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Maternidad: Cómo la ovodonación unió y transformó la vida de tres mujeres

Conoce una increíble historia de ovodonación, un procedimiento que unió la vida de tres mujeres y que cada vez se hace más popular.

La ovodonación es un tratamiento de fecundación in vitro (FIV) que cada vez es más popular a medida que la infertilidad aumenta a nivel mundial. Procrearte comparte un historia especial de maternidad por ovodonación, que muestra el poder de la ciencia, el amor y la voluntad.

El poder de la ciencia y el deseo: cómo tres mujeres unieron sus vidas a través de la ovodonación

Andrea estaba sentada en su auto, con el volante entre sus manos temblorosas. El papel que sostenía parecía pesar más que cualquier otra cosa en ese momento. Lo había abierto con cuidado, como si temiera que se desintegrara al contacto.

Sus ojos recorrieron las líneas una y otra vez, como si no pudieran creer lo que leían. "No, no, no", repetía en voz baja, entre lágrimas que ya no podía contener. Era el resultado de la prueba de embarazo. Positivo.

Después de años de intentos fallidos, pérdidas y tratamientos que parecían no tener fin, finalmente lo había logrado. Con el teléfono en la mano, marcó el número de la doctora Ester Szlit Feldman, su médica, su guía, su apoyo incondicional. "Estás re embarazada, Andrea", le dijo Ester al otro lado de la línea, con esa calma que solo quienes han acompañado a tantas mujeres en este camino pueden tener.

Andrea lloró, sola en su auto, pero no de tristeza. Era el llanto de quien finalmente ve cumplirse un sueño que había empezado a parecer imposible.

Este momento, tan íntimo y emocional, es solo el comienzo de una historia que, dada a conocer recientemente en un programa especial de Telefe, parece sacada de un guión cinematográfico. Una historia que no solo habla de la ovodonación como técnica médica, sino de la solidaridad, la generosidad y la conexión entre mujeres que, sin conocerse, terminaron compartiendo algo más que embriones: compartieron esperanzas, sueños y, finalmente, la maternidad.

El dilema de los embriones congelados: ¿Qué hacer con ellos?

Andrea tenía 47 años cuando decidió apostar por la ovodonación. Después de perder cinco embarazos y enfrentar un diagnóstico de trompas tapadas, su camino hacia la maternidad parecía estar lleno de obstáculos. Con la ayuda de la doctora Ester Szlit Feldman, especialista en obstetricia y ginecología y una de las directoras de Procrearte, Andrea optó por utilizar óvulos de una donante anónima y esperma de un donante también anónimo.

El resultado fueron cinco embriones. Dos de ellos fueron transferidos, y uno de esos dio origen a Simona, su hija. Pero quedaron tres embriones congelados, y con ellos, un dilema ético y emocional: ¿qué hacer con ellos?

"Para mí eran hermanos genéticos de Simona", explica Andrea. "No podía desligarlos de ella. Eran parte de su historia, de su origen".

Durante años, esos embriones permanecieron congelados, mientras Andrea intentaba decidir qué hacer. Fue entonces cuando conoció a Silvina.

Silvina: el encuentro que lo cambió todo

Silvina llegó a la vida de Andrea como una clienta en la empresa metalúrgica donde trabajaba. Durante un año, compartieron proyectos, reuniones y charlas casuales, pero fue hacia el final de su colaboración que la conversación dio un giro inesperado. "¿Vos tenés hijos?", le preguntó Andrea en un momento de intimidad. La pregunta fue como una daga en el corazón para Silvina, quien había descubierto que sus óvulos ya no funcionaban y que la ovodonación era su única opción para ser madre.

"Cuando Silvina me contó su historia, le dije: 'Mira, tengo tres embriones esperando encontrar un vientre donde crecer y una madre'", recuerda Andrea. Para Silvina, la respuesta fue Sí, obvio que quiero, ¿cómo no lo voy a querer?". Así, los embriones que habían sido creados con tanto amor y esperanza encontraron un nuevo destino. Silvina quedó embarazada y dio a luz a Joaco, el segundo hijo de esa "familia genética" que comenzó con Andrea.

Pero la historia no terminó ahí. Quedaba un embrión.

Mariela: el eslabón final de una cadena de favores

El último embrión congelado encontró su camino hacia Mariela, una mujer de 48 años que también había enfrentado el dolor de la infertilidad. Después de que su marido decidiera no continuar con el proceso de ovodonación, Mariela se encontró sola en su deseo de ser madre. Fue a través de un mensaje en Facebook que Silvina, quien ya había vivido su propia experiencia con la ovodonación, se enteró de la situación de Mariela. "Tengo un embrión congelado, y si vos estás de acuerdo, te lo dono", le dijo Silvina.

Mariela no dudó. "Era como que se estaba dando todo demasiado rápido, demasiado bien", recuerda. La transferencia del embrión fue exitosa, y en junio de 2021 nació su hija, completando así una cadena de favores que unió a tres mujeres en una historia de amor, generosidad y maternidad.

