El regreso a la "normalidad" durante la Navidad y Año Nuevo viene acompañado también de miles de personas con síntomas de COVID-19 y gripe, tasas que se mantenían bajo control en las fiestas pasadas en gran parte debido a las medidas de control y a la reciente vacunación.
Combinados, estos virus están provocando un aumento de casos e ingresos hospitalarios, ejerciendo presión sobre los sistemas de salud y sobre la demanda de pruebas.
Algunos expertos consideran estos picos como resultado de una “deuda de inmunidad” inducida por el confinamiento, lo que sugiere que la falta de exposición a los virus estacionales durante la pandemia inhibió el sistema inmunológico.
No obstante, esta hipótesis es controvertida porque aún no hay suficiente evidencia para respaldarla.
A diferencia de años anteriores, había protocolos, políticas y orientación a seguir sobre qué hacer si una persona presentaba síntomas. Este año, todo se reduce básicamente de responsabilidad personal y al "sentido común".
Sumado a esta falta de orientación, los síntomas COVID son cada vez más comunes a otras enfermedades respiratorias, incluyendo dolor de garganta, secreción o congestión nasal y tos sin flema. Estos también son síntomas comunes del resfriado y la gripe.
En resumen, el profesor de Psicología, Simón Nicolás Williams, escribió un artículo en The Conversation que asegura que la prueba es la única forma de saber con certeza si la tos o estornudo se debe a COVID o a otro virus.
Sin embargo, Williams propone que, para mantener la seguridad en esta Navidad, se puede recurrir a una "jerarquía de protecciones":
1. Protección por eliminación: la única forma segura de no propagar una enfermedad transmitida por el aire es no entrar en contacto cercano con nadie. Pero respetar esta medida y autoaislarse es casi una imposibilidad a esta altura de la pandemia.
2. Protección por sustitución: en caso de no poder cumplir la protección anterior, al menos se puede reducir el contacto, especialmente con aquellos que son clínicamente vulnerables. Por ejemplo, reunirse al aire libre.
3. Protecciones de ingeniería: si el clima no acompaña para poner la mesa en el exterior, entonces se puede tratar de mantener los espacios interiores bien ventilados abriendo ventanas y comprando filtros de aire portátiles.
4. Protecciones administrativas: evitar el contacto físico como abrazos y apretones de manos cuando estamos enfermos puede ayudar.
5. Protección mediante equipo de protección individual (EPP): a pesar de que el uso de barbijos y las prácticas de higiene de manos disminuyeron considerablemente durante los últimos meses, son particularmente importantes durante el pico actual de casos.
En este sentido, Williams propone pensar en máscaras faciales como paraguas y usarlas cada vez que sea necesario.
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