Es ampliamente reconocido que los alimentos de origen vegetal mínimamente procesados modifican y benefician la microbiota intestinal. Ahora un equipo de científicos se centró en el papel de una verdura en particular: las crucíferas como el brócoli.
MICROBIOTA INTESTINAL
El alimento con mala fama pero que reduce la inflamación
Una dieta rica en vegetales crucíferos reduce la inflamación, lo que a su vez está asociado a un menor riesgo de cáncer.
Bacterias, virus y hongos que pesan alrededor de un kilogramo en un adulto sano, conforman la microbiota intestinal y son poderosos agentes de salud.
En concreto, les interesaba comprender el papel de una molécula llamada sulforafano sobre la inflamación y la alteración de estos microorganismos, así como de enfermedades inflamatorias crónicas.
La Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII) afecta significativamente la vida diaria de los pacientes modificando la función de barrera epitelial intestinal y promoviendo alteraciones en la microbiota.
En efecto, descubrieron que una dieta rica en vegetales crucíferos reduce la inflamación, a su vez asociada con un menor riesgo de cáncer.
Las verduras crucíferas son:
- Brócoli
- Repollitos de bruselas
- Repollo
- Coliflor
- Verduras de hoja verde
- Kale
- Rábanos
- Nabos
- Berro
- Wasabi
Los investigadores llegaron a esta conclusión tras alimentar a ratones con una dieta de tallo de brócoli y luego de realizar un tratamiento a células humanas.
El alimento redujo las bacterias proinflamatorias del intestino, como Desulfovibrionac eae y Mucispirillum schaedleri, mientras aumentó la concentración de otras productoras de butirato.
De acuerdo al estudio publicado en The Journal of Nutritional Biochemistry, el brócoli logra mejorar de manera efectiva y natural la microbiota intestinal y reduce la inflamación de personas con síndrome del intestino irritable.
Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII)
La EII está asociada con interacciones entre el huésped, los microbios y el ambiente en el tracto gastrointestinal. Los síntomas incluyen diarrea, dolor abdominal, pérdida de peso, fatiga y sangre en las heces.
Por otro lado, aumenta el riesgo de tener enfermedades cardiovasculares, artritis, cáncer y enfermedades renales o hepáticas concurrentes.
Hay dos formas principales de EII: la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn. Ambas son causadas por diversos factores que incluyen respuestas ambientales, genéticas e inmunitarias.
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