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CUMBRE EN CANADÁ

Trump regresa al G7: tensiones geopolíticas y una agenda económica marcada por la incertidumbre

Esta semana comienza el G7 en Canadá. Donald Trump llega el domingo por la noche. Se esperan debates sobre aranceles y el conflicto Israel-Irán.

El regreso del presidente estadounidense Donald Trump a la escena multilateral reconfiguró las expectativas y tensiones de la cumbre del Grupo de los Siete (G7), que este año se celebra en la remota localidad montañosa de Kananaskis, Alberta.

En su primera gran reunión internacional desde que asumió su segundo mandato, Trump llega como el centro de atención en un encuentro donde los líderes mundiales intentan, ante todo, evitar una confrontación directa con el mandatario.

La posibilidad de una nueva ronda de aranceles estadounidenses el próximo mes y el creciente conflicto entre Israel e Irán dominan un encuentro que, más que unidad, refleja cautela.

Trump fijó aranceles "recíprocos" en un 10% para más de cincuenta países y la Unión Europea (UE), pero dispuso el 9 de julio como fecha límite para alcanzar acuerdos o, de lo contrario, los aranceles volverían a subir. Esta amenaza pesa sobre casi todos los líderes presentes en la cumbre del G7.

Tensiones geopolíticas: Medio Oriente y Ucrania

Los recientes ataques israelíes contra instalaciones nucleares iraníes, sumados a la amenaza de una guerra regional, colocan a Medio Oriente en el centro del debate. Aunque Trump haya pedido un alto el fuego, continúa brindando respaldo militar a Israel. Esta postura generó fricciones con líderes europeos, como el presidente francés, Emmanuel Macron, quien ha instado a una desescalada y rechazó tajantemente cualquier rol mediador del presidente ruso, Vladimir Putin, con quien Trump sostuvo una conversación telefónica de cincuenta minutos el sábado 14/06.

Mientras tanto, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, asiste con el objetivo de mantener el respaldo occidental frente a la invasión rusa, en un contexto en el que Trump ha mostrado una ambivalencia creciente respecto al conflicto en Europa del Este.

Cumbre sin consenso: economía, comercio y diplomacia silenciosa

En lugar de una declaración conjunta sobre temas clave como el cambio climático, inteligencia artificial o el empoderamiento femenino, los organizadores del G7 optaron por minimizar expectativas. Las tensiones con Trump en cumbres anteriores, especialmente la de 2018 también celebrada en Canadá, siguen frescas en la memoria diplomática.

En aquella ocasión, el presidente estadounidense abandonó abruptamente el comunicado final y atacó al entonces primer ministro local, Justin Trudeau, en redes sociales.

Esta vez, el anfitrión es el primer ministro Mark Carney, exdirector del banco central, quien optó por una estrategia pragmática: facilitar encuentros bilaterales en un entorno aislado del escrutinio mediático y de protestas públicas, y así evitar que la cumbre derive en un espectáculo caótico.

En este sentido, la ubicación remota del Pomeroy Kananaskis Mountain Lodge cumple una doble función: aislar a los líderes del ruido externo y permitir conversaciones más francas sin la presión de las cámaras.

América Latina en el G7: Sheinbaum y la renegociación comercial

Una de las reuniones más observadas será la primera entre Trump y la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum. Ambos mandatarios tienen intereses en juego: Trump busca reafirmar su postura proteccionista y nacionalista en política comercial, mientras Sheinbaum intenta preservar y renovar el acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá (T-MEC).

El resultado de esta conversación podría tener efectos significativos en las economías norteamericanas, ya que cualquier revisión del tratado incidiría en cadenas de suministro, exportaciones agrícolas y normas laborales, sectores fundamentales tanto para la economía mexicana como para regiones industriales en EE.UU. y Canadá.

Nuevas alianzas y equilibrios globales

Líderes de economías emergentes como India, Brasil, Sudáfrica y Corea del Sur también participan en la cumbre como observadores clave. Su objetivo es proteger intereses estratégicos frente a una posible escalada arancelaria estadounidense. Las señales del presidente Trump apuntan a una revisión más agresiva de acuerdos existentes, lo que genera incertidumbre sobre los flujos comerciales globales.

La líder italiana Giorgia Meloni y el canciller alemán Friedrich Merz, junto al nuevo primer ministro británico Keir Starmer, han mantenido una actitud conciliadora con Trump desde su retorno al poder. La intención es evitar el tipo de confrontaciones que en el pasado hicieron de estas cumbres escenarios de fractura y tensiones irreconciliables.

El espectro de cumbres pasadas

Pese a los intentos por calmar el tono, la figura de Trump sigue polarizando. La sombra de anteriores episodios, como la imagen viral de 2018 en la que aparece con los brazos cruzados enfrentando a Angela Merkel, se cierne sobre el evento. Como recuerda Caitlin Welsh, exfuncionaria de cumbres durante su primer mandato, al medio Bloomberg: “no se pueden dar por sentados resultados de consenso en el G7 cuando Trump está en la mesa”.

El G7 de Kananaskis no será recordado por grandes declaraciones ni acuerdos ambiciosos. Su verdadero éxito, al menos según analistas como Josh Lipsky, jefe de economía internacional del think-tank Atlantic Council, radica en evitar el colapso total del diálogo. “El mejor escenario posible es salir sin una ruptura mayor”, dijo a Bloomberg.

Trump, que alguna vez calificó estas reuniones como “pérdida de tiempo”, parece ahora dispuesto a utilizarlas como una vitrina para reafirmar su poder. Los líderes del G7, por su parte, saben que el costo económico de una confrontación con Washington sigue siendo demasiado alto.