Biblioteca ambulante de la política argentina desde los años '70, cuando Ricardo Balbín le encomendó misiones complicadísimas para la época violenta, Guillermo Cherashny, hoy día simpatizante de Sergio Massa, realizó algunas declaraciones muy interesantes a Jorge Rizzo, para su programa 'Gente de Derecho'.
AVATARES DE LA SALUD
El contador Belocopitt en la polémica, entre Cherasnhy y Verbitsky, y la reforma del Sistema de Salud
Ya se sabe que el ego de Claudio Belocopitt compite con la torre Burj Khalifa, Dubai, Emiratos. Pero su afán de lucro no es menor, dicen quienes no lo quieren. Ufffff. Él sigue en las noticias. Cuidado, no sea que le vaya como a Ícaro.
El tema es qué pasa en la medicina privada ante la COVID-19.
En la empresa líder hay mucho batifondo. Hay asambleas por delante, hubo una presentación ante la Inspección General de Justicia y esta semana se anticipa una presentación ante la Justicia Federal. Veremos.
Escuchando la entrevista, provocó algunos recuerdos que ya explicó Urgente24 días atrás.
Acerca de esto, Horacio Verbitsky escribió en El Cohete a la Luna para despegar a Belocopitt de Daniel Gollán, el ministro bonaerense de Salud; además dirigir una crítica encubierta al equipo de su ' amigo' Ginés González García (muy grotesco cuando Verbitsky se dirige a los diarios no K como "la prensa comercial", tal como si él trabajara ad-honorem y no como un portador de publicidad gubernamental):
"(...) En diciembre de 2020, cuando la pandemia aún no lucía tan amenazante, el gobierno nacional anunció que estaba estudiando una coordinación de las cuatro ramas del sistema sanitario: los hospitales públicos, las obras sociales sindicales, los prestadores privados y las organizaciones financieras de medicina prepaga.
Cuando CFK dijo que el Estado debe rediseñar el sistema sanitario desde un compromiso con el conjunto del pueblo argentino, fue un escándalo. El ministro Ginés González García había autorizado un aumento a las prepagas, pero en 24 horas un segundo decreto lo anuló. También hubo versiones según las cuales la reforma del sistema era impulsada por el ministro bonaerense Daniel Gollán y su vice, Nicolás Kreplak, y luego de una visita del contador Claudio Belocopitt, presidente de la Unión Argentina de Entidades de Salud, el Presidente Alberto Fernández negó que estuviera en estudio.
Dos hombres muy próximos a GGG (el Superintendente de Servicios de Salud Eugenio Zanarini y el rector de la Facultad ISalud, Rubén Torres), criticaron con acritud a Gollán y Kreplak y, en el caso de Torres, que no es funcionario, también a Cristina. Durante los 12 años de gobierno, Néstor y Cristina no hicieron nada por modificar un sistema que, «más allá de las opiniones, resistió”, le dijo Torres al matutino Clarín.
Sería difícil que cuatro meses después lo repitiera, cuando son los gestores del subsector financiero y comercial los que claman por el auxilio estatal, porque es el único reparo que aún se interpone ante la tragedia colectiva y su quiebra empresarial. (...)
Desde el último cambio de gobierno hubo proyectos diferentes de los ministerios nacional y bonaerense de salud, y una fuerte resistencia de los prestadores sindicales y privados. Con la misma tendencia a la simplificación ramplona que campea en la prensa comercial, lo plantearon como un problema de “cajas que el Estado intentaría manotear”.
Un vocero prominente fue Belocopitt, accionista en dos decenas de sanatorios, entre ellos Swiss Medical y De los Arcos, que el humor popular rebautizó en alusión a su lujosa hotelería.
(...) Cuando Cristina se hizo eco de los proyectos de reforma del ministro bonaerense Daniel Gollán y de su vice, Nicolás Kreplak, “porque es probable que la próxima pandemia no demore otros cien años”, el sector que representa Belocopitt puso el grito en el cielo, y los medios que expresan los mismos intereses clamaron por la injusticia de que alguien que soporta la alta cuota de una prepaga, deba caer en un hospital nacional o provincial, porque sus confortables camas están ocupadas por pacientes derivados del subsistema público.
Menos de un año después, nadie advierte con mayor énfasis que “el loquito de Belocopitt”, como él mismo se denomina, sobre la saturación de las clínicas privadas, que están demandando al Estado Nacional camas e insumos y una vez colmada su capacidad, derivando pacientes a clínicas y hospitales bonaerenses y al municipal porteño Muñiz. Hay un sector que entonces se sentía inmune y que hoy empieza a aterrorizarse.
El proyecto de reforma, que los ahora funcionarios de la provincia de Buenos Aires elaboraron durante la campaña electoral de 2019, no tiene nada que ver con cajas. Se titula Ejes centrales para un programa de salud 2020-2024, y se puede consultar aquí.
Varias de sus pautas se pusieron en ejecución en respuesta a la pandemia. La propuesta es crear un Sistema Nacional Integrado de Salud Argentino (SNISA), definido como un sistema mixto con centralidad en el subsector público, de carácter federal, pero fortalecido y articulado en una red nacional.
Implica municipios “involucrados en la construcción de un primer nivel con alta capacidad resolutiva”, coordinación provincial de servicios e infraestructura de complejidad creciente y una alianza estratégica con el mundo del trabajo y de la seguridad social, con mecanismos de regulación ágiles y transparentes para el subsector privado.
El reformulado Ministerio de Salud nacional deberá ejercer rectoría, construir soberanía sanitaria y contar con instrumentos que garanticen el derecho a la salud y la equidad global del sistema en todo el territorio nacional. Esa coordinación es un reclamo habitual de los ministros provinciales en las reuniones del Consejo Federal de Salud.
El único punto con un explícito contenido económico en la relación entre subsectores postula que el público obtendrá una remuneración por los servicios prestados a beneficiarios de la seguridad social y de seguros privados. En el caso de las obras sociales con las que se celebren convenios “se realizarán descuentos promedio de hasta un 33% de los valores de mercado o de nomenclador definido, lo cual podrá considerarse un subsidio explícito del Estado a la seguridad social y a los trabajadores, a cambio de un sistema de cobro automático de lo facturado desde la misma recaudación AFIP o desde la Superintendencia de Servicios de Salud de todas las prestaciones”. (...)".