ECONOMÍA

TRABAJO

Córdoba, la foto de un país desempleado

El relevo del último trimestre del 2020 develó que en el Gran Córdoba hay unas 255 mil personas que tienen problemas de empleo. Entre ellos, unos 98 mil no tienen trabajo. Si bien la imagen mejoró respecto a los meses de cuarentena, la desocupación sigue siendo alta respecto a la pre-pandemia. Otra gran ciudad argentina azotada por la falta de productividad.

CÓRDOBA. El 2020 fue un año para el olvido en materia económica, y los últimos números que recién están llegando, se presentan como una sombría foto de un pasado no tan pisado. El último trimestre del 2020, que comprende los meses entre octubre y diciembre de ese año, arrojaron una leve mejora con respecto a los análisis inmediatamente anteriores, donde primó la parálisis social, aunque son altamente peores si se mira la imagen del 2019.

En Córdoba, una de la ciudades de mayor población de Argentina y con una fuerte cantidad de empleo privado, los datos no son muy agradables. Según el Indec, el Gran Córdoba (que comprende a la ciudad capital y alrededores) alberga a unas 255 mil personas con problemas ocupacionales. 

Esto quiere decir que 255 mil personas no tienen un trabajo estable, que pueda atender sus necesidades básicas. Entre ellos, 98 mil no tienen ningún tipo de ocupación, lo que preocupa demasiado. 

Estos números dejaron al 2020 en el Gran Córdoba con una tasa de desocupación promedio de 14,3%, superando en 23,1% al 2019 (11,2%), y posicionándose por encima del promedio del país (11%), habiendo arrastrado a 28 mil personas a ser nuevos desempleados. La mayor “inflamación” del fenómeno ocupacional se vio durante el 2 trimestre, cuando se alcanzó un pico de 130 mil desempleados. 

En cuanto a los puestos de trabajo, el último relevo reveló que unos 8 mil puestos han sido eliminados con el paso del año pasado, de 660 mil a 652 mil. La tendencia a la baja de cantidad de puestos de trabajo y a la alza de cantidad de desempleados es muy notoria en Córdoba, sobre todo en los últimos cuatro años. 

Por ende, si bien este problema se acentuó el año pasado con la pandemia, es un síndrome que el Gran Córdoba viene sufriendo, siendo que es uno de los principales centros de empleo privado del país. En 2017, el promedio de desempleo se situó en 8,4%, luego en 2018, creció a 9,8% con la corrida cambiaria, para llegar a 2019 con un 11,2%.

Otro dato alarmante es el crecimiento de la informalidad. Gran parte del mercado laboral está absorbiendo a empleados en condiciones irregulares.

Muchos de ellos son contratados por pocas horas y en negro, algo que precariza el trabajo, aunque los pretendientes se encuentran en un callejón sin salida al respecto. En Córdoba hay unas 150 mil personas que tienen algún tipo de irregularidad en su empleo.

Como se puede ver, el mercado paralelo del trabajo es el que más ha crecido, y por allí se encauza la problemática del desempleo. Estas situaciones irregulares, si bien sacan de la marginalidad a las personas, tampoco llegan para satisfacer sus necesidades plenamente. 

En relación con otras provincias del país, Córdoba ha reprobado la materia de recuperación laboral, al igual que Rosario y el Gran Buenos Aires. Pero eso se explica por el tipo de empleo que existen esos lugares. 

La provincia mediterránea solo tiene 26% de empleo público sobre el total, mientras que otras alcanzan el 70% de empleo público sobre el total. Esto explica la falta de reactivación en ciertos sectores del país, que representan el verdadero motor económico. 

En concreto, Córdoba alcanzó durante el 2020, niveles de desempleo poco vistos, posicionándose como el cuarto peor periodo laboral de la historia desde que se mide. Sobre el cuarto trimestre, llegó una leve recuperación formal dentro del mismo año, pero dejando números impactantes si se compara con años anteriores. 

15,4% es la pérdida del poder adquisitivo real promedio que Córdoba viene sufriendo desde 2015 hasta el último trimestre del 2020. y el horizonte marca que, sin estabilidad económica, el mercado laboral se seguirá contrayendo y la base de desempleo que se agrandó con la pandemia podría solidificarse, dejando a una generación sumida en la pobreza, y aumentando este flagelo estructural. 

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