convertirse en kan, se casó con una princesa descendiente de Gengis Kan y colocó a un kan títere (Soyurgatmish) como figura decorativa, mientras él ejercía el poder.
Timur derrocó al kanato de Chagatai y conquistó Persia (Irán), destruyendo ciudades rebeldes como Isfahán, donde se dice que mató a más de 70.000 personas, unificando a las tribus túrquicas-mongólas.
También se extendió sobre Irak y Mesopotamia, donde enfrentó al Imperio Jalayírida y tomó Bagdad en 1401. Se estima que murieron más de 90.000 personas en la toma.
En las zonas del Cáucaso y Anatolia, Timur al mando de sus tropas, a caballo y desefundando su espada, derrotó a los georgianos y a otras varias potencias. En 1402 derrotó al sultán otomano Bayaceto I en la Batalla de Ankara, capturándolo y desestabilizando temporalmente al naciente Imperio Otomano.
En 1398, invadió la India y saqueó Delhi, masacrando entre 100.000 y 200.000 personas, en lo que fue uno de los episodios más sangrientos de su carrera.
El "gran último Kan" túrquico-mongól, un líder despiadado que construía torres con cráneos humanos de los enemigos vencidos, también dejó un legado cultural por haber sido un mecenas de las artes que fomentó un renacimiento cultural en Samarcanda, la capital. Contrataba a músicos y artesanos de las ciudades conquistadas, y los llevaba a la Capital, para embellecerla.
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