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TIMOTHY POWER

A la Grieta: Sociedad polarizada no tiene Presidente popular

La Grieta parece una característica de la democracia contemporánea: Argentina, Brasil, USA... Aquí una advertencia muy interesante de Timothy Power.

Timothy Power, politólogo de la Universidad de Oxford, fue consultado por Angela Pinho, para Folha de S. Paulo, acerca de las sociedades polarizadas -en argento básico, 'la Grieta'-, y cuál es el margen para un gobierno popular tal como el que ambiciona Luiz Inácio Lula da Silva.

Es difícil que un Presidente tenga la aprobación de más del 50% de la población en sociedades muy polarizadas como las de Brasil, Argentina y USA: podría resultar una conclusión luego de leer la entrevista a Timothy Power, jefe de la División de Ciencias Sociales de la Universidad de Oxford (Reino Unido) en Folha.

Power, quien habla portugués, es considerado en Oxford como un especialista en América Latina, y fue el orador en un evento organizado por la Fundación Lemann y la Escuela de Gobierno Blavatnik, en Oxfordshire.

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Timothy Power, latinoamericanista en Oxford.

Timothy Power, latinoamericanista en Oxford.

El desafío de 'reventar la burbuja', en su opinión, es válido incluso para el presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva (PT), personaje que Power considera un caso único por liderar el mismo partido en democracia durante más de 40 años.

Según él, será difícil para Lula crear, tal como hizo en 2003, una base amplia de apoyo o consensos, porque enfrenta un fenómeno inédito: el bolsonarismo organizado, que trasciende al propio Jair Bolsonaro.

Según su enfoque, es fundamental que Lula da Silva no acepte la provocación y se mantenga enfocado en apuntar al centro de la coalición de gobierno.

Para Power, un personaje clave en este desafío es la ex precandidata presidencial y ahora senadora aliada de Lula da Silva, Simone Tebet. El obstáculo que enfrenta Tebet es que no logró una gran cantidad de electores. Para Urgente24, por perfil similar es decisiva la influencia del vicepresidente y ex gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckim.

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Simone Tebet, una aliada que puede ser importante para Lula da Silva siempre que recupere la popularidad de la campaña proselitista, antes del comicio, cuando sufrió fuga de votos.

Simone Tebet, una aliada que puede ser importante para Lula da Silva siempre que recupere la popularidad de la campaña proselitista, antes del comicio, cuando sufrió fuga de votos.

Comentando la caída de Liz Truss como 1ra. ministra británica, Lula da Silva dijo que ella no era "lo suficientemente grande" para enfrentar la crisis en el Reino Unido. ¿Lo es Lula para enfrentar la crisis social y los bolsonaristas acérrimos todavía protestando frente a los cuarteles militares?: una pregunta que le hacen a Power, y él repite sin respuesta aún.

Power recordó el recorrido de Lula da Silva desde 2002 y cómo logró que el Partido Trabalhista se ampliara hacia el centro.

En 2003 y 2004, el gran logro fue incorporar al gobierno al PMDB, que por entonces era muy grande pero ahora se llama MDB y es pequeño. Otro nuevo aliado del PT es el otrora poderoso PSDB -un desprendimiento del PMDB- pero hoy día tiene el mismo tamaño que el PSOL. El problema es que el centro político brasilero perdió volumen y profundidad a manos de la polarización -que le permitió ganar a Lula da Silva, dicho sea de paso- y destrabar esa situación es muy importante para que el futuro Presidente pueda convencer a diputados electos en estados que votaron por Bolsonaro.

"El costo de ingresar al gobierno del PT en 2003 era más bajo que en 2022 si vienes de un estado como Santa Catarina, Paraná y el Distrito Federal", recordó Power.

Por si faltara algo, está la situación económica exterior, que no presenta las mismas condiciones favorables que en 2003.

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Geraldo Alckmin es el vicepresidente electo y clave para que Lula da Silva se dirija al centro.

Geraldo Alckmin es el vicepresidente electo y clave para que Lula da Silva se dirija al centro.

La entrevista

-¿Ve alguna posibilidad de que Lula da Silva termine su mandato con un 83% de popularidad, tal como sucedió la vez anterior?

-Creo que en sociedades polarizadas ya no hay lugar para Presidentes populares. Por ejemplo, en Estados Unidos ya no habrá un Presidente popular, porque el techo de aprobación es del 50%, inamovible. Lula da Silva, con mucha suerte, podría hacer eso, pero el techo será mucho más bajo que el 83% del pasado.

-¿Por qué es difícil que un Presidente hoy en día obtenga más del 50% de popularidad?

