OPINIÓN

DÍAS DE PANDEMIA

La soledad de Spinetta, Cerati, Atahualpa y Rodríguez Larreta

Todavía no se entiende mucho el enojo de muchos integrantes del grupo de riesgo etario ante la exigencia de Horacio Rodríguez Larreta de que permanezcan en sus hogares porque son los más indefensos ante el virus que anda por las calles. El 'Bigote' Acosta, integrante del grupo de riesgo, intentó encontrar alguna explicación a la sinrazón, y así nació este contenido:

Este viernes pasado (18/04), después el sábado y ahora para siempre, varios columnistas quieren cambiar un eje y quitar el coronavirus como nudo de sus sesiones con analistas, por ahora lejanos.

La peste en mi pago trae controversias difíciles. Para muchos Rodríguez Larreta es peor que el coronavirus. Es asombroso como los opinadores profesionales toman un punto y desde allí juegan a la calesita de la sortija esquiva. Hay una peste mundial, coronavirus. El juego es con alguien que, esto si es serio, se equivocó en la comunicación. Lograron desviarse de si mismos. Tenemos un enemigo. Pelado y de “derechas”. No es el coronavirus. Error.

Tengo miedo, soy mayor de 70 y tengo miedo. Tengo mucho miedo, las noticias se filtran y lo agrandan.

Voy a números redondos. En ese chiquito espacio que es CABA, la única ciudad real del país, viven 4.000.000 de personas. Pongámosle que los viejos fuesen nada mas que 400.000  que de ellos se pondrán graves el 5% y tendríamos 20.000 viejos en estado grave. El porcentaje es válido para Rosario, para Córdoba, para cualquier ciudad con un millón de habitantes

Ya se sabe que nos ataca mas a nosotros, los viejos, que a los jóvenes. El coronavirus ataca,  no el pelado Larreta.

Las defensas son no toquetearse, respirar lejos del otro, porque también es uno a uno el contagio, quedarse en casa, lavarse las manos. Rezar si tiene alguna fe. Pensar que es la ley de las trincheras y la bala del fusil enemigo le pegará al de al lado.

Ya se sabe, ya hay textos que lo cuentan, que cuando faltan las camas, porque el coronavirus se expande, los enfermeros, los médicos elijen a los más “salvables”, los más sanitos, los que tienen más futuro y esa decisión es de un tipo cualquiera en un hospital y mire: enloquezco y donde aparezca con mis canas, mi pelada, mi vejez y mis bigotes, agitadísimo, enfermo, débil, contagiado, el respirador pasa de largo y me muero.

De eso me está avisando Larreta. Puedo traducirlo a lo que entiendo. Ataca a los más viejos, que ocupan mas camas, el 71% de los muertos son viejos, no tienen nada más que producir a la sociedad, la sociedad debería devolverles afectos por su vida útil y en esta peste taponan respiradores, camas, esperanzas de los otros, los que tienen vida productiva si se salvan. Si se quedasen en casa morirían menos, bajaría el porcentaje. Pero los viejos son porfiados, no hacen caso, se olvidan, los hijos les dan poca bola, los nietos menos, hay muchos que viven solos. Los viejos, incluyámonos, somos una joda.

Ahora si el asunto es que el Estado no previó esto creo que banco, que apoyo al Turco Asís, es el viejo habitante del Bar La Paz, que cambió por el Florida Garden, el compañero Oberdán dice: este desastre mundial les permite esconder el desastre argentino de una década malísima en números macro y en el bolsillo de todos.

Otro ahora: ahora sí el asunto es la militancia y vamos, hagamos del pelado Larreta el enemigo a despedazar; lo cierto es que eso que dijo (a medias, todo a medias, mal comunicado, sin resolver finalmente, casi, casi un globo de ensayo) bueno, eso da para el enojo porque es riguroso: a nadie le gusta estar encerrado y que le digan, si salís es muy probable que te enfermes, contagies, aumentes el pico de los infectados, le jodas la vida a la población, tengamos que atenderte y finalmente te mueras porque el 71 % de los que se enferman y se mueren son viejos y eso es una joda, mi viejo.

Otro ahora del ahora: ahora si las personas que se levantan indignadas, todas personalidades públicas, están por esas calles, que ya no son sus calles, son unas calles cualquiera, camino de cualquier parte, como dice la copla, bueno, bueno, bueno… vamos de nuevo. Defienden la libertad de que… de transitar libremente. Quiero quedarme en casa por mi propia decisión, no por pedido del Pelado. No quiero que el Pelado Larreta me mande. Esos son principios y no jarabe de pico. Los admiro.

