EXCLUSIVO 24

SURGE DE LOS ARCHIVOS VATICANOS

El fundador del movimiento Schoenstatt, en vías de beatificación, acusado de abuso en los '50

El sacerdote alemán Joseph Kentenich, fundador del Movimiento Apostólico Schoenstatt, muerto en 1968 a los 83 años y actualmente en vías de beatificación, ha sido acusado de haber cometido abusos sexuales contra las religiosas de su movimiento en los años '50, publicó el periodista italiano Sandro Magister en su blog.

La revelación fue realizada por la historiadora y teóloga alemana Alexandra von Teuffenbach, quien asegura que la información surge de los archivos del Vaticano que fueron recientemente abiertos. Pero la comunidad Schoenstatt dijo que esas acusaciones ya han sido abordadas y desacreditadas hace años.

Según el relato de la alemana, la Santa Sede habría recibido reportes de las presuntas víctimas del sacerdote a comienzos de los años '50 y en consecuencia envió a un observador del Vaticano a evaluar la situación. El enviado del Vaticano a Alemania (la localidad de Schoenstatt) en 1951 para investigar lo que estaba pasando fue el teólogo jesuita, Sebastiaan Tromp.

Según Von Teuffenbach, Kentenich fue enviado a Estados Unidos tras la evaluación, pero no se implementaron mayores reformas en la comunidad ni se rebeló el motivo detrás del apartamiento del sacerdote del movimiento que él mismo había fundado. Kentenich pasó 15 años en el "exilio" en USA y regresó a Alemiana en 1965, cuando Pablo VI le condonó la pena, 3 años antes de su muerte. El proceso para su beatificación comenzó en 1975.

Von Teuffenbach se encontraba editando la publicación de varios volúmenes de los diarios de Tromp sobre el Concilio Vaticano II, cuando se encontró con la información.

"Pero lo que atrajo mi atención no son los estatutos de la obra -escribió la investigadora alemana, según el blog de Sandro Magister-, (...), sino el grave abuso de poder por parte del fundador en perjuicio de las religiosas, claramente determinado y puesto en evidencia por el visitador romano, como por otra parte ya lo había hecho el visitador local. La obligación impuesta a las religiosas de confesarse con el fundador – al menos en algunas circunstancias – es sólo un aspecto. Lo que Tromp recoge de los testimonios, de las cartas, de tantos coloquios celebrados, también con el fundador mismo, es indicativo de una situación de dependencia de las religiosas, en alguna manera ocultada por una especie de estructura familiar aplicada a la obra. Kentenich era el 'padre', el fundador del poder absoluto, con frecuencia equiparado a Dios, tanto que en muchas expresiones y oraciones no se comprende con claridad si éstas están dirigidas a Dios Padre o al fundador mismo. (...) Esta condición suya se explicitaba también en actos concretos. Las religiosas, mensualmente, debían arrodillarse frente al 'padre', extender sus manos hacia él y darse totalmente a él. El diálogo que se desarrollaba, frecuentemente con la religiosa a solas y a puertas cerradas, era el siguiente:

'¿De quién es la hija?'. Respuesta: '¡Del padre!'
'¿Qué es la hija?'. Respuesta: '¡Nada!'
'¿Qué es el padre para la hija?'. Respuesta: '¡Todo!'
'¿A quién pertenecen los ojos?'. Respuesta: '¡Al padre!'
'¿A quién pertenecen las orejas?'. Respuesta: '¡Al padre!'
'¿A quién pertenece la boca?'. Respuesta: '¡Al padre!'

 

Algunas religiosas se refirieron también a esta continuación del rito:
'¿A quién pertenece el seno?'. Respuesta: '¡Al padre!'
'¿A quién pertenecen los órganos sexuales?'. Respuesta: '¡Al padre!'.

De este rito se llega al relato hecho en una carta de 1948, trascrita por el padre Tromp, de una religiosa alemana, que en la época de los hechos se encontraba en Chile. El tema de la carta es un abuso sexual. La religiosa cuenta que después de lo que le había sucedido en ocasión de uno de estos ritos no había podido ver más en el 'padre' al fundador, sino solamente a un 'varón', diciendo que se había rebelado y sufrido durante un año antes de poder hablar con su confesor al respecto.

(...)

Todo el clima, todo el ambiente descrito por el visitador es muy sexualizado. Ballets de religiosas en torno al padre fundador, encuentros nocturnos y expresiones ambiguas no son ciertamente lo que se espera en una casa religiosa. Pero después de haber negado inicialmente los hechos, los partidarios de la obra – en primer lugar el general de los palotinos, Woicjech Turowski, porque Kentenich todavía era palotino – consideraron poder justificar todo: el fundador sólo habría ayudado a las religiosas a liberarse de las tensiones sexuales con un 'remedio pastoral psicoterapéutico'.

En agosto de 1951 un decreto del Santo Oficio – con confirmación pontificia – alejó al padre Kentenich de su obra, exiliándolo y prohibiéndole todo contacto ulterior con las religiosas. La Iglesia había actuado velozmente y sin fomentar un escándalo público, porque no quería dañar la obra, sino sólo ayudar a las religiosas. Pero centenares de páginas de actas, en los años siguientes, relatan cómo el fundador, que se encontraba en una casa de los palotinos en Milwaukee (Estados Unidos), no se atuvo en absoluto a las disposiciones vaticanas, manteniendo contactos con las religiosas, las cuales – ésta es quizás la cosa más elocuente – no lograron encontrar esa libertad y autonomía que los visitadores habían esperado.

No hubo ningún nuevo comienzo para Schönstatt, porque muchas hermanas prefirieron la fascinación del fundador a las directivas de la Iglesia. (...)"

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