Martín Llaryora quiere evitar gol en contra en Río Cuarto

Por un lado está Guillermo de Rivas, el candidato de la actual administración a cargo de Juan Manuel Llamosas. El hombre, que tiene el apoyo expreso del intendente, sería el elegido por Llaryora para encarnar el proceso de contención de una de las ciudades más importantes del interior del país.

De Rivas contaría además con el apoyo orgánico del oficialismo provincial, incluyendo a figuras como Juan Schiaretti, Natalia de la Sota, Carlos Gutiérrez y otros pesos pesados del peronismo local. Algo que deja al riocuartense al borde de quedarse con la candidatura.

No obstante, la otra parte de la historia, encarnada por Adriana Nazario, no estaría dispuesta a ceder. Incluso sin tener el apoyo de gran parte del partido “cordobés”, la ex pareja de José Manuel de la Sota se mantiene firme en su reclamo por la candidatura con el soporte de “La Militante”, el espacio militante de Río Cuarto.

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Martín Llaryora apoya a De Rivas, pero aún no lo impone.

Martín Llaryora no quiere tentar la suerte

Con esos dos puntos de tensión vigente, el gobernador experimenta un potencial “cisne negro”, que podría dar posibilidades a la oposición. Eso gracias a las chances de que Nazario no afloje, y el PJ tenga dos listas dividiendo una elección polarizada.

Las elecciones riocuartenses están fijadas para el domingo 23 de junio. En esa fecha, se conocerá si el peronismo pudo retener o no la ciudad.

Mientras tanto en la oposición local se acelera la candidatura de Gonzalo Parodi. El concejal radical todavía se encuentra buscando apoyos e intentando sofocar cualquier frente interno que se le pueda abrir.

En ese orden, Parodi podría obtener el apoyo de distintos sectores muy cercanos al Gobierno nacional. Ellos son el PRO bullrichista y el Frente Cívico de Luis Juez, dirigente que busca instalarse como el referente opositor en Córdoba con línea directa a Javier Milei.

Si bien Parodi no cuenta todavía con esos soportes, en caso de sumarlos se expondría como una seria amenaza para la continuidad peronista, que podría sufrir una aplicación de su propia receta. Y más aún, podría propiciar el crecimiento de dirigentes como Luis Juez que, con soporte nacional, representaría una oposición muy dura de roer.