The Economist nació como semanario dominical en Londres (Reino Unido), fundado por el banquero escocés James Wilson, quien exitía la derogación del arancel a la importación de granos (Corn Laws) y defendía el libre comercio. Hoy día su principal accionista es el fondo Exor, de la familia italiana Agnelli (fundadores de Fiat, dueños del 43% del grupo editor); y luego la casa bancaria Rothschild (26%). También en el Reino Unido nacieron las apuestas deportivas, con caballos y con galgos. Las apuestas en el boxeo fueron invención de USA, donde ocurrió el 1er. gran escándalo de apuestas deportivas, en 1919, con los Medias Negras: 8 jugadores del equipo fueron expulsados de las Grandes Ligas de Béisbol por perder intencionalmente la Serie Mundial (partido final entre el ganador de la Conferencia Este vs. el ganador de la Conferencia Oeste), sobornados por apostadores.
EN NOMBRE DE LA LIBERTAD...
Raro: The Economist no cree en la ludopatía y banca las apuestas deportivas
En nombre de la libertad suceden hechos buenos y malos. ¿Dónde ubicar a The Economist celebrando el auge de las apuestas deportivas en USA?
Con Internet se han popularizado mucho más las apuestas deportivas y hay un problemas de adicción, en particular es preocupante entre niños y adolescentes que no deberían acceder pero lo hacen. Abundan los documentos al respecto. Se llama ludopatía.
En nombre de la libertad, The Economist ha decidido defender las apuestas deportivas. Así, está invocando la autorregulación, un concepto que utilizó durante décadas la industria del tabaco para justificar lo injustificable: el consumo de nicotina, que daña la salud de los fumadores.
En el caso de las apuestas deportivas, en la Argentina hay una decisión del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de culpar exclusivamente a las llamadas 'apuestas clandestinas' (no tributan al Fisco), pero otros colectivos sociales -incluyendo autoridades religosas- reclaman la suspensión total de la publicidad de las casas de apuestas, inclusive las legales:
- bet365,
- Betano,
- bplay,
- betsson y
- Codere (que patrona la indumentaria deportiva del Club Atlético River Plate).
En el caso de USA, el juego de azar en general levantó y sostiene a Las Vegas (Nevada) y también a Atlantic City (Nueva Jersey), en ambos casos fundadas por el crimen organizado. En días más recientes, debe recordarse que el electo Presidente de USA, Donald Trump, fue durante años un decisivo propietario de casinos en Atlantic City.
Por supuesto que muchos cuestionan la nota de The Economist, llegan a especular si se trata de una 'publinota' -rumor que rechaza Urgente24 por el prestigio de The Economist- y se preguntan acerca de la responsabilidad social de los medios de comunicación. Con el argumento de la libertad que utiliza el semanario tradicional para promover una mayor desregulación de la actividad, los negacionistas del cambio climático reclaman mantener las actividades que contaminan.
- ¿La ansiedad / necesidad fiscal del Estado justifica levantar toda restricción a las apuestas?
- ¿En el capitalismo todo vale?
- ¿La adicción por las apuestas es menos preocupante si se trata de la clase media o alta que si se circunscribe a la baja?
- ¿La necesidad de entretener a las masas justifica el todo vale?
El texto
Veamos qué dice The Economist:
"La locura por las apuestas está arrasando en USA. Este año, los estadounidenses van camino de apostar casi us$ 150.000 millones en deportes, después de haber apostado apenas US$ 7.000 millones en 2018. Otros US$ 80.000 millones se están apostando en casinos online; en las pocas semanas en que las apuestas electorales fueron legales antes de la votación presidencial, se apostaron cientos de millones de dólares en el resultado. Incluso los casinos físicos se están extendiendo. Pronto la isla de Manhattan podría tener su propio casino que se alzaría sobre Times Square.
Como explica nuestro Briefing de esta semana, la revolución se ha desatado con
- la derogación de las prohibiciones,
- el auge de las aplicaciones de apuestas siempre disponibles y
- una economía en auge. Está convirtiendo el juego en un negocio gigantesco.
Los estadounidenses pueden apostar hasta US$ 630.000 millones en línea a finales de la década, lo que cuadruplicaría los ingresos de las empresas de juego procedentes de las apuestas deportivas y los casinos virtuales. A principios de este año, la capitalización de mercado de Flutter, una empresa propietaria de plataformas de apuestas en línea como FanDuel, el sitio de apuestas deportivas más grande de USA, superó al mayor gigante de los casinos físicos, Las Vegas Sands. El juego también está cambiando la naturaleza de los deportes, vigorizando a los fanáticos y animando la transmisión. El año pasado, ESPN, la cadena deportiva propiedad de Disney, lanzó su propia aplicación de apuestas.
