Bruce Willis cumple 70 años con una vida de película: pasó de ser un muchacho tartamudo a una estrella de acción, dejó huella con Duro de Matar y muchos éxitos más. Hoy enfrenta su batalla más difícil contra la demencia frontotemporal, pero lo que es sigue intacto: un héroe distinto, carismático y con más actitud que balas.
UN ETERNO JOHN MCCLANE
70 años de Bruce Willis: El héroe que dejó de tartamudear y perdió las palabras
Bruce Willis, el gran ícono de la acción, cumple 70 años. De 'Duro de matar' a luchar contra la demencia, personificó héroes imperfectos con pura adrenalina.
Bruce Willis: De barman a romper todo en Hollywood
Walter Bruce Willis nació en 1955 en Alemania, pero su historia arrancó fuerte en Nueva Jersey, donde su familia se instaló cuando él era un nene. Su padre era soldador y su madre trabajaba en un banco, así que no venía de cuna de oro precisamente. De chico tartamudeaba y lo cargaban en el colegio, pero cuando se subió a un escenario descubrió que actuando la traba desaparecía. Se metió en el club de teatro, se soltó y hasta terminó siendo presidente del consejo estudiantil.
Después de terminar la secundaria, hizo de todo para ganarse la vida: fue seguridad en una planta nuclear, transportó obreros en una fábrica y hasta trabajó como investigador privado, algo que después le serviría para su papel en Luz de luna. Pero lo suyo era el escenario. Se metió a estudiar actuación en la universidad, aunque no duró mucho: en los ‘70 se mudó a Nueva York y terminó sirviendo tragos en bares de mala muerte mientras perseguía audiciones.
Todo cambió en 1985, cuando se presentó a un casting para la serie Luz de luna. Se anotaron 3.000 candidatos, pero el rol se lo quedó él. Con su onda relajada y su chispa, conquistó a la audiencia y se ganó su primer Emmy. Pero lo que lo llevó a la cima fue un papel que nadie esperaba: John McClane en Duro de Matar.
En esa época, los héroes de acción eran musculosos y perfectos, tipo Schwarzenegger o Stallone. Pero McClane era distinto: un policía común, medio desprolijo, con mala suerte y más puteadas que balas. A los productores les daba miedo que Willis no funcionara, pero la rompió toda. Hizo sus propias escenas de riesgo y convirtió la frase "Yippee-ki-yay, motherf***er" en un clásico del cine. A partir de ahí, su carrera explotó. Vinieron más Duro de matar, Pulp Fiction, El quinto elemento, Armagedón, El sexto sentido y Sin City. Podía hacer reír, emocionar o explotar un edificio sin despeinarse.
El retiro obligado y una batalla complicada
Después de décadas arriba de todo, los últimos años de Willis empezaron a ser raros. Sus películas eran cada vez más chicas, con pocos diálogos y escenas cortas. Se decía que necesitaba ayuda para recordar sus líneas y que algo no andaba bien. En 2022, su familia confirmó la peor noticia: le habían diagnosticado afasia, un trastorno que afecta el habla y la comprensión, y tenía que retirarse.
Un año después, la situación se puso aún más dura. Los médicos descubrieron que su problema era parte de algo más grande: demencia frontotemporal, una enfermedad neurodegenerativa que no tiene cura y que afecta la comunicación y la memoria. Sus seres queridos contaron que ya le cuesta entender lo que le dicen y que cada vez es más difícil conectar con él.
Hollywood lo despidió con homenajes y mensajes de cariño. La gente que trabajó con él siempre habló de su buena onda en los sets, su profesionalismo y su humor filoso. Hoy, Willis enfrenta la pelea más difícil de su vida, que es fuera de cámara, pero sigue rodeado de su familia, con su esposa Emma Heming y sus hijas bancándolo a full. Más allá de la enfermedad, Bruce Willis no solo dejó personajes inolvidables, sino que redefinió lo que podía ser un héroe de acción: vulnerable, carismático y siempre dispuesto a una última pelea.
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