Cualquier habitante de Ciudad de Buenos Aires que transite bien entrada la noche por la calle Reconquista, a metros del alicaído Banco Central (Reconquista 385) solo verá dos cosas,
NO FUNCIONA
Reconquista 385, muestra gratis del Estado bobo
No siempre lo público fue decadente. En un tiempo hasta provocaba orgullo. Pero en el centro financiero de CABA, Reconquista 385, agoniza parte del Estado bobo.
- gente durmiendo en el piso y
- ratas que muchas veces hasta caminan sobre sus improvisados aposentos.
La puerta que corresponde al 385 de la céntrica arteria no es la excepción, si bien los homeless se mantienen fuera, los poco simpáticos animalitos son vistos con frecuencia por el otrora lujoso hall de entrada del casi centenario inmueble.
Al amanecer, ya sin roedores ni personas en situación de calle a la vista, la mencionada propiedad horizontal cobra vida y despliega para quien lo quiera ver toda su magia. Magia negra claro está.
El inmueble construido en 1930 por el Estado Nacional albergó desde sus orígenes a distintos organismos de la Armada Argentina y la Prefectura Naval. Desde hace varias décadas está mayoritariamente en manos del Ministerio de Defensa, aunque aún existen algunos destinos navales.
Seguramente ninguno de los vivaces transeúntes que deambulan por el corazón financiero de la ciudad y toman un descanso en el local de una reconocida cafetería de origen estadounidense saben que el Ministerio de Defensa es propietario del local que alberga a ese para nada nacional y popular emprendimiento.
Increíble pero real
Alguna mente brillante -de esas que hubo siempre- determinó hace ya varias décadas que esa propiedad pública, debía transformarse en un consorcio de copropietarios con todo lo que ello implica.
Los distintos funcionarios que habitan sus oficinas se auto perciben “propietarios” se realizan reuniones de consorcio donde no decide el empleado público de mayor jerarquía sino quien tiene “mayor porcentual de copropiedad”, más que negociar con ATE se busca no confrontar con el sindicato de porteros y -obviamente- existe un administrador quien invariablemente termina siendo una suerte de “ministro” que hace con los dineros públicos lo que se le canta la gana.
En los últimos años, y a lo largo de sucesivas administraciones ministeriales, la falta de control, supervisión y -tal vez- pedidos de explicaciones han transformado a esta ex coqueta propiedad en un reducto de vivillos de poca monta que sucesivamente han usufructuado para su interés particular ese pequeño Vergel olvidado de la mano del gran Estado bobo que parece olvidar que tiene – al menos en el caso del Ministerio de Defensa- a una Dirección de Inmuebles.
De los 7 pisos que conforman el edificio sólo el 3ro. está en manos de un organismo que, si bien tiene un importante componente estatal, jurídicamente es una ONG. la Liga Naval Argentina.
Y es desde allí donde parte la única alarma que -tal como la casi inaudible voz de Kate Winslet en 'Titanic' cuando suplicaba “come back” a quienes buscaban sobrevivientes en medio del mar- intenta alertar y salvar del naufragio a un bien del Estado que parece no merecer la atención de autoridades nacionales sumergidas en otras cuestiones.
En diálogo con Urgente24, el Presidente de la Liga Naval Argentina, Perito Naval, Fernando Morales, detalla.
Y agrega, “Sucesivamente se han “elegido” administradores por el dedo de COVIARA organismo de defensa que detenta una aparente mayoría en esta suerte de consorcio ficticio. Así fue como hemos tenido un administrador que literalmente vació la cuenta corriente del consorcio, pidió disculpas y se fue, pasando por algunos que constituyeron la sede de su administración en una oficina de la propia empresa estatal y con dos experiencias más recientes que son para el olvido”.
Compenetrado en el relato, Morales continua: “Debo reconocer que en la actualidad la persona que ejerce la administración de este inmueble llegó al cargo de la mano de la institución que presido, pero está visto que poner a un particular a manejar un bien del Estado no es racional administrativamente hablando, hoy estamos por lejos mucho peor que hace un año atrás el descontrol es total”.
Otro de los consultados por Urgente24 señala: “Tal vez porque los funcionarios políticos con quienes convivimos están muy ocupados con la rosca preelectoral, viendo que será de sus vidas luego de la partida de Alberto Fernández o porque sencillamente no tienen la menor conciencia de lo que significa la palabra cuidar los recursos (siempre escasos) del Estado que solo en esta propiedad la Nación dilapida millones de pesos al año en servicios caros, malos o inexistentes”.
“Hasta hace muy poco tiempo y aunque parezca una broma de mal gusto, se dilapidaban mensualmente cientos de miles de pesos en 'seguridad', porque el Ministerio de Defensa de la Nación no podía hacerse cargo con alguno de los muchos agentes federales que tiene a su disposición”, añade una funcionaria de la LNA
Urgente24 pudo saber que, a partir de la orden a la administradora del edificio de contratar a una persona para realizar la limpieza del edificio, por un “error” se contrató a una empleada de la propia COVIARA como “portera”, con el agravante que posteriormente hubo que contratar a una empresa de limpieza ya que la ahora encargada sigue cumpliendo sus funciones en la dependencia estatal.
Por falta de compromiso o por desidia, la cuenta corriente del “consorcio”, que suele acumular millones de pesos resultado de las abultadas e inexplicables expensas que el Estado se paga sí mismo pero que van a una cuenta privada, están en manos de una sola persona (la administradora) que se auto percibe con la autoridad suficiente para decidir el destino de esos fondos públicos.
Si la inflación corroe los presupuestos hogareños, en el caso particular de esta propiedad el índice de aumento de precios es estratosférico, poner un ojo en la liquidación de expensas es alucinante:
- una cerradura para un baño a $ 55.000;
- una manija por $ 60.000.
Cuantiosos arreglos de plomería hechos por un electricista, miles de pesos en fotocopias que no llegan a nadie. Una caldera desaparecida y cientos de miles de pesos literalmente derrochados en facturas de electricidad por la sencilla razón de que a nadie se le ocurre apagarlas ni de día ni de noche.
En medio del derroche,
- la instalación eléctrica del edificio esta al borde del colapso,
- los ascensores funcionan al filo de la legalidad y
- los enormes ventanales que dan a la calle no pueden ser abiertos dado el riesgo de que -literalmente- caigan sobre quienes transitan por la vereda.
Curiosamente, el propio Estado le adeuda al “consorcio” varios millones de pesos en concepto de expensas y esa deuda genera intereses que son puntillosamente reclamados por quien administra el edificio (del propio Estado), lo que genera pedidos de dispensa de pago con recargo por mora los que normalmente no son atendidos. (Teléfono para la SIGEN).
Si una frutilla le faltaba a este postre, desde la propia Liga Naval Argentina se informa que desde hace tiempo intentan (ejerciendo una facultad que la ley otorga a todo copropietario) tomar vista de los comprobantes de pago de los últimos años habiendo sido informados por la administración del edificio que los mismos se extraviaron…
Tal vez la historia sea muy menor en el marco de las angustias cotidianas que ocupan el tiempo y la mente de los argentinos. No obstante, recordando un viejo dicho que reza, “quien puede hacer lo más puede hacer lo menos” cabe preguntarse sin quien no puede administrar lo menos… puede pretender administrar lo más?
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