Para ellos que, se advierte que son letrados, personas “que si leen y escriben” les presto voces que me acompañan cuando doy 100 pasos por vez, para llegar a mil en 10 vueltas al sitio donde vivo. Y así 5 veces a la mañana y 5 a la tarde, para los 10.000 pasos que le recomendaban al Papa en la peli (no los conmovió solo y a las señas en esa plaza… já, pavada de mensaje de Pancho Franciscus)

El drama de la conversación, hablarle a la pared y enfrentar a los fantasmas es un buen desafío. Yo arranco con la línea del poema de Neruda. “Simple como un anillo”. O esta: “estoy mas solo que un caballo solo”. También Machado: “quien habla solo espera hablar con Dios un día”… estos hermanos …porque el otro escribía: “con doce de los suyos al destierro, polvo sudor y hierro el Cid cabalga”... Con 12 y sin Charlton Heston… uff.

Para la tercera vuelta de los pasos, sin distracción Beatriz, sin distracción Pola, sin distracción Alicia… ya estoy cantando una de las mas bellas canciones al amigo, un texto que incluye esto:

"La soledad es un amigo que no está
es su palabra que no ves llegar igual.
Si es que sus sueños son luces en torno a ti
tu te das cuenta que él ya nunca ha de morir,
nunca ha de morir."

Spinetta /Molinari bancan con seguridad, a como dé lugar. Pototo más todavía.

Cuando pego la vuelta en el encierro ya vengo distraído y me acomoda la canción de dos que no se podían ver, por razones mas que obvias y que a uno de ellos lo llevó a escribir esto: 

“Refugiados sobre el diván
Agitados por nuestras formas
Algo ocurrió
Una extraña sensación
Un presentimiento
Tuve que dejar de hacer el amor
En el momento… 
Fui en busca, de un abrigo
Encendí, un cigarrillo
Y ahí lo vi
Un misil en mi placard."

Gustavo Cerati, ante la ausencia de la persona amada en su casa, en su dormitorio, en su lecho es claro: tiene  la misma sensación de los ofendidos con más de 75 años que necesitarían salir pero no pueden y los versos los definen: un misil en el placard.

En la última vuelta de mi caminata de living, como los presos, sin haber agarrado el telefonito ni una sola vez, vuelve parte de esta lectura de un libro de Galasso. Una biografía donde cuenta: “Fue en esos tiempos que me tocó ir cruzando por los montes boscosos de Anta, en Salta”… “Aunque a mí nunca me gustó cazar” … ”Sería más o menos hacia el año 44. Comencé el camino en los cerros de Raco y seguí por el Alto de Anfama hacia Tafí del Valle, tomé el sendero de los valles y fui a dar en Lumbreras, cerca del río Piedras, doce leguas adentro de Ruiz de los Llanos. Qué se yo si era el 44. Hará de esto una temeridad de años… Se me ocurrió meterme en la estancia de los Matorras, sobre los mismos cerros de Anta. Allá estaba con mi amigo el ‘Mushinga’ Ruiz Huidobro, asando una corzuelita recién cazada, cuando pasó un hombre arreando hacienda. Junto a nosotros había un puestero, cuidador del cerro (en esa clase de estancias, los cerros tienen cuidadores) al que invitamos a almorzar para que nos disculpara el hecho de haber cazado en la zona”... “Estábamos a la orilla de un río chiquito y pasó un paisano arreando una tropita de veinte vacas” … “Iba yendo por la costa de una sendita sin alambre. Punteaba un novillo viejo y los demás lo seguían, mansos. Se llamaba el arriero Antonio Fernández. Le decían ‘Don Anto’, según lo supe cuando el cuidador del cerro lo reconoció y lo saludó con sus buenos días. ‘Buenos días, buen provecho’, contestó el hombre. Nosotros no habíamos comido todavía así que lo del ‘provecho’ nos sonó a insinuación. ‘Bájese don Anto’, le dijimos. –No –dijo él. Ya voy a venir más tarde en todo caso. Voy llevando esta hacienda para la finca. -¿Y por qué anda tan apurado? –le preguntamos. Encogiéndose de hombros el arriero contestó: –'Es que tengo que andar no más. ‘Ajenas culpas pagando y ajenas vacas arreando’ ...Se me pegó el refrán y ahí mismo lo anoté en unos papeles que llevaba en las alforjas. A partir de aquellos versos fui desovillando los otros: ‘Las penas y las vaquitas / se van por la misma senda / Las penas son de nosotros / las vaquitas son ajenas’. Así nació la canción ‘El arriero’, mientras casi de contrabando estábamos asando una corzuela…” Es en esa canción donde, además de los cuatro octosílabos que, desde 1949 y el disco de pasta, comportan la mas perfecta canción de protesta el poema dice “Amalaya la noche traiga recuerdos, que hagan menos pesada la soledad”.

Allí está el punto, el único punto de luz. Es ese el ombligo escondido detrás de la libertad que se reclama, libertad de esconderse si uno quiere. Es ese punto:…  ”recuerdos que hagan menos pesada la soledad“. El pelado debería entender a Atahualpa.

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