CÓRDOBA. El intendente de Córdoba, Martín Llaryora, se encuentra atravesando, tal vez, el momento más engorroso de su gestión desde su asunción en diciembre del 2019. Hasta estos tiempos, y con una pandemia de por medio, su administración había logrado una gran consideración entre los vecinos cordobeses, que comparando con otras gestiones inmediatamente anteriores, tuvieron algo más de “paz” con la Municipalidad.
2023
Martín Llaryora saca músculo en USA para superar crisis
Martín Llaryora está en Estados Unidos para reuniones bilaterales de la Ciudad de Córdoba. El intendente muestra solvencia ante una crisis que lo acecha.
29 de junio de 2022 - 15:40
Martín Llaryora y el largo camino a la candidatura.
Sin embargo, esa calma en el agua municipal cordobesa terminó por destruirse a medida que se acercan las elecciones del 2023, donde Martín Llaryora tiene una aspiración más que fuerte: ser el primer gobernador en más de 20 años que no se llame Juan Schiaretti o José Manuel de la Sota. Y las posibilidades de concretar semejante sueño son muy altas.
A priori, el intendente de Córdoba aparece como heredero natural del gobernador actual, quien lo tiene en el radar como el próximo candidato del PJ cordobés. Pero no todo es tan fácil para un Martín Llaryora que deberá pasar varios escollos antes de lograr su destino casi inevitable: ser candidato.
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En primer lugar, el jefe municipal y ex diputado del PJ cordobés logró desactivar el conflicto municipal más grande de su gestión. La compulsa con el SUOEM fue dura pero se evitaron heridos (literal) y se logró un acuerdo con los empleados municipales que tomaron las calles de la ciudad por un reclamo salarial.
Pero eso no fue todo. Ahora, Martín Llaryora debió enfrentarse a un escándalo municipal que estalló en la propia interna del peronismo cordobés: Alguien filtró un contrato por más de $40 millones de pesos con una productora destinada a organizar un concierto gratuito del cantante Ulises Bueno, quien quería “festejar su cumpleaños” en la ciudad.
Esto, naturalmente generó una crisis política importante en la Municipalidad de Córdoba, que no salpicó al intendente pero si a su secretario de Gobierno, Miguel Siciliano, quién firmó la concesión para la productora junto a otros funcionarios. Para Llaryora, implicó un duro golpe al corazón de su gabinete y, posiblemente, a su heredero municipal.
Desde el círculo del intendente entienden que la filtración del contrato proviene de algún sector del propio peronismo cordobés en el que se encuentran enojados por el avance hacia la candidatura. El recambio generacional que propiciaría la llegada de Martín Llaryora a la gobernación podría llevarse consigo a varios funcionarios de “la vieja guardia”.
De hecho, en las últimas horas se dio la renuncia del secretario de Gobierno de la Provincia y número dos del ministro Facundo Torres, Federico García, quién era un ferviente promotor de las juntas “llaryoristas” dentro del oficialismo cordobés. Algunos especulan que sería una de la víctimas de la filtración y del recelo de algunos antiguos schiarettistas que se enfrentan al recambio
Así las cosas, el jefe municipal de Córdoba indicó la bajada de perfil de Miguel Siciliano y partió a Estados Unidos para enfocarse en las actividades bilaterales que aguardaban en su agenda. En el país del norte, Martín Llaryora se reunió con el presidente de la OEA, Luis Almagro, con quien acordó la creación de un Centro de Economía Circular en la Ciudad de Córdoba.
Además, el intendente disertó en el Consejo de las Américas en Nueva York. También pasó por Boston y estuvo con el embajador Jorge Arguello en Washington.
El viaje, para el círculo del jefe municipal, denota una nueva estrategia comunicativa para cambiar la orientación de la imagen de este último. La idea de Martín Llaryora es apostar fuerte a la actividad protocolar y a la obra pública, en reemplazo de los megaeventos a los que apostó su secretario de Gobierno.
De este modo, el intendente intentará seguir el manual del PJ cordobés hasta que sea definitivamente “bendecido” como candidato de manera oficial, o bien se sienta con la fuerza prudente para lanzarse solo. Competidores a la vista, prácticamente, no hay, al menos con nombre propio.
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