El cáncer ocurre cuando las células del cuerpo se multiplican sin control y se diseminan a los tejidos que las rodean, así lo indica el Instituto Nacional del cáncer de Estados Unidos. Se cree que los cambios en el ADN son los principales culpables de esta enfermedad, aunque muchos otros factores influyen. Pero, ¿Qué se sabe de los síntomas? Así como ocurre con otras enfermedades, a veces los síntomas del cáncer son difíciles de reconocer. Por eso, he aquí un síntoma que muchos pueden asociar con otro padecimiento, pero que también podría ser un aviso de cáncer en algunos casos.
SEGÚN EXPERTOS
Este síntoma de cáncer aparece cuando ya está avanzado
Este síntoma de cáncer puede pasar desapercibido, pero es muy frecuente, sobre todo cuando la enfermedad ha avanzado.
Síntoma de cáncer
Lo primero que hay que decir es que este síntoma por sí solo no significa que una persona tenga cáncer. Este síntoma es muy común en muchísimas enfermedades, incluido el cáncer. Además, generalmente este síntoma va acompañado por otros que también podrían advertir la enfermedad.
Tomando en cuenta esto, es importante que ante la presencia de este síntoma, siempre se consulte al médico para poder identificar la causa y tener un diagnóstico exacto de la enfermedad.
En ese sentido, BBC Mundo ha informado los síntomas generales de cáncer que según la Sociedad Estadounidense del Cáncer no debes ignorar. Entre esos síntomas que pueden pasar "desapercibidos" se encuentra la fiebre.
La Sociedad Estadounidense del Cáncer explica que, la fiebre ocurre cuando la temperatura del cuerpo está por encima de lo normal. Por lo general, es causada por una infección, pero pueden haber otras causas.
"Los otros motivos detrás de la fiebre pueden incluir inflamación, reacciones de medicamentos o crecimiento tumoral", dicen los expertos.
Fiebre y cáncer
Ahora bien, todo parece indicar que la fiebre puede ser un síntoma bastante común en las personas con cáncer.
"Casi todas las personas con cáncer experimentarán fiebre en algún momento, especialmente si el cáncer o sus tratamientos afectan al sistema inmunológico", indica BBC Mundo.
Otro dato es que, la fiebre podría presentarse al inicio de algunos tipos de cáncer o ya cuando está avanzada la enfermedad. Esto último con mayor frecuencia.
El Manual MSD (conocidos como los Manuales Merck en los EE. UU. y Canadá) lo dice: "Otros síntomas, como el adelgazamiento o la fiebre, solo se manifiestan después de que el cáncer haya avanzado".
BBC Mundo coincide: "La fiebre es muy común en los pacientes que tienen cáncer, aunque ocurre con más frecuencia después de que el cáncer se ha propagado desde el lugar donde se originó", detallan.
Y agregan: Con menor frecuencia, la fiebre puede ser un signo temprano de cáncer, como por ejemplo en caso de la leucemia o el linfoma.
Se conoce como leucemia al cáncer de los tejidos que forman la sangre en el organismo, incluso la médula ósea y el sistema linfático, indica la Clínica Mayo.
Mientras el linfoma, es un tipo de cáncer hematológico que se produce cuando los glóbulos blancos, las células que nos protegen contra las infecciones, empiezan a crecer de manera descontrolada y se acumulan en los ganglios linfáticos, reseña el Hospital Clinic Barcelona.
¿Cómo comienzan los síntomas de cáncer?
Además de la fiebre, según la Sociedad Estadounidense del Cáncer, estos son los otros síntomas que no se deben ignorar:
- Cansancio o un agotamiento extremo que no mejora con el descanso.
- Problemas de la alimentación tal como el no tener hambre, problemas de deglución o para tragar alimento, dolor abdominal, náuseas y vómitos.
- Inflamación o protuberancias en cualquier parte del cuerpo.
- Endurecimiento o una masa en el seno o en cualquier parte del cuerpo
- Dolor, especialmente el que surge de forma nueva y sin razón aparente, y que no desaparece, sino que incluso podría empeorar.
- Cambios de la piel tal como alguna protuberancia que presente algún sangrado o cuya piel se vuelva de textura escamosa; algún lunar nuevo o un cambio en alguno de los lunares, ulceración que no se cura con facilidad, o una coloración amarillenta en la superficie de los ojos.
- Tos o irritación de la garganta que no desaparece.
- Sangrado inusual o amoratamiento sin razón aparente.
- Cambios en los hábitos intestinales, tal como estreñimiento o diarrea que no desaparece, o algún cambio en el aspecto de las heces.
- Cambios en las hábitos vesicales, tal como sangre al orinar, o la necesidad de orinar de manera más frecuente o con menor frecuencia.
- Dolores de cabeza.
- Visión o problemas de audición.
- Cambios en la boca, como úlceras o llagas, sangrado, dolor y entumecimiento.
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