El devastador anuncio de Japón de verter 1,3 millones de toneladas de agua contaminada con energía nuclear en el Océano Pacífico este año aún no tiene una fecha específica. Sin embargo, la fase piloto del vertedero de aguas residuales nucleares ya iniciada, y la visita del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) al país asiático, revelan su inminencia.
PACÍFICO EN PELIGRO
Pese al desastre ambiental, la OIEA avala la Cloaca Nuclear de Japón
El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) apoya el vertido de aguas de Fukushima. Son "concordantes con el estándar de seguridad internacional".
Este martes (04/07/23) el jefe del organismo nuclear de la ONU, el argentino Rafael Grossi, arribó a Japón para presentar una revisión de los planes de Tokio en oposición a la preocupación de la comunidad internacional (países del Indopacífico y expertos medioambientales) que protesta contra la medida gravísima de Japón.
Es que la eventual contaminación del pacífico no solo importaría una destrucción del ecosistema marino en las costas del pacífico que perjudicaba a varios países, sino al propio Japón que se vería acorralado por bloqueos comerciales y represalias internacionales.
Grossi durante este martes se reunió en Tokio con altas autoridades japonesas como el primer ministro Fumio Kishida y visitará la planta devastada de Fukushima para un "amplia revisión" y dar finalmente el aval oficial del peligroso vertedero de 1,3 millones de toneladas que se liberará a lo largo de 30 o 40 años mediante un tubo de un kilómetro de extensión desde su costa este japonesa, donde se sitúa la planta.
Sin embargo, a través de un comunicado el organismo ya parece haber tomado una decisión. En Twitter, después de dos años de evaluación exhaustivas independientes, la OIEA, comunicó su aval:
“La OIEA ha terminado su evaluación de los planes de Japón para liberar el agua almacenada en la planta de energía nuclear Fukushima Daiichi, confirmando que los planes están en línea con los estándares de seguridad del OIEA”.
Y agregó que las descargas "graduales y controladas" al mar tendrán un impacto radiológico "insignificante" en las personas y el medio ambiente.
Desastre ambiental
Las autoridades japonesas y de la OIEA afirman que las aguas son seguras y "potables" después de ser purificadas por el sistema de tratamiento de múltiples nucleidos (ALPS) que logró remover casi todo los radionucleidos -átomos con exceso de energía nuclear- salvo el tritio que “está presente en el mar y en el agua potable de origen natural y de fuentes hechas por humanos”.
En el final del informe televisado, Grossi aseguró que el trabajo no está terminado. “Evaluar el plan no es suficiente. Mis expertos visitarán Fukushima repetidamente hasta que termine el proceso para tomar muestras en diferentes localizaciones y confirmar que el agua continua segura. Un océano limpio nos importa a todos”.
Pero la realidad parece no ser así en absoluto. Los físicos nucleares aseguran que la tecnología del operador de la planta de energía nuclear paralizada, Tokyo Electric Power Co (TEPCO) no es suficiente para tratar los materiales radiactivos, incluidos el cesio y el tritio, lo que conducirá a la contaminación de los productos del mar y provocará enfermedades letales como el cáncer y demás dolencias congénitas y daños genéticos.
Lo extraño de la aprobación de la OIEA es que incumple muchas de sus propias convenciones internacionales, como la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, la Convención sobre la pronta notificación de accidentes nucleares y la Convención sobre seguridad nuclear, que los firmantes se comprometen a preservar el medio ambiente marino y no "transferir daños o peligros".
Tal como contó Urgente24, los países más enfurecidos con Japón son los países insulares del Pacífico que lo instaron el 18/01/2023 a que retrase el vertido de aguas de la central nuclear de Fukushima por temor a posibles contaminaciones y riesgos a la industria pesquera, la salud humana y el medio ambiente.
Incluso la preocupación alcanza a Ecuador que tiene sus costas en el Océano Pacífico y vería afectadas las islas ecuatorianas de Galápagos que son reserva Mundial de la Biosfera.
“Son aguas contaminadas con radioactividad, y esto puede afectar no solamente a la producción, sino a la genética que tienen los peces en el océano. Creo que ya deberíamos todos los gobiernos y el mundo globalmente pronunciarse ya que esto es una preocupación, que puede traer consecuencias nefastas para la economía y para nosotros como pescadores”, destacó Jhon Vera, presidente de la Asociación de Pescadores Tarqui de Manta a CGTN.
Se avecina el desastre. A pesar de la presión internacional, Japón, ahora avalada por la máxima autoridad en seguridad atómica, parece decidida al vertimiento de aguas radiactivas que se convertirá en problema global por los efectos colaterales que podría provocar en todo el mundo. La masiva migración de millones de especies que sufrían transformación de sus hábitats a otros más insospechados y el desvarío de corrientes marinas no solo dañará el equilibrio acuático sino que destrozará las industrias pesqueras engendrando terribles crisis alimentarias en diversos países.
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