Durante la mayor parte de los dìas K, el Instituto Nacional de Estadìsticas y Censos fue intervenido para que sus indicadores le ayudaron a Guillermo Moreno a mentir con algùn respaldo informativo0o. El problema fue que así se destrozó la credibilidad del INdEC. Pinocho, aquel personaje inventado por el juguetero Gepeto (alter ego de Moreno), y que cuando mentía le crecía la nariz, fue sinónimo del INdEC. Entonces, reordenar el INdEC exigía la jubilación de Pinocho. Pero esto tiene sus dificultades...
LA TRANSPARENCIA DEVENIDA EN PROBLEMA
INdEC: La jubilación de Pinocho le dio letra al paro general
El sinceramiento del INdEC (la información que recopila y procesa el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) es una ardua tarea profesional que el gobierno de Mauricio Macri puso en manos de un veterano economista de trayectoria limpia como Jorge Todesca, le hizo apurar los tiempos y empezó a recibir sin filtros los resultados de a cuentagotas: el índice de precios (IPC) regresó en el mes de mayor inflación, como la de mayo, y cayó como una bomba en el gabinete. Y la semana pasada vio la luz el recálculo de la canasta básica, con el que se trazó oficialmente una línea de $ $12.489 en las remuneraciones de agosto (10 veces el salario mínimo) como frontera de la pobreza, justo cuando las CGT coincidieron en un paro general de protesta a la política de ingresos de la Casa Rosada. El Instituto de Desarrollo Económico y Social, con la firma de su economista jefe Jorge Colina, desbarata la argumentación sindical de reclamar como prioridad el impuesto a las ganancias, la reapertura de paritarias o mantener los subsidios, sino que va de suyo que reducir la informalidad laboral sí la es.
La corrección que hizo el INdEC en reparación con la línea de pobreza dejó al descubierto, por ejemplo, que los trabajadores informales, que en total el Observatorio de la Deuda Social de Argentina, de la UCA, relevó en 2,5 millones, flotan en la mitad entre la línea que divide a la pobreza y el salario mínimo, o sea que echa luz sobre la marginalidad social que prácticamente se imbrica con la informalidad.
En el análisis que realiza Jorge Colina, economista jefe del Instituto de Desarrollo Económico y Social Argentino (IDESA), tres datos encuadran el vasto alcance al que llegó la pobreza mientras los índices emitidos por el organismo oficial de estadísticas durante el gobierno anterior distorsionaban los valores:
-La Línea de la Pobreza para una familia tipo fue estimada por el INdEC para agosto de este año en $12.489.
-El salario medio en un empleo formal se calcula para esa misma fecha en $19.219.
-La remuneración media en el empleo informal se estima en $6.342.
Aclara Colina que “la metodología que más frecuentemente se utiliza en la Argentina para medir los problemas sociales es la basada en la Línea de Pobreza”.
Explica que “se conforma por el valor monetario de un conjunto de bienes y servicios que se considera como el consumo esencial de una persona. Cuando los ingresos del hogar no superan el valor monetario de la Línea de Pobreza se estipula que ese hogar es pobre”.
La conclusión que le permite sacar la reaparición del indicador social es que, “mientras el ingreso medio de un trabajador formal supera en un 50% el valor de la línea de pobreza, la remuneración promedio de un informal apenas cubre la mitad de ese valor”.
Él interpreta que la tajante segmentación en el mercado laboral tiene impacto decisivo en la situación social, ya que los informales representan un tercio de los asalariados y dos tercios de los cuentapropistas, lo que hace llegar la informalidad laboral al 42% del total de ocupados.
Ante perspectivas de inserción laboral muy desalentadoras, se extiende a un grupo grande de personas la pérdida por inactividad de una fuente de generación de ingresos en el hogar, mientras que en otros casos, aun trabajando, los ingresos son tan bajos que les impiden superar la línea de la pobreza.
Fusión entre pobreza e informalidad laboral
La asociación entre pobreza e informalidad laboral es estrecha, destaca Colina: “Quienes no consiguen un empleo formal tienen altas probabilidad de no generar ingresos suficientes para cubrir sus necesidades básicas”.
Y agrega, además, que al operar por fuera de la legalidad, tienen débil capacidad de defensa frente al crecimiento de los precios. Por eso, la inflación tiene impactos muy diferentes según el estrato social, argumenta.
Recuerda Colina que fue a partir de 2007 cuando “el sistema estadístico oficial fue sometido a un grosero proceso de degradación”, que incluyó subestimar el valor de la Línea de Pobreza, que en 2006, para una familia tipo, equivalía a $9.260 a precios actuales. Se estimaba que un 27% de personas tenía ingresos familiares por debajo de ese monto.
