Este jueves comenzó la ansiada Cumbre del Mercosur en Montevideo y todos los flashes de las cámaras están pendientes del encuentro entre el presidente saliente del Uruguay, Luis Lacalle Pou y su homóloga de la comisión europea ante el rumor de un inminente acuerdo entre el bloque y la UE.
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Cumbre del Mercosur a la sombra del acuerdo con la UE y del choque Lula-Milei
Inició la Cumbre del Mercosur en Uruguay con la presencia de Ursula von der Leyen en medio de los rumores de que finalmente se sellará un acuerdo entre el bloque sudamericano y la UE. Los presidentes Milei y Lula, face to face, pese a que no se soportan.
A las 8:30 inició la jornada del encuentro anual entre los líderes sudamericanos, en donde se codearán cara a cara el anfitrión del Uruguay, Lacalle Pou, el de Paraguay, Santiago Peña, su par de Chile, Gabriel Boric, el de Bolivia, Luis Arce, el mandatario de Brasil, Lula Da Silva y el argentino, Javier Milei, para darle el beneplácito al pacto con la UE.
La cumbre regional estará cargada de claros antagonismos en cuanto a visiones políticas, más que nada por las que hay entre el presidente Javier Milei, un liberal anarcocapitalista, y su homólogo carioca Lula da Silva, un progresista 'pro intervención estatal'.
Los mismos hace algunos meses han estrechado sus manos en un frío saludo en el G20, tras una serie de chicanas públicas.
El líder libertario ha venido desacreditando la importancia del Mercosur y se ha pegado un faltazo en la anterior cumbre -la de Asunción-, lo que molestó a todos los líderes de la región que consideraron ello como un desplante.
Lo que sí vanagloria Milei es al Gobierno entrante de Donald Trump en USA, tal como al bloque europeo.
En ese sentido, Javier Milei presiona con cierta flexibilización del Mercosur; esto es, que los países del bloque sudamericano puedan firmar acuerdos bilaterales con terceros países, lo que agrada al saliente Lacalle Pou (que ya estrechó lazos con China) y a la Casa Rosada que aguarda con entusiasmo la asunción de Trump en USA.
Del lado contrario, Lula se muestra como abiertamente partidario de fortalecer lazos entre países miembros del Mercosur. También en darle importancia al BRICS -del que forma parte- por ser el mayor contribuidor del PBI mundial (incluso más que el G7), y hasta plantea que las transacciones comerciales deben hacerse en una moneda común que no sea el dólar o el euro.
Acuerdo Mercosur-UE con viento en popa
“Aterrizaje en América Latina. La línea de meta del acuerdo UE-Mercosur está a la vista. Tenemos la oportunidad de crear un mercado de 700 millones de personas. La mayor asociación comercial y de inversión que el mundo haya visto jamás. Ambas regiones se beneficiarán ”, escribió en la red X la presidenta de la Comisión Europea, la belga Ursula Von der Leyen, antes de aterrizar en Montevideo.
Esto refleja que la firma del tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) sería inminente en la Cumbre, con el claro aval de todos los presidentes del bloque.
El acuerdo más amplio quedaría pendiente, el que remite a temas de orden político y cooperación. Sin embargo, para que sea efectivo requiere de la aprobación de los parlamentos de los cuatro países sudamericanos (casi 5, con Bolivia, aún sin voto) y de los 27 países que conforman la UE, varios de los cuales (Francia, Polonia, Hungría y Austria) ya han manifestado que no acordarán.
Es que el rol de la Unión Europea para con el mercado del Mercosur es realmente importante, ya que es su gran socio comercial: exporta bienes por 45.000 millones de euros y servicios por 23.000 millones de euros a un mercado de 260 millones de consumidores.
A su vez, a la UE van el 14% de las colocaciones del bloque sudamericano, lo que equivale a 43.000 millones de euros, mientras que el 20% de las importaciones regionales provienen de Europa.
Dicho esto, de concretarse el acuerdo, que gira en torno a la reducción de aranceles, este tendría un gran impacto a nivel económico para todos los países incluidos. A partir de entonces, pasarían a conformar el bloque de intercambio más importante del mundo: 720 millones de personas y aproximadamente el 20% de la economía global.
En esa línea, con respecto al esquema de baja de aranceles que está contemplado en el acuerdo Mercosur-UE, este estipula que se eliminarán progresivamente y en un lapso de 10 años, el 92% de los derechos sobre las mercancías que Uruguay, Argentina, Brasil y Paraguay venden a Europa; mientras que, al revés. será sobre el 90,7%, en 15 años.
Agricultores europeos contra el pacto sudamericano con la UE
Hace algunas semanas trascendió que el gobierno de Francia respaldó a su sector agropecuario y salió con los tapones de punta contra el acuerdo Mercosur-UE, alegando que contribuiría a sustituir de lleno a los productos agrícolas europeos por los latinoamericanos.
La idea de París es presionar a la Comisión Europea en la negociación, en medio de protestas de agricultores que temen competencia desleal de productos sudamericanos, especialmente brasileños, como reveló Urgente24.
En tanto, el gobierno paraguayo, liderado por Santiago Peña, expresó estar en contra de la firma por debido a la exigencia europea contra la deforestación, que abarcaría a este acuerdo. La normativa europea impide la importación de productos agrícolas que fueran plantados en tierras que hubieran requerido la deforestación. Al respecto Lula también manifestó preocupación.
Esta regulación afectaría a las economías emergentes y agroexportadoras como las del Cono Sur y de la región de Indonesia.
Tal normativa apunta de lleno a ciertas materias primas y productos del Mercosur, que serán prohibidos para la comercialización con la UE al ser derivados de la deforestación, tales como ganado, madera, soja, café, cacao, caucho, palma aceitera y otros alimentados/derivados de estos commodities como la soya, cuero, chocolate, muebles, carbón vegetal, productos de papel impreso, derivados del aceite de palma, entre otros.
En otras palabras, el comercio entre Europa y Latam cambiará radicalmente: sin dudas afectará al agro del Mercosur, que exportó en el 2021 a la UE unos 43.000 millones de euros (48.000 millones de dólares) en materias primas, el 20% de las cuales fueron productos vegetales como la soja y el café.
Con esta ley contra la deforestación, las compañías sólo podrían vender productos a la UE si el proveedor de éstos emite una declaración de "diligencia debida", que deberá certificar que no procede de tierras deforestadas ni provocó algún daño ambiental en su extracción o producción.
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