Es muy interesante lo que ha sucedido: el periodista Carlos Pagni, un permanente crítico del ministro Sergio Massa aún cuando ambos opinan bastante parecido en muchos temas, ha insistido con su prédica. Ambos coinciden, por ejemplo, en la veneración de los intereses de USA en la Argentina -país habitado por gente mayoritariamente crítica del Tío Sam pero a quienes pueden pagarlo les fascina disfrutar Miami y Orlando-, y más allá.
GEOPOLÍTICA Y COMERCIO
Sergio Massa, Carlos Pagni, Henry Kissinger y China
Henry Kissinger es invocado para cuestionar el viaje de Sergio Massa y otros a China. La reflexión de Carlos Pagni en La Nación obliga a algunas precisiones.
El embajador Marc Stanley no logra entender el rifirrafe entre quienes considera 2 integrantes de su grupo confiable de criollos.
Es de esperar que Massa haya ampliado su cosmogonía en China, aún cuando para Pagni parece que sería negativo en cualquier caso porque para él siempre lo que haga Massa estará mal. Acerca de lo inevitable, Daniel Muchnik contaba siempre en la Redacción de Clarín aquella broma del explorador perdido en África, y cuando una tribu lo atrapa le pregunta si prefería ir al caldero o al dunga-dunga; el explorador elige el caldero, y le responden: "OK, pero antes un poquito de dunga-dunga".
Para introducir su reflexión, Pagni cita al centenario Henry Kissinger como un oráculo -algo relativamente cierto en el siglo 20, cuando él se jubiló-, y luego lo reinterpreta con el objetivo de fundamentar su posición: la geopolítica indica que China no es un aliado ni confiable ni deseable para la Argentina; y todos los caminos deberían conducir a USA, un concepto que también se le atribuye a Massa en el Frente de Todos, y es de esperar que, si fuese cierto, lo haya revisado ahora.
El artículo de Kissinger fue publicado en la revista del fondo de inversión de la familia italiana Agnelli pero que es parte de la tradición conservadora británica, The Economist, con el título "Kissinger: for the safety of Europe, get Ukraine into NATO"; y que Infobae.com popularizó como "Henry Kissinger respaldó el ingreso de Ucrania en la OTAN".
Tregua en la nota: a la curiosa decadencia británica que provocó que Financial Times pasara a manos de la japonesa Nikkei, Inc.; resulta que The Economist, la otra gloria conservadora, se encuentra en manos de la familia italiana que vive de escándalo en escándalo en su club Juventus FC, de Turín. Al final de cuentas no fue lo peor que el australiano Rupert Murdoch se quedara con The Times.
Sin duda este Kissinger se trata del mismo Kissinger que en enero 2023 fue cuestionado por el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, cuyo asesor, Mijailo Podoliak, escribió en su cuenta en Telegram:
"Kissinger no ha entendido la naturaleza de esta guerra ni su impacto sobre el orden mundial."
En ese momento, en Moscú celebraban las declaraciones de Kissinger, que reprodujeron RIA, Gazeta, Kommersant y RT.
La ubicuidad ha sido una ventaja competitiva del ex patrocinado por la familia Rockefeller.
Siempre Menem
En Europa Oriental hay un conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. De un lado Rusia, que tiene como socio calificado a China; en el bando rival Ucrania, que es sostenido por la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), que lidera USA y que ha debatido ampliar sus intereses hasta el Mar de la China Meridional.
Interesante: el golpe de Estado en Ucrania que la Unión Europea promovió en 2014 fue para impedir el ingreso de Kiev a la Federación Rusa, pero luego de lograr ese objetivo la UE nunca ingresó a Ucrania como integrante de su unión monetaria y económica. A nadie le importó, ni siquiera a Kissinger, quien ahora reclama la incorporación tardía de Ucrania a la OTAN cuando hay tantos ucranianos fallecidos que le resulta complicado organizar su famosa contraofensiva que debió comenzar en abril y ya estamos en junio.
China nunca fue la Opción #1 de Vladimir Putin, quien era bastante 'europeista', en especial mientras tuvo una buena relación con Angela Merkel, quien había logrado que Alemania liderase los beneficios de la apertura económica china (que lo cuente el Grupo Volkswagen Audi Porsche). Beijing y Moscú comenzaron a aproximarse cuando en USA fue modificada la filosofía nacional, se pasó a pérdida la derrota sufrida en la globalización -a manos de China- y se decidió un Nuevo Orden.
Pregunta inevitable: ¿Y qué tiene que ver la Argentina con todo esto?
Hay 2 respuestas posibles, totalmente opuestas entre sí:
- Nada, o
- "Carlos Menem consiguió el favor de USA en la 1ra. Guerra de Irak enviando 2 fragatas".