-Las tasas de rechazo de Lula da Silva y Bolsonaro fueron muy predecibles a lo largo de 2022o, con un 45% a 55% de votantes que rechazaron por completo la propuesta del otro. Eso se mantiene, por lo que hay un 'techo de cristal' del 50%, un poco más, de popularidad para el Presidente en el 1er. año. Cuando pase la resaca electoral, y si las condiciones externas mejoran un poco, Lula puede subir ese 'techo', pero partirá de una base muy afectada por la resaca electoral. En Estados Unidos es lo mismo, Joe Biden y Donald Trump nunca superarán el 50%.

-¿Hay algo que el gobierno electo pueda hacer para perforar el muro de polarización entre las 2 casi mitades del electorado?

No será fácil. En la campaña, Lula da Silva dio señales de querer derribar ese muro. El gran contraste fue la nominación de los respectivos candidatos a vicepresidente. Todos saben que el candidato a la vicepresidencia no agrega mucho volumen, pero tiene un gran valor simbólico para señalar a los opositores al centro. Lula da Silva eligió a Alckmin. Bolsonaro tuvo la misma oportunidad pero eligió reemplazar a un general por otro general. Podría haber cambiado el rumbo en una elección tan reñida. Ahora bien, elegir o designar no es lo mismo que ganar escaños en la Cámara u organizar un gobierno de transición. Lo importante es repetir el ejemplo de Alckmin en los cargos ministeriales. Los primeros nombres que vemos anunciados provienen del PT. Debería haber más nombres de carácter simbólico, como Alckmin, pero en puestos importantes. No será fácil. En la campaña, Lula da Silva dio señales de querer derribar ese muro. El gran contraste fue la nominación de los respectivos candidatos a vicepresidente. Todos saben que el candidato a la vicepresidencia no agrega mucho volumen, pero tiene un gran valor simbólico para señalar a los opositores al centro. Lula da Silva eligió a Alckmin. Bolsonaro tuvo la misma oportunidad pero eligió reemplazar a un general por otro general. Podría haber cambiado el rumbo en una elección tan reñida. Ahora bien, elegir o designar no es lo mismo que ganar escaños en la Cámara u organizar un gobierno de transición. Lo importante es repetir el ejemplo de Alckmin en los cargos ministeriales. Los primeros nombres que vemos anunciados provienen del PT. Debería haber más nombres de carácter simbólico, como Alckmin, pero en puestos importantes.

-¿Cómo se llegó a este grado de polarización?

-Hay una distinción entre polarización macropolítica y micropolítica. En macropolítica uno define quiénes son los enemigos y no se posiciona en términos de políticas o decisiones públicas, simplemente sabe que, si esa idea vino del otro lado, es una mala idea y ya no hay necesidad de debate. Tiene mucho que ver con la difusión de las redes sociales, la simplificación de los mensajes, la velocidad, la desinformación, la falta de verificación de datos. La polarización micropolítica es otra cosa. Es la polarización en las familias, en la mesa, en el lugar de trabajo, en la calle. Es el estrés que la polarización política impone en las relaciones interpersonales, para mí, algo fuera de la tradición brasileña.

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Jair Bolsonaro, el hombre de la Grieta que no entendió que reducirla era su única opción ante Lula da Silva.

Jair Bolsonaro, el hombre de la Grieta que no entendió que reducirla era su única opción ante Lula da Silva.

-¿Cuáles son las posibles salidas?

-Para la polarización micropolítica, no hay una respuesta fácil. La polarización macropolítica, por otro lado, puede romperse con una acción inteligente por parte de las élites. En Brasil, siempre ocurrieron 2 instituciones que mitigaron la polarización en la maquinaria política. El primero: ningún Presidente llega con una mayoría prefabricada, entonces la gente tiene que formar una mayoría a través de negociaciones y coaliciones nacionales. Luego, la gobernanza multinivel, municipal, estatal y federal. Muchos países tienen sólo 2 niveles o 1. Pero con 3, las coaliciones y familias políticas son a veces incongruentes entre niveles. Los políticos brasileños ya están acostumbrados a estas inconsistencias, y esto ayuda a romper la polarización que existe en una elección presidencial. Los años 2002 y 2022 fueron para decidir el nombre del futuro Presidente, pero la formación de gobierno y la práctica de ejecutar políticas públicas despolarizan. Y Lula da Silva es un maestro en hacer coaliciones impredecibles. Le gusta reclutar al enemigo. Entonces, será más difícil en 2023 que en 2003pero tampoco es imposible.

-¿La polarización son solo las redes sociales o puedes pensar en otros factores?

