Federico G. Dall’Ongaro, profesor de la Universidad del Salvador entiende que el Mercosur es un organismo vivo que muestra de la importancia de tener peso entre las naciones que lo integran.
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Pasan los días sin grandes acuerdos pero el Mercosur sigue activo
El debate actual por la política arancelaría del MERCOSUR es interpretado como profecía de su final. Sin embargo, el bloque perdura como organismo vivo. En su opinión el licenciado Federico G. Dall’Ongaro, profesor de la Universidad del Salvador entiende que muestra un indiscutible peso propio.
El docente hace un rico aporte reflexivo e intelectual en los siguientes términos:
- Entre el vocabulario que nos ha dejado la historia política argentina encontramos el concepto de organización, desarrollado por Juan Perón y, lamentablemente, utilizado con fines políticos que nada tienen que ver con la intención original de transmitir una idea.
- La organización es una herramienta a disposición para lograr un objetivo, que puede ser
político o no. Cuando los alumnos en la escuela hacen un trabajo práctico o una familia
numerosa planea pasar las fiestas juntos, se organizan. Es simple, establecen roles y tareas, divididos según responsabilidad e idoneidad. Se arma entonces, un organismo vivo integrado por personas.
- Toda organización tiene reglas, cuatro son las fundamentales. La primera, simplicidad. Algo
complejo o intrincado resulta imposible de manejar. Si hay muchas partes involucradas,
normas confusas, jerarquías endebles, muy probablemente no se llegue al objetivo porque la concentración está puesta en solucionar problemas internos.
- La segunda, objetividad. Se trata de la correspondencia de lo creado y lo que se desea obtener, ¿Sirve un equipo de astrónomos para diseñar planes de incentivo a PYMES?; probablemente no.
- La tercera, la estabilidad. Aquí hay un delicado equilibrio, lo que se cambia todos los días no funciona y lo que no cambia perece. Finalmente, la perfectibilidad. La organización debe ser capaz de mejorar con el tiempo si es que logra adaptarse a los cambios.
- El Mercado Común del Sur, más conocido como MERCOSUR, es definitivamente una
organización. Más allá de su estructura formal, se trata de un entramado de personas que han trabajado juntas la mayor parte de su vida profesional. Son funcionarios civiles capacitados, diplomáticos, especialistas de diferentes nacionalidades con compromiso y vocación de servicio.
- Esto es lo que no se ve del MERCOSUR, la gente que hace posible que las directivas de
los mandatarios de turno se implementen. Son los ejecutores de la política exterior, que
reposan en sus vínculos cultivados en el organismo para cumplir con su labor.
- Hoy, públicamente está siendo cuestionada la utilidad del bloque regional. Algunos
intercambios verbales entre presidentes fueron interpretados, y utilizados malintencionadamente, como voluntad de ruptura.
- El núcleo de la cuestión reside en la política arancelaría y la implicancia que esto tiene para la política exterior económica de los países miembro. El MERCOSUR identifica ciertas mercancías que ingresan a estos últimos desde terceros países, y establece un valor agregado del cual debe hacerse cargo el destino de procedencia.
- De acuerdo a la mayoría de las opiniones “calificadas”, el hecho de que Uruguay y Brasil estén reclamando una flexibilización del Arancel Externo Común es una expresión de voluntad de dinamitar el acuerdo. Palabras que en algún momento pasarán a formar parte de la película de la Metro Goldwyn Meyer, “Lo que el viento se llevó”.
- Lo que Uruguay y Brasil están pidiendo es rever la política arancelaria, no poniendo en duda su participación en el MERCOSUR. Son cosas muy distintas, porque el bloque no se define únicamente por los impuestos que cobra a las mercancías. Sus áreas de trabajo son más amplias y, por algo, ha perdurado en el tiempo. Un ejemplo concreto, tiene un área poco conocida destinada a la integración y desarrollo científico-tecnológico de los países miembro.
- ¿Es una atadura para que ambos países comercien libremente con terceros? Si, por supuesto. Pero el grado de libertad solicitado varía según las administraciones y, en América del Sur, durante los últimos años han pendulado ideológicamente.
- Vamos a ver si el MERCOSUR pasa la prueba de las cuatro reglas de toda organización para evaluar su situación actual. Primero, ¿Es simple?, Si. A diferencia de la enmarañada Unión Europa, cuyos países no tienen siquiera una política monetaria independiente, en el bloque regional del sur cada miembro goza de una libertad enorme para definir su rumbo económico interno.
- Segundo, ¿Es objetivo? Por supuesto, su desarrollo institucional refleja la intención de
converger políticas sobre variados temas. Tercero, estabilidad. Lo cumple, desde los acuerdos que firmaron Raúl Alfonsín y el brasileño José Sarney en 1985, el MERCOSUR evolucionó bastante y ha abarcado cada vez más áreas de trabajo. Por último, la perfectibilidad. Acá está el problema.
- Han pasado 30 años desde su creación, pero la poca capacidad de adaptación a las complejas formas que han tomado las economías nacionales, la evolución del conocimiento científico, los problemas medioambientales, la creciente financiación de la economía, y las amenazas a la salud física y mental de la población, provocó que el MERCOSUR esté desactualizado.
- Es decir, su ritmo de cambio no ha estado a la altura de las circunstancias que presenta el mundo del siglo XXI. Pese a todo, el MERCOSUR persiste como organismo vivo y conciencia colectiva de la voluntad de integración para el bienestar de los países de la región.