Los niños nacidos de estos tres embriones no solo comparten un origen genético, sino también un compromiso que sus madres establecieron desde el El compromiso era que los chicos estuvieran en contacto, que supieran que son hermanos", explica Silvina. "Porque el día de mañana Andrea y Mariela no van a estar, yo no voy a estar, pero los chicos se van a tener".

Hoy, Simona, Joaco y Aida no solo son hermanos genéticos, sino también del alma. "Los chicos se aman", dice Mariela, con una sonrisa que ilumina su rostro. "Estoy eternamente agradecida porque tanto Andrea como Silvina me permitieron convertirme en la mamá de Aida". Andrea, por su parte, reflexiona sobre cómo esta experiencia le enseñó que "hay múltiples formas de ser una familia, y todas son válidas porque están movidas por el amor".

En Argentina, esta historia no es solo un caso aislado, sino un ejemplo motivante en medio de una realidad compleja. Según datos recientes, hay alrededor de 100.000 embriones congelados en el país, muchos de los cuales pertenecen a personas que, como Andrea en su momento, no saben qué hacer con ellos.

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La ovodonación: más allá de la genética

La historia de Andrea, Silvina y Mariela también refleja los desafíos y oportunidades que enfrentan las mujeres que recurren a la ovodonación.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la infertilidad afecta a aproximadamente el 17,5% de la población adulta, y técnicas como la ovodonación surgieron como una alternativa viable para quienes no pueden concebir con sus propios óvulos.

El informe “Donación de Embriones, Tendencias y Resultados Nacionales 2004-2019”, publicado en la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, ofrece un análisis detallado sobre la evolución y los resultados de la donación de embriones en el contexto de los tratamientos de reproducción asistida en Estados Unidos.

Este estudio, basado en datos del Sistema Nacional de Vigilancia de Tecnología de Reproducción Asistida (NASS), abarca un período de 15 años y destaca el crecimiento significativo en la utilización de embriones donados congelados, así como sus resultados clínicos.

Entre 2004 y 2019, se realizaron 21.060 transferencias de embriones donados congelados, que resultaron en 8.457 nacimientos vivos. Durante este período, el número anual de transferencias se triplicó, pasando de 666 en 2004 a 2.492 en 2019.

Además, la proporción de transferencias de embriones donados respecto al total de transferencias de embriones aumentó significativamente, del 0,6% en 2004 al 1,5% en 2019. Este incremento refleja una mayor aceptación y acceso a esta opción reproductiva, impulsado en parte por cambios regulatorios.

En 2016, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) modificó sus normas para facilitar el acceso a los embriones donados, eliminando la necesidad de solicitar exenciones antes de la transferencia. Este cambio permitió que más clínicas y pacientes consideraran la donación de embriones como una opción viable. Como resultado, el número de clínicas que reportaron al menos una transferencia de embriones donados aumentó de 167 (42,2%) en 2004 a 263 (58,7%) en 2019.

Las tasas de éxito también mejoraron notablemente. La tasa de embarazo por transferencia aumentó del 40,8% en 2004 al 54,3% en 2019, mientras que la tasa de nacidos vivos creció del 33,3% al 44,8% en el mismo período.

Ovodonación en Argentina

En Argentina, la ovodonación experimentó un marcado crecimiento, representando uno de cada cuatro tratamientos de fertilidad, según datos de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (SAMeR).

Procrearte, una de las instituciones líderes en el campo de la fertilidad, es pionera en este ámbito, ofreciendo un programa de ovodonación que combina tecnología de vanguardia con un enfoque humano y personalizado.

"La ovodonación trasciende los lazos genéticos", explica Gastón Rey Valzacchi, director de Procrearte. "Lo que realmente importa es el vínculo emocional y la experiencia única de convertirse en padres".

En el centro de esta historia está la doctora Ester Szlit Feldman, una figura clave en el mundo de la reproducción asistida en Argentina. Con una trayectoria que incluye décadas de experiencia y un compromiso inquebrantable con sus pacientes, Ester no solo acompañó a Andrea en su camino hacia la maternidad, sino que también fue testigo de cómo la ovodonación puede transformar vidas.

"Ester no es solo una médica; es una guía, una aliada", dice Andrea. "Ella me agarró la mano y me dijo: 'Vamos'. Y así fue como empezamos este camino juntas".

Esta historia, que se tejió entre lágrimas, esperanzas y decisiones difíciles, es un recordatorio poderoso de que la maternidad no se define solo por la genética, sino por el amor, la dedicación y la voluntad de ayudar a otros. En el marco del mes de la mujer, es una oportunidad para reflexionar sobre los desafíos que enfrentan las mujeres en su camino hacia la maternidad, pero también sobre las oportunidades que surgen cuando decidimos apoyarnos unas a otras”, reflexiona Szlit Feldman de Procrearte.

Andrea, Silvina y Mariela no se conocían, pero hoy están unidas por un vínculo que va más allá de la biología. Son tres mujeres que, en medio de sus propias luchas, encontraron la manera de ayudarse mutuamente, demostrando que, a veces, los actos de generosidad más pequeños pueden tener el impacto más grande”, concluye.

Fuente: Procrearte

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