En una jornada que quedó en la memoria de la hinchada millonaria, River Plate protagonizó una remontada histórica ante Racing el 4 de diciembre de 1996. La expulsión de Roberto Bonano y la negativa de Ariel Ortega a abandonar la cancha fueron el inicio de una gesta que marcó el camino hacia el título.
Terco como una mula
El día que el Burrito Ortega no quiso dejar la cancha y terminó ganando
En un épico duelo, River vence a Racing con la negativa de Ortega a dejar la cancha. Francescoli y el Burrito brillaron en una victoria clave.
La decisión polémica de Ortega
River Plate se encontraba a la cabeza por 1-0 ante Racing en un encuentro crucial cuando el destino del partido tomó un giro inesperado. La expulsión del arquero Bonano generó la necesidad de realizar cambios tácticos por parte de Ramón Díaz. El DT decidió la salida de Ortega para el ingreso de Germán Burgos al arco, desatando una situación de tensión en el Monumental.
Sin embargo, Enzo Francescoli, un ícono riverplatense jugó un papel clave al convencer a Roberto Monserrat, que estaba afectado físicamente, de abandonar el campo de juego en lugar de Ortega. Esta decisión, aparentemente fortuita, resultó ser la chispa que encendió la llama de la victoria para River.
El Burrito, protagonista indiscutible
Con Ortega aún en la cancha, River demostró su fortaleza y calidad de juego. En el segundo tiempo, ‘El Burrito‘ participó activamente en una jugada magistral junto a Francescoli y Julio Cruz, culminando en un gol que extendió la ventaja a 2-0. La resistencia de Ortega se justificó plenamente, y su presencia fue fundamental en el triunfo millonario.
A pesar de la incertidumbre generada por el descuento de Racing, River supo mantener la calma. Francescoli, desde el punto penal, anotó el 4-3 que selló la victoria. La negativa inicial de Ortega a abandonar la cancha se reveló como una decisión estratégica que cambió el rumbo del partido y consolidó la posición de River en la cima del Torneo Apertura.
En aquella noche dramática, River Plate demostró su capacidad para superar adversidades y se encaminó hacia un título que, en gran medida, se forjó en ese histórico 4 de diciembre de 1996. La figura indiscutible de Ariel Ortega y la astucia de Enzo Francescoli marcaron la diferencia en un encuentro inolvidable para los fanáticos riverplatenses.