En esta ocasión, quienes citan a Kissinger son menos ambiciosos que Menem y mencionan el beneficio de la comprensión del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la deuda voluminosa que contrajeron Mauricio Macri y Nicolás Dujovne, y que condiciona a la sociedad argentina. Antes de avanzar: la deuda de la Argentina con el FMI es de tanta prioridad para el deudor como el acreedor. No es que a uno le importe menos que al otro. Luego, la política económica de mercado es una obligación argentina con o sin el FMI. Basta de la estupidez de quienes creen que inventan la pólvora en días de rayo laser.
En su texto Pagni deslizó la sospecha acerca de qué opinará el FMI de los acurdos entre la Argentina y China.
Sin ánimo de polemizar con Pagni, hay que recordar que China es el accionista N°3 del FMI:
- USA, 16,5%
- Japón, 6,14%
- China, 6,08%
- Países Bajos, Bélgica y otros, 5,46%.
Es más: en la visita más reciente de Sergio Massa a Washington DC, Kristalina Georgieva, directora-gerente del organismo multilateral, no estaba en USA porque había decidido permanecer más tiempo del previsto en China, en una conferencia de economía.
Con China cercana al 20% del PBI global, el FMI no milita en un frente antiChina. Ingresar al banco de BRICS no colisiona con el FMI.
Otro es el tema de las quejas en África por los costos financieros onerosos que aplicaría China a sus préstamos. Habrá que negociar mejor y con buenos abogados, no firmar cualquier papel.
Concepto clave
Roberto García me aconsejó, cuando ingresé a Ámbito Financiero, que si quería que mis notas se leyeran no tuvieran más de 23 líneas, y ésta ya superó la medida.
Por lo tanto, hay que aplicar la guillotina. La geopolítica y el comercio son problemáticas totalmente diferentes.
En algunas ocasiones coinciden, pero no siempre.
- Geopolítica es, a menudo, poder territorial, recursos naturales, construcción de alianzas para controlar espacios.
- Comercio es precio y cantidad, es dinero, ventajas competitivas, intereses que tienen que ver tanto con el flujo como el stock.
La geopolítica resulta un tema secundario para una Argentina dispuesta a olvidar el tema Malvinas Argentinas para organizar un Mundial de Fútbol juvenil. Y que no tiene no buques ni aviones ni divisiones blindadas modernas. ¿De qué estamos hablando? La Argentina precisa generar negocios al menos para recuperar la categoría de Emergentes.
Cuando Arabia Saudita decidió convivir con USA y Rusia, lo hizo porque USA es un aliado geopolítico pero Rusia le ayuda a imponer el precio del crudo en la OPEP+.
Cuando Emiratos Árabes Unidos decidió convivir con USA y Rusia, mientras que ha permitido la instalación de empresas bioquímicas y de investigación de China, también buscó un equilibrio que USA intentó romper enviando al Reino Unido a amenazar a Dubai por la instalación de los millonarios rusos en el Emirato.
Sin embargo, no hubo sanciones, el tema se deshizo y los rusos siguen en Dubai. Ocurrieron negociaciones muy importantes en la que se incluyó el vínculo amigable que hay entre Emiratos e Israel. Geopolítica y comercio.
Precisamente Israel es otro caso a tener en cuenta, que no rompió con Rusia pese a las presiones, mantiene una buena relación con Ucrania y aumentó su diálogo con China, el mayor comprador de petróleo de Irán hasta el inicio de la guerra en Ucrania cuando Rusia apareció con su crudo con descuento.
Ni hablar de India -que hasta hace poco tuvo enfrentamientos bélicos con China, pese a que uno es la I de BRICS y el otro la C- o Türkiye, donde Recep Tayyip Erdogan acaba de obtener un triunfo electoral importante, contra las expectativas de la OTAN, que integra Erdogan, quien tiene bases militares de USA en su territorio pero exhibe una voz propia en todos los asuntos y equilibra entre Rusia y Ucrania.
Es de esperar que Massa lo haya comprendido en su periplo por China, de donde traerá algunos aportes financieros y comerciales necesarios para que la economía argentina no explote, quizás mucho más abundantes que en su viaje más reciente a USA, pese a los préstamos de BID y Banco Mundial.
Los alineamientos irrestrictos siempre son rigideces inaceptables en un mundo flexible.
Y esto también debería comprenderlo el imberbe (diría Juan Perón) mundillo del Frente de Todos: ¿no les gusta el FMI? Imiten a China para que no haya inflación: 0,1% en abril 2023. Dejen de lado las estupideces que elaboran para seguir viviendo del gasto público.
En definitiva, Kissinger no es infalible pero tampoco rígido, en enero agrada a Rusia y en junio a Ucrania. China es un mercado posible al igual que USA. Y la Argentina debe aprender a verlos como lo que son: mercados, y trabajar para ganar negocios
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