EXCLUSIVO 24

PROMESAS INCUMPLIDAS

Así comenzó el deterioro de Alberto

Hay que remontarse al origen, que fue el 10/12/2019. Y aquel discurso de Alberto Fernández ante las cámaras legislativas aparece un dato con enormes consecuencias para lo que ocurrió después, y que explica la realidad de un Presidente que no deja de caer en las encuestas.

Aquella crónica de la agencia gubernamental de noticias Télam certifica que no se trata de una alucinación del periodista:

"En los próximos días estaremos enviando al Parlamento las bases legislativas para institucionalizar un Consejo Económico y Social para el Desarrollo, que será el órgano permanente para diseñar, consensuar y consagrar un conjunto de políticas de Estado para la próxima década".

Fue una frase del discurso de Alberto Ángel Fernández durante la ceremonia en el que tomó posesión del cargo ante las cámaras legislativas.

Télam tituló: " Seguridad, Justicia y el Consejo Ecónomico y Social, la agenda de Fernández".

Durante días, inclusive antes de aquella intención formalizada en el discurso emblemático, fue publicado por periodistas que accedían al Frente de Todos, el interés de Fernández por conseguir que Roberto Lavagna asumiera la conducción del Consejo, una negociación que concluyó con Marco Lavagna al frente del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INdEC), pero que muchos imaginaron como el paso previo del ingreso de Roberto al Consejo.

Algunos afirman que el Consejo comenzó a perder espacio en el Frente de Todos cuando se definió a la negociación de la deuda pública externa como el problema principal de la economía argentina. Sin duda, un error de diagnóstico porque la crisis en sí misma es tan compleja, diversa y profunda que enfocarla sólo desde la deuda es una simpleza que humilla el conocimiento.

La imprevisión

La definición de cuál era la agenda prioritaria de la economía argentina coincidió con la designación de Martín Guzmán como ministro de Economía, un desconocedor absoluto de las cuestiones del cabotaje, capítulo que, en teoría, quedaba en manos de Matías Kulfas, a su vez la confirmación de que el gabinete presidencial carecía de nombres rutilantes. Habrá que ver cómo será el próximo gabinete, al que el Presidente se resiste; y así acumula ya 8 semanas consecutivas de deterioro de su imagen positiva.

Es importante señalar que cuando se informó que la reestructuración de los vencimientos de la deuda serían el fundamento de la nueva política económica, ni se mencionó ni se reclamó al sector privado acompañar con la negociación de sus obligaciones en moneda extranjera. El Estado se tomó todo el tiempo que consideró necesario. Es más: el Presidente se quejó públicamente de que no entendía por qué motivo le reclamaban concluir la negociación cuando Néstor Kirchner y Roberto Lavagna se habían tomado un par de años. Sin embargo, ahora considera imprescindible que el sector privado prorrogue vencimientos y condiciones de inmediato.

No es una imprevisión menor de parte de la Administración Fernández.

Macri y Perón

Muy probablemente la idea de la renegociación de vencimientos de deuda como objetivo principal de la política económica tuvo un considerable fundamento 'ideologista': reciclar la herencia negativa de Mauricio Macri, en vez de ir por un enfoque positivo tal como sería definir políticas de crecimiento.

La formulación de una estrategia de crecimiento se encuentra tan ausente de la 'épica' de Alberto Fernández como las menciones de Juan Perón.

Esto es muy interesante por 2 motivos:

#La Macridependencia de Alberto para establecer el perímetro de sus elucubraciones o las fronteras de su intelecto o para fundamentar tanto sus decisiones como sus no decisiones, resulta una limitación insoportable para un mandatario gestionando una crisis.

#La Plaza del 17 que intenta el Frente de Todos como reacción ante las marchas del PRO será muy interesante: ¿Se mencionará más a Eva Perón que a Juan Perón, viejo ardid de la JP y Montoneros? ¿Se invocará más a Nestor Kirchner que a Juan Perón, ya que en definitiva a CFK nunca le atrajo mucho 'el Viejo'? ¿Cómo quedará el Presidente peronista que más inversiones extranjeras atrajo en la historia argentina, Carlos Menem? ¿O es que atraer inversiones extranjeras es no peronista? Un problemón para un Gobierno como el de Alberto Fernández, desesperado por los dólares de las inversiones extranjeras.

Bendito Consejo

Es más: en la conferencia de prensa de inicio de Guzmán -quien por preservar su dignidad debió haber renunciado cuando Miguel Pesce cometió su más reciente tontería como presidente del Banco Central, pero Alberto Fernández le creyó más que a su ministro-, el hombre de Columbia University explicó que el programa de crecimiento se revelaría más adelante. Concluyendo septiembre 2020 se ignora cuándo llegará ese "más adelante". Tampoco se conocen los motivos de la postergación: ¿Impericia? ¿Falta de consensos? ¿Resignación?

Es decir que el programa de crecimiento quedó vinculado al éxito en la reprogramación de vencimientos de la deuda, y esto llevó implícito la postergación del cumplimiento de la promesa presidencial acerca del Consejo Económico y Social para el Desarrollo.

