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POST 22-O

Es la política, mi estimado...

Antes que ser la promesa de una Argentina mejor, Sergio Massa se presentó como el antídoto contra un país peor. Y le resultó.

En medio de una de una economía que podría cerrar este año con 200% de inflación y 45% de pobreza, el ministro Sergio Massa, responsable inmediato de esa situación desmadrada, resultó el candidato más votado en las elecciones presidenciales de este domingo. Con el 98,5% de las mesas escrutadas en todo el país, el jefe del Palacio de Hacienda y candidato oficialista conseguía el 36,68% de los sufragios. Y sólo 3,32 puntos lo separaron de una victoria en primera vuelta, ya que quien le sigue en el conteo, el libertario Javier Milei, apenas orillaba los 30 puntos. Massa y Milei irán el próximo 19/11 a un balotaje que decidirá cuál de los 2 será el Presidente de la República por 4 años desde el siguiente 10/12.

Massa logró una remontada asombrosa que le hizo crecer 15 puntos desde las PASO de agosto y que incluyó la recuperación de varias provincias. Un mejor desempeño en Buenos Aires fue sin embargo lo que le habría dado el impulso definitivo para cambiar la tendencia de las PASO, cuando Unión por la Patria, el justicialismo unido, quedó en 3er lugar detrás de La libertad avanza y -el gran perdedor del 22-O- Juntos por el Cambio

Desde aquellas primarias y hasta este domingo se sucedieron una devaluación y corridas cambiarias que estimularon las subas de precios y sumaron deterioro al ingreso de las familias -parcialmente compensados con distintas medidas- lo que minaba el recorrido del ministro candidato. El hartazgo provocado por la prolongada crisis económica había tenido como salvoconducto a Milei y su discurso “anti casta” y una promesa de que una dolarización iba a traer la solución a la permanente erosión de la moneda. Eso le permitió al libertario alzarse como el más votado en agosto y generar expectativas de la adopción de un rumbo ultraliberal en el que cada aspecto de la vida se medía en términos de mercado.

Fue, sin embargo, ese afán mercantilista de Milei el que le dio a Massa una salida. Porque si la victoria de Massa no puede explicarse desde la economía, por el fracaso de su gestión, sí se puede hacer desde la política. Massa, antes que ser la promesa de una Argentina mejor, se presentó como el antídoto contra un país peor, que identificó con las ideas de Milei y que instaló a fuerza de discurso. Armas no, notebooks sí. Vouchers no, educación gratuita sí. Venta de órganos no, INCUCAI sí, etc, etc.

Más que el ‘Plan Platita’ fue la denominada “campaña del miedo” la que más rédito le habría dado al ministro candidato. El último acorde de esa partitura fue la instalación del quebranto que significaría en los presupuestos familiares la eliminación de los subsidios que hacen más baratas las tarifas del transporte. En su discurso, Massa reconoció que parte de su victoria se construyó sobre “lo que no quería” una parte de la sociedad.

Carente de resultados de gestión con los cuales motorizar adhesiones, el camino de Massa hacia el 22-0 se construyó con política. Contribuir a la fragmentación opositora fue un primer paso. Su vinculación con el armado de la estructura de La libertad avanza fue denunciado por JxC. Y la movilización de la estructura del peronismo a lo largo y lo ancho del país, en especial en la provincia de Buenos Aires, fue otro pilar para el resultado del domingo.

Ahora empieza la campaña por el balotaje. Milei apuesta al voto antikirchnerista para quedarse con los votantes más duro del cambiemismo en crisis. Massa devolvió una postal austera: solo sobre el escenario del búnker de Chacarita y luego con compañero de fórmula, Agustín Rossi, y sus respectivas familias. Sin kirchnerismo. Decretó allí que “la grieta murió”. Más política, mi estimado, se anticipa del lado del ministro candidato.

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