OPINIÓN

DISCURSO CON FECHA DE VENCIMIENTO

Tipo de cambio, tasa de interés y elecciones

Luis Rizzi: "Es probable que unos y otros deban ponerse un barbijo, taparse la nariz y asumir que salir de decenas de años con una inflación crónica, no será “…ni fácil ni sencillo…” como nos podría decir el recordado Charlie Fernandez."

La demagogia política se ha ido desplazando hacia la demagogia económica, como medio para mantener o conseguir el poder, según se trate de oficialismo u oposición.

Willy Kohan escribía en “El Cronista” que la cuestión de fondo es que los argentinos le reclaman al gobierno 50% de tasa no sólo por la elevada inflación sino por las expectativas de devaluación y obvio el gobierno les concede más, casi el 60%.

Queda claro que de ese modo se pretende que la “moneda mala” no desplace a la buena y la gente se mantenga en pesos, claro está a un precio muy alto dado que las “Leliq” devengan casi US$ 16.000 millones al año de intereses. 

Paradójicamente vendría a ser el precio de mantener controlado el precio del dólar, la moneda buena, con relación al “peso”, la moneda mala.

Convendría aclarar que no son todos los argentinos los que piden altas tasas de interés ya que precisamente hay una convicción, diría generalizada, que este tipo de tasas  frena lo que se da en llamar “la economía real”, y facilita la especulación garantizada, un verdadero oximorón aunque de patas cortas ya que esta garantía existirá hasta las vísperas electorales. 

Nadie muere en las vísperas como dice el refrán, salvo este juego de tasas y tipo de cambio, que tiene fecha cierta de vencimiento. 

Luego se verá.

Diría al revés, lo que pide la mayoría de los argentinos es que  este nivel de tasas se reduzca a “limites racionales”, pero en ese supuesto la “moneda buena” seria la que barrería a la “moneda mala” y obviamente su precio subiría, Dios sabe hasta dónde, dado que nuestra “economía real” genera pocos e insuficientes dólares y el resto ingresan en concepto de préstamos que hay que pagar con tasas de interés también extravagantes, pero en moneda dura.

Lo que quiero decir es  que esta demagogia económica no puede terminar bien ni para el oficialismo ni para la oposición si llegara a ganar, ya que ambos se encontraran contra la realidad “real” cuya crueldad variará según el color del próximo gobierno. 

En este punto lleva ventaja el “oficialismo” mientras cuente con el apoyo de Donald Trump y este continué en la Presidencia de USA. 

Esto no quiere decir que sea mejor ya que gran parte del esfuerzo deberá dirigirse hacia el pago de la deuda que en definitiva está asimismo financiando la campaña electoral del gobierno, sin necesidad de recurrir a las prácticas puestas de manifiesto en los juicios de los famosos cuadernos ni a pagos ocultos de color negro en la “buena moneda”. 

Este financiamiento es público y notorio y no se oculta, es absolutamente transparente.

Si uno quiere ser molesto deberíamos agregar que se han congelado las tarifas de los servicios públicos y se han concedido beneficios para alentar el consumo, cayendo en la trampa de la oposición que cree y predica que mediante esa vía se recuperará la economía real y bajaría la inflación, por cierto nominalmente va en esa dirección, pero ¿cuánto hay de inflación reprimida…?

Juan José Llach decía en el diario “La Nacion”  con relación al consumo que el Frente de todos y Consenso Federal coinciden en que hay que atacar a la inflación reactivando el consumo, y concluye: “…Si fuera tan fácil, hace años que la inflación habría pasado a la historia.” 

Es obvio que esas medidas también demagógicas tienen su precio ya que en la vida es imposible impedir las consecuencias de las propias acciones y en economía es más imposible aún.

La oposición para romper este juego por boca de Alberto Fernández, se quejaba por el supuesto atraso cambiario y la necesidad de bajar las tasas de las “Leliq” lo que nos vuelve a llevar al punto de partida, el riesgo que la “moneda buena” nos lleve puestos.

El facilismo  que es la forma del populismo  está a la orden del día y parafraseando a Alberto Fernández podríamos decir: “con la oposición no alcanza, sin el oficialismo no se puede” o al revés “con el oficialismo no alcanza, sin la oposición no se puede”.

Es probable que unos y otros deban ponerse un barbijo, taparse la nariz y asumir que salir de decenas de años con una inflación crónica, no será “…ni fácil ni sencillo…” como nos podría decir el recordado Charly Fernandez. 

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