No faltan quienes insisten en que, una vez terminada la reprogramación de la deuda, ya nadie habla del Consejo Económico y Social para el Desarrollo sino de la carencia de dólares en el Banco Central y las restricciones derivadas de esta coyuntura.

Por lo tanto, aparentemente, otra vez se ha postergado la idea del Consejo Económico y Social para el Desarrollo porque sin dólares es complicadísimo definir un programa de crecimiento.

Esto podría explicar la meta de crecimiento 2021 timorata, que provocaría que recién al final del mandato de Alberto Fernández se recuperaría el volumen de la economía de fines de 2019, que ya era un horrible legado del incompetente Mauricio Macri.

Hay una interpretación posible a la demora en lo del Consejo: que no fuese tan importante para Alberto Fernández sino, apenas, una de esas promesas que se hacen en los discursos iniciales y que jamás se cumplirán, iniciando así la cadena de pérdida de credibilidad que sufre todo funcionario público.

Otra interpretación posible consiste en que el Consejo sí era muy importante para Alberto pero no para Cristina Fernández de Kirchner.

Cristina For Ever

No es una interpretación baladí porque llevaría a la conclusión que la derrota inicial de Alberto Fernández fue la pérdida de su Consejo Económico y Social para el Desarrollo.

Siguiendo esa línea de elucubraciones, Roberto Lavagna, que conoce a todos los personajes en danza, anticipó que sucedería ese percance y entonces se autoexcluyó del Consejo.

Sin Consejo Económico y Social para el Desarrollo, Alberto Fernández quedó más dependiente de CFK, explican en esta escuela de pensamiento. 

Sucede que el poder de Alberto Fernández consistía en la posibilidad de ampliar el apoyo a su gestión más allá de CFK, y el Consejo era una herramienta para conseguirlo porque suponía una posibilidad de consenso o acuerdo nacional.

Precisamente, el tope de popularidad de Alberto coincidió, en el inicio de la pandemia, en la suerte de 'unidad nacional contra covid-19' que surgió de las convocatorias a los gobernadores y, en especial, la imagen del Presidente, el jefe de Gobierno porteño y el gobernador bonaerense, juntos, concretando anuncios.

La erosión de la popularidad de Alberto se relaciona con la instalación de que él es una suerte de títere de CFK. Ha resultado enorme el daño provocado a la imagen de Alberto por el slogan "Ella es la que manda", y que el Presidente no ha logrado refutar en forma categórica porque abandonó sus iniciativas de ampliar su base de sustentación.

Este error fue anterior a su inmolación en su ruptura con Horacio Rodríguez Larreta, hoy día el evidente objetivo de aniquilación por CFK ya que surge como el 'héroe de la pandemia'.

Hay una negociación por delante con el Fondo Monetario Internacional. El Consejo famoso le hubiera permitido a Alberto Fernández crear una suerte de consenso sobre lo que no se concederá al FMI, y de presión sobre lo que ya se anticipa que CFK no cederá. Ambos extremos podrían hacer fracasar la negociación.

El Presidente tendría una malla de contención a los requerimientos, gracias a la representación colectiva que supondría su Consejo.

Además, podría instalar algunas mínimas políticas de Estado, noción que precisa recuperar la Argentina para abandonar la idea de la precariedad en sus decisiones y que provoca la subestimación o ausencia de respeto de los inversionistas directos potenciales.

Pero, evidentemente, 'aquel' Alberto del 10/12/2019 no es 'éste' Alberto del 22/09/2020, y la comparación no beneficia al mandatario porque cada día que transcurre, él se encuentra más circunscripto a la 'masa crítica' del 'cristinismo', en la que él es 'uno más'.

La licuación

Esta licuación de la imagen que Alberto intentó construir aquel 10/12/2019 provoca grandes interrogantes acerca del futuro porque los augurios son más bien nefastos acerca del rumbo de la economía y de su impacto en el empleo, que es el gran condicionante de la convivencia social.

A menos que ocurra un giro casi copernicano, en 2021 el empleo será una variable definitiva en los comicios de renovación legislativa, quizás más que la inseguridad u otros conceptos que definen el humor de la sociedad. 

Una economía sin divisas y sin voluntad de ejecutar políticas pro-mercado (ya que el mercado es un enemigo y no un posible aliado, en la estúpida imaginación de muchos influyentes), no sólo tiene grandes problemas para generar nuevo empleo privado sino que tiene gigantescas dificultades para evitar que el sector privado siga expulsando empleo.

Quizás en esta idea del Estado motor de la economía se encuentre implícita la idea del Estado gran demandante de empleo. Sólo pensarlo da pavor considerando la obsolescencia del Estado empleador por ausencia de una reforma estructural que ofrezca al sector público, agilidad y calidad. Imposible imaginar una Argentina exportadora si no es competitiva, y el Estado es parte de la ausencia de competitividad. 

Es cierto que un Consejo Económico y Social para el Desarrollo no resolvía por sí solo estas cuestiones pero le permitía al Presidente cierta posibilidad de evitar caer en conceptos ya fracasados en la experiencia 2011-2015. Y eso ya era un gran mérito.

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