Prosigue que “en 2013, cuando se hizo insostenible continuar con la manipulación de este indicador, el INdEC estimó que la pobreza alcanzaba al 5% de la población, gracias a fijar arbitrariamente la Línea de Pobreza para una familia tipo en $2.425 a precios actuales."
Como parte del proceso de normalización del INdEC se restableció el cálculo de la Línea de Pobreza.
El director del director del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INdEC), Jorge Todesca, analizó durante una conferencia en la Universidad Torcuato Di Tella la "reconstrucción del sistema de estadísticas públicas nacionales" que lideró desde la asunción del gobierno.
“Las bases estadísticas tienen una enorme fractura. Por ejemplo, no hay datos del Censo Agropecuario de 2008 en un país que descansa fuertemente en su sector agroindustrial. Ese es un déficit enorme de funcionamiento. Además, desde 2004 no se realizan censos económicos y hemos detectado deficiencias fuertes en el censo poblacional de 2010, que ya fueron denunciadas. Tenemos por delante reconstruir todo esto y no se hace en uno o dos días”, mencionó Todesca, junto a la directora del Índice de Precios de Consumo (IPC) del INdEC, Alejandra Clemente; y el director de la Licenciatura en Economía de la Universidad de San Andrés (UdeSA), Walter Sosa Escudero.
La actividad fue organizada por el Departamento de Economía de la Universidad y moderada por Martín González Rozada, profesor de la Di Tella, codirector de la Maestría en Econometría y de la Maestría en Economía Aplicada.
“Estamos al principio del camino y nos queda por delante una transformación que va a llevar mucho tiempo”, añadió.
Todesca indicó que el INdEC tiene como objetivo comenzar a funcionar bajo las líneas directivas que establece la OCDE, y estimó que la finalización de ese proceso demorará “2 o 3 años”.
Al respecto, indicó que próximamente arribará al país una delegación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) para relevar el funcionamiento del organismo.
Por su parte, Clemente, que además de directora del IPC es profesora de las maestrías en Econometría y Economía de la Di Tella, consideró que fue una “decisión importante” de la nueva gestión del INdEC “no suspender el relevamiento de precios” mientras revisaba la metodología utilizada, lo que permitió difundir a partir de mayo el Índice de la región metropolitana.
“Estamos relevando 90.000 precios y la idea es que la muestra siga creciendo”, indicó.
Sin embargo, Clemente destacó que en los últimos años “se perdió” en el INdEC “el ejercicio de la documentación. Hay cosas que se pudieron reconstruir pero otras no se recuperan”.
“Aspiramos a lograr en poco tiempo un relevamiento de precios que tenga una cobertura nacional”, dijo.
En tanto, Walter Sosa Escudero opinó que “el principal rol de la estadística pública es construir un consenso”.
“Los precios son datos, pero el desafío está en transformarlos en información. A más precisión, más cobertura”, comentó.
Al cerrar la conferencia, Todesca afirmó que su gestión está “a punto de terminar el restablecimiento de las estadísticas oficiales. Ese ha sido un logro en esta primera etapa. El INdEC necesita ser reformado profundamente. Hay 8 años que no se pueden reconstruir. No se puede sacar hoy la foto que no se sacó en su momento”, sostuvo.
Las prioridades a la luz de los índices
Celebra de todos modos Colina este sinceramiento estadístico que permite ver claramente el camino: “Reducir la inflación e incentivar la generación de empleos de calidad es prioritario, lo cual requiere una agenda de política muy diferente a la que prevalece en la actualidad”, afirma.
Reflexiona en tal sentido que “reabrir las paritarias puede beneficiar a quienes tienen la cobertura de un convenio colectivo, pero no alcanza a los trabajadores informales, que no reciben aumentos nominales de sus remuneraciones y sufren las consecuencias inflacionarias que trae aparejado el incremento de costos laborales”.
Agrega, en igual sentido, que reducir la incidencia del impuesto a las ganancias sólo beneficia a los trabajadores formales de más altos ingresos, mientras que los informales sufren la inflación que genera el déficit fiscal asociado a una menor recaudación tributaria.
De este modo saca como conclusión que “mantener altos subsidios económicos opera en sentido análogo. Induce emisión monetaria inflacionaria que castiga a los pobres y concentra los beneficios de las menores tarifas en las familias de ingresos medios y altos”.
Y ensaya una fuerte crítica a la anterior gestión kirchnerista: “Presentar como progresistas políticas que no priorizan la reducción de la inflación y una mayor formalidad laboral resulta tan hipócrita como anunciar reducciones de la pobreza manipulando las estadísticas”.
De modo que sincerar la agenda de políticas públicas es tan importante como el sinceramiento estadístico. Hay que multiplicar empresas, elevar la calidad educativa y su pertinencia con el mundo del trabajo y modernizar las instituciones laborales.