EXCLUSIVO 24

CUESTIONANDO A LOS JÓVENES VIEJOS

Del comunismo chino al peronismo libertario

Sorprende la agenda del peronismo gobernante en el año en que ha perdido gran parte de su economía productiva, consecuencia del frenazo por la pandemia: aborto, coparticipación para quitarle recursos al presidenciable Horacio Rodríguez Larreta, reforma de la elección del Procurador General, reforma judicial para evitar que vayan a prisión algunos corruptos, ¿y por dónde se recupera la riqueza perdida? El peronismo del siglo 21 es negacionista y, entonces, confía en un 'rebote' 2021 apalancado en el gasto público, nada más frustrante y limitado. Estos peronistas deberían reflexionar qué significa el peronismo

Después de 4 décadas de rápido y sostenido desarrollo, el PIB per cápita de China alcanzó los US$ 10.000 en 2020, pero la riqueza no se distribuye de manera uniforme. Una asignatura pendiente y no sólo porque gobierna un Partido Comunista.

Sin embargo, el problema de la Argentina es peor. Al final de 2020, tendrá un PBI por habitante similar al de 4 décadas atrás. La tasa anual promedio de crecimiento económico del período no supera a la tasa media anual de la evolución poblacional. Esto explica la pobreza apabullante y la pauperización masiva.

Según la web u24news.com, China ha eliminado la pobreza absoluta, un objetivo establecido por su presidente Xi Jinping hace 5 años, y definida como los individuos con ingresos anuales per cápita inferiores a 4.000 yuanes (US$ 608 anuales). Considerando el dólar promedio en la Argentina, es un nivel equivalente, en pesos, al del subsidio Potenciar Trabajo.

Ahora, el gran objetivo nacional chino es multiplicar su clase media en los próximos 15 años. Hoy día es de 400 millones de personas y pretende hacerla crecer entre 60% y 100%. 

La Oficina Nacional de Estadísticas de China defina como clase media a una familia de 3 personas (padre, madre y 1 hijo) en la que ingresan, al año, entre 100.000 renminbis (US$ 15.200) y 500.000 renmibis (US$ 76.000).

En cambio, la Argentina no tiene ningún proyecto nacional de incremento de su clase media. El peronismo que gestiona en 2020, carece de objetivos cuantitativos de recuperación de la clase media, que fue el origen del peronismo. Los peronistas 2020 conocen la letra de la Marchita pero ignoran su significado.

Sin utopías

El peronismo, tal como le sucede a la mayoría de los partidos políticos con representación parlamentaria, se ha quedado sin utopías.

Peor aún: perdió la audacia que caracterizó a Juan Perón, desde los días en el Departamento Nacional del Trabajo, escala previa a la Secretaría de Trabajo y Previsión de la Nación.

En cambio, el comunismo chino, con todos sus inconvenientes, se autoimpone, en medio de la guerra comercial con USA que dificilmente concluya con la salida de Donald Trump de la Casa Blanca, multiplicar su clase media como un objetivo de seguridad nacional: se trata de consolidar una genuina demanda interna que garantice su proceso de desarrollo, y así reducir el riesgo provocado por la volatilidad de su comercio exterior sometido a presión.

En 2020, la mayor ambición del peronismo es distribuir la mayor cantidad de subsidios posibles porque no puede generar suficiente empleo. Es cierto que tampoco lo consiguió su predecesor, Mauricio Macri. Pero antes tampoco lo consiguió Cristina Fernández de Kirchner.

Atrapados

Luego del cataclismo 2001/2002, la economía argentina rebotó en 2002/2003. Rebote no es desarollo. Y nunca fue un rebote tan dinámico como, por ejemplo, el de Corea del Sur cuando salió de su gran crisis de 1997. De todos modos le permitió al devaluador Eduardo Duhalde imponer su sucesor.

Sin embargo, los problemas ya eran verificables en 2005, en especial cuando irrumpen indicios de un futuro proceso inflacionario. La inflación es la negación del progresismo. El peronismo decidió ignorarlo y sus fundamentos son ridículos. El entonces ministro Roberto Lavagna diagnosticó que el problema se originaba en la inversión directa insuficiente y que se precisaba incrementar la oferta de bienes y servicios a través de acuerdos específicos.

Nadie le ha cuestionado aún a Lavagna su idea, fracasada, de evitar la inflación intentando acordar deslizamiento de precios a cambio de incremento de inversiones, rechazando el componente de emisión monetaria en el proceso inflacionario. Las vacas sagradas no se sacrifican, ya se sabe.

Néstor Kirchner despidió a Lavagna, aunque por otros motivos, intentó acuerdos de precios que no funcionaron, estableció una lista de precios máximos y decidió ignorar que la inflación empobrece a las familias. Pero el peronismo lo proclamó presidente del Consejo Nacional, sin elecciones. Se diría que un José Luis Gioja cualquiera.

Resulta inadmisible que un gobierno popular renuncie al combate contra la inflación. China puede plantearse una política de crecimiento de su clase media porque, para empezar, tiene una tasa de inflación anual cercana al 2%.

Que Macri subestimara o se desinteresara por la inflación podría explicarse hasta desde un punto de vista ideológico. Pero es inexplicable esa omisión para un gobierno que se dice 'nacional y popular'.

Es una contradicción comparable a la del pontífice católico Francisco hablando de renunciar a la avaricia y limitando la propiedad privada, desde el Estado Vaticano, ciudad-estado que resulta el mayor tenedor de reservas de oro: 80.350 toneladas. La mención de Jorge Bergoglio es porque se le conoce como 'el Papa peronista'.

Libertarios

Sin duda que en un país cuyas ideas huelen a naftalina ha resultado una bocanada de oxígeno la irrupción, desde la derecha, de los llamados libertarios. Su batalla cultural al menos obliga a las otras fuerzas sociales y políticas a cuestionarse algunos de sus conceptos básicos.

Es muy interesante que los libertarios comprenden e interpretan mejor que el peronismo la revolución económica 1989 / 1999, que protagonizó un gobierno peronista.

Con todos sus errores, aquel peronismo provocó el mayor proceso de modernización e inversión directa de la historia argentina reciente, expansión que no ha podido repetirse desde entonces.

La injustamente vilipendiada década de los años 1990 -cuestionada por el devaluador Duhalde y su secuela, los Kirchner-, podría resultar un punto de coincidencias mínimas en el necesario debate cultural argentino. Al menos atreverse a debatir cómo repetir aquel comportamiento del capital extranjero. Entre los fundamentos de China para autoimponerse el crecimiento de su clase media aparece la necesidad de mantener el flujo de capital extranjero hacia su territorio.

En ese punto ocurre la traición de los jóvenes viejos: la agrupación La Cámpora, considerada la estructura de construcción de poder más activa del peronismo 2020. Gente Sub 50 que se aferra a las concepciones de sus padres y abuelos, en vez de intentar adaptarse al siglo 21. 

Temerosos, aburridos y carentes de la audacia intelectual necesaria para imaginar escenarios que no resulten de una multitud de subsidios que paga un sistema tan oneroso como tortuoso hasta lo insoportable. El eje de su Sistema es un Estado que produce pobres y destruye clase media.

Hay algunos conceptos que nadie puede desconocer hoy: la Argentina tiene 

** una estructura impositiva insoportable, 
** dificultades enormes para incrementar en forma genuina sus reservas internacionales,
** necesidad de crear empleo productivo, no estatal,
** urgencia por lograr una tasa de inversión directa no inferior a 14% del PBI.

La agenda pasa por ahí. El resto es cháchara, diría Vicente Leónidas Saadi.

Dejá tu comentario