-Instituciones políticas, organizaciones y movimientos sociales perdieron terreno frente a las redes sociales. Cuando Lula da Silva formó un partido, el arma más poderosa del PT eran los sindicatos. Pero hoy, una cuenta de WhatsApp puede tener el mismo valor que una CUT [Central Única dos Trabalhadores], porque la agilidad y el costo de movilización se han reducido mucho. Esto genera mucha imprevisibilidad y es muy diferente a una campaña tradicional, con partidos, sindicatos, movimientos sociales con banderas y plataformas consistentes. Hoy, incluso en años no electorales, las redes sociales siguen muy activas. Y esta es otra característica del populismo. El populista, cuando gana, no gobierna, sigue en campaña. Era una característica de Bolsonaro y Trump. La inmediatez política está muy acentuada en este momento.

-¿Cuáles son los posibles puntos de diálogo con los bolsonaristas?

-Un pacto nacional para incentivar el crecimiento económico sería el N°1, y el N°2 es la reconstrucción de los servicios públicos, la salud, la seguridad ciudadana. Los temas culturales, de identidad y derechos reproductivos reabrirían la polarización electoral.

-Es una preocupación frecuente: ¿Qué pueden esperar las minorías tal como la población LGBTQIA+ de un gobierno como el que viene?

-Si participara en algún movimiento social en Brasil, sería muy optimista, pero optimista sobre los últimos 4 años, no sobre la agenda total de los grupos. El PT tiene una tradición de llevar los movimientos sociales al seno del gobierno pero ahora la creación de secretarías especiales, por ejemplo, es más difícil, porque inflaría el tamaño de la Secretaría General de la Presidencia con poca rentabilidad política para el gobierno. Durante su mandato, Lula da Silva aumentó el número de ministerios, tal como Cidades o el aplicado a la reforma agraria, creados para albergar 'cuadros' del partido. Me parece una estrategia obsoleta y poco efectiva en este momento.

-Lula da Silva ya ha declarado que no quiere postularse para la reelección en 2026. ¿Qué cambia esto para las fuerzas internas del gobierno?

-En varios otros momentos del pasado, Lula da Silva ya había planteado la hipótesis de que el PT apoyaría otro nombre fuera del partido, tal como Eduardo Campos. Siempre hubo resistencia interna. Pero creo que decir eso también es un mensaje interno para el partido de que es hora de empezar a pensar en nombres post-Lula. Es muy difícil pensar en otros ejemplos de partidos políticos que hayan tenido el mismo líder durante 43 años.

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Lula da Silva en los festejos. Gobernar es otra cosa pero él tiene experiencia aunque 2002 no es 2022.

Lula da Silva en los festejos. Gobernar es otra cosa pero él tiene experiencia aunque 2002 no es 2022.

-Simone Tebet, si llega al gobierno, estará en una situación peculiar, porque el gobierno albergará a alguien que muy probablemente competirá contra un candidato del PT en 2026. ¿Cómo analiza su situación?

-Su comportamiento electoral (el de Tebet) fue extremadamente valiente. Arriesgó todo para apoyar a Lula da Silva, sabiendo que si fallaba en esta estrategia, su carrera política se acabaría en 1 minuto. Si Bolsonaro hubiera ganado, le habría sido muy difícil continuar, pero ella acertó en la apuesta. Creo que es importante que Lula da Silva la utilice para alcanzar a los sectores económicos a los que la izquierda tiene poco acceso. Ahora... ella tuvo el 4% de los votos para Presidente... no es algo que le dé mucho poder político a sus electores.

-¿Cómo evalúa el papel del Poder Judicial en el proceso político?

-[El Ministro de la Corte Suprema y presidente del Tribunal Superior Electoral] Alexandre de Moraes es una persona que defendió enérgicamente la autonomía de la Justicia Electoral justo en el momento en que la Justicia Electoral necesitaba esa energía. Obviamente, es una personalización muy fuerte de la imagen de la Justicia Electoral. Podemos imaginar una utopía democrática, en la que nadie sepa el nombre de ningún integrante de la Justicia Electoral o de la Corte Suprema, tal como fue hace 30 años en Brasil, pero ya no es así. Pero creo que todo poder tiene que defender su autonomía. Y Moraes lo hizo en forma impecable.

-¿Qué otra diferencia destacaría en relación con el escenario internacional?

-Algo que realmente admiré del proceso electoral fue la velocidad del sistema electrónico de conteo de votos. Sabíamos que era así, pero no sabíamos el valor de esta agilidad en el contexto político. Las votaciones terminaron a las 17:00 y antes de las 20:00 ya se conocían las felicitaciones a los triunfadores. Esto le quitó espacio a Bolsonaro y sus aliados para reclamar. El tiempo es importante, y Brasil llegó a una técnica electoral que acorta el tiempo de reconocimiento del resultado final, dando legitimidad al resultado en pocos minutos. En Estados Unidos, entre la elección del 04/11/2020 y la certificación del Senado, pasaron 2 meses para que la gente de Trump preparara acciones desestabilizadoras y premeditadas.

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