¿Qué pensar de este aumento? Una opinión es que se trata de una señal preocupante. Mucha gente considera que el juego es un vicio que atrapa a los pobres. Para ellos, arriesgarse es un indicador de empobrecimiento económico, y la flexibilización de las prohibiciones es un error que debe corregirse lo antes posible. De hecho, gran parte del auge actual del juego debería celebrarse como una expansión de la libertad de las personas para vivir su vida como quieran.
En parte, el auge de USA refleja el hecho de que está alcanzando al resto del mundo. Durante décadas, el 'Tío Sam' confinó el juego a los casinos, que a su vez estaban restringidos a Las Vegas, las reservas de tribus indígenas o los barcos fluviales. Las actitudes de USA hacia el sexo, las drogas, el alcohol y el juego están moldeadas por su pasado puritano. En muchos Estados, no se puede vender alcohol antes de que termine la misa el domingo. Hollywood siguió durante mucho tiempo un código de moralidad que prohibía las representaciones de drogas ilegales o desnudez 'licenciosa' y advertía a los cineastas que no hicieran que los criminales parecieran simpáticos.
Sin embargo, las sentencias judiciales de los últimos años han allanado el camino para que los estados legalicen y regulen el juego. Muchos de ellos, sedientos de nuevas fuentes de ingresos, han recurrido al juego como una forma de ganar dinero. En 2018, las apuestas deportivas solo eran legales en Nevada. Ahora están permitidas, con algunas restricciones, en 38 estados. En cambio, las apuestas deportivas son legales desde hace mucho tiempo en Australia, Canadá y gran parte de Europa y Sudamérica. En Gran Bretaña son legales desde la década de 1960.
Otra razón para el auge es la tecnología. La capacidad de apostar usando el teléfono inteligente, y desde el estadio o la comodidad del propio sofá, ha impulsado a las casas de apuestas y los casinos en línea en todas partes. A través de aplicaciones, las casas de apuestas pueden ofrecer a los apostadores innumerables tipos de apuestas, desde apuestas jugada por jugada hasta cuántas faltas cometerá un equipo o cuántas yardas ganará un jugador. Estas se pueden combinar y agrupar en "parlays", que pagan solo si todas las apuestas son buenas. Si bien los ingresos del juego en línea se han disparado un 40% interanual en USA, están creciendo a tasas de 2 dígitos en lugares tan variados como Filipinas y Polonia.
(...)
La libertad
También es cierto que USA tiene la costumbre de precipitarse en la liberalización antes de haber establecido suficientes barreras. Basta con observar el experimento de despenalización de las drogas en Oregón, que condujo a un preocupante aumento de las muertes por sobredosis, porque el marco y la financiación para el tratamiento de las adicciones aún no se habían establecido. Sin embargo, la lección de otros países no es prohibir por completo el juego, sino regular sus daños. Algunos países imponen restricciones sobre cómo se deben financiar las cuentas (mediante una cuenta bancaria, no mediante una tarjeta de crédito) y sobre cuándo y cómo las empresas de juego pueden hacer publicidad.
La propia industria del juego podría hacer más para disipar los temores sobre sus prácticas. Su método de selección de clientes implica que los buenos jugadores son rápidamente identificados y sus apuestas limitadas a unos pocos dólares o incluso centavos. Ser más abiertos respecto de esa práctica, o incluso depender menos de ella, haría mucho por disipar los temores de que las probabilidades están en contra del jugador.
Sin embargo, intentar cerrar de nuevo el juego probablemente dejaría a USA en peores condiciones. En China, el Partido Comunista lleva mucho tiempo librando una guerra contra todas las formas de juego fuera de Macao y Hong Kong, pero hoy está luchando más que nunca por suprimir la industria. La criminalización del juego privaría a decenas de millones de personas de entretenimiento y llevaría a los apostadores más compulsivos a la clandestinidad, donde serían más vulnerables a los abusos.
La razón más importante, sin embargo, es que el auge es consecuencia del disfrute de la gente. En las encuestas, el 40% de los estadounidenses afirman que apuestan en deportes, y la proporción sería aún mayor si todos los estados legalizaran esta práctica. La libertad no se mide sólo por la libertad de expresión y política, sino también por la capacidad de gastar el dinero como se desee."
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