Para quienes creen que el fútbol profesional, además de ganar dinero, debe tener valores que difundir, el incrementar ingresos promoviendo adicciones es una traición a la sociedad en general, y a los simpatizantes en particular: definición para introducir el tema de las apuestas deportivas. Que un club de disciplinas de alta competencia se financie con alcohol o tabaco o el juego de azar es muy complicado cuando, en teoría, su ética se relaciona con la preparación del físico y la mente para competir. La ludopatía es un riesgo legal tal como el alcoholismo, el tabaquismo y el abuso de medicamentos.
GOL EN CONTRA
Apuestas deportivas, ludopatía y la traición del fútbol profesional
El abuso de las apuestas deportivas es un camino hacia la ludopatía y el fútbol profesional está corriendo el riesgo de incentivar el abuso.
Y el abuso del juego de azar por las apuestas deportivas está sucediendo en menores de edad, a menudo preadolescentes y adolescentes, es la sensación de muchos. Es cierto que es un tema denso, alejado de la euforia futbolera pero no por eso menos real. No son temas que, en general, aborde la prensa deportiva, probablemente porque las apuestas deportivas están financiando muchas webs y comentaristas de fútbol profesional en el mundo.
Pero la responsabilidad hace a la credibilidad de la comunicación social. Por lo tanto, Golazo24 no puede evadirse. En este caso, una reproducción parcial muy interesante del texto que publicó la revista digital Anfibia con la firma de Solana Camaño -simpatizante del Club Atlético Tigre e hija de un ex jugador profesional, codirectora de Feminacida.com.ar-en una excelente investigación que resulta imprescindible compartir en algunos fragmentos:
Ludópata
Quinto año. Escuela privada en la zona norte de CABA. Los estudiantes tienen entre 17 y 18 años. La clase de Comunicación y ESI es sobre identidades: qué te hace ser quien sos. La docente les entrega una silueta impresa a cada uno y les pide que escriban, en distintas partes del cuerpo, características suyas. Cuando vuelve a su casa revisa una por una. Muchas se repiten: “pensante”, “cariñosa”, “extrovertido”, “tímido”, “amiguera”, “buen jugador de fútbol”. Pero se detiene en una. Frunce el ceño porque la letra es desprolija. Lee de nuevo, ahora en voz alta, lo que escribió uno de los jóvenes a la izquierda de la silueta, en el pecho, a la altura del corazón:
—Ludópata.
En la misma semana, estudiantes de cuarto año de un bachiller en Economía realizan una actividad de convivencia escolar. Se les ofrecen revistas, tijeras, plasticolas, lápices y hojas. Tienen que recortar y pegar objetos o símbolos que representen la identidad del grupo. Los varones revisan los materiales, pero no encuentran lo que quieren. Dibujan, entonces, cartas de póker. Lo que sí seleccionan de una revista es el logo de Mercado Pago.
—Para pagar las deudas que tenemos entre nosotros —explica uno entre risas.
(...) Para muchos jóvenes, las apuestas son un “juego” o “actividad” de ocio. Hace unos días, en una escuela de Ramos Mejía, cuando la profesora les pidió a sus alumnos que anotaran un “hobby” en un papel, apareció, entre otras actividades —ir al gimnasio, hacer boxeo, patinar sobre hielo—, “apostar”.
Silvina Pedrouzo, presidenta de la Subcomisión de Tecnologías de Información y Comunicación de la Sociedad Argentina de Pediatría, advierte que la adolescencia es una etapa de vulnerabilidad en la que se atraviesan situaciones relacionadas con algún tipo de frustración afectiva y el riesgo de desencadenar un patrón adictivo de comportamiento es mayor. En la Argentina, donde las apuestas son legales recién a partir de los 18 años, los jóvenes suelen falsear datos a partir de los 12: crean perfiles falsos y logran acceder por la falta de verificación de los datos.
Ganar dinero rápido
Agostina Rivarola es profesora de Economía desde hace 8 años en escuelas privadas de CABA. Después de la pandemia, en un contexto de crisis económica y crecida inflacionaria, observó que una nueva pregunta resonaba en las aulas de los estudiantes que recién ingresaban a la orientación:
—¿Acá vamos a aprender a hacer plata rápido?
Las apuestas en línea aparecen en el centro de la escena, pero la búsqueda de dinero de forma ágil y sencilla se derrama a otras prácticas, como los partidos de truco en el aula o jugar a la pelota por plata.
Mariano Caputo investiga en la UBA sobre el uso de plataformas y es docente de Comunicación en el nivel secundario. Hace poco observó cómo un alumno convencía a sus amigos de sacarse fotos de sus ojos para subirlas a un sitio que les prometía, a cambio, medio millón de pesos. El joven corrió a contarle a la preceptora, contento, lo que había descubierto.
—¿Qué festejás? —le preguntó ella— Vas a vender lo más propio que tenés, tus datos biométricos.
En un recreo, en otra escuela, unos 10 alumnos de 5to. año conversan con la profesora. Uno revela que perdió $ 7.000 en una apuesta combinada. Otro cuenta que descubrió la fórmula del éxito:
—Encontré la forma para que me paguen por hacer lo que más me gusta: ver fútbol.
Hoy existe, para Caputo, un sujeto adolescente preocupado por cómo ampliar su capital. Ese es el resultado de una combinación triple: la extensión de las billeteras virtuales, las criptomonedas y las apuestas online. El usuario adolescente sabe y vivencia todos los días que si el dinero se queda quieto, pierde, por lo que se activa un comportamiento especulativo-financiero que naturaliza que el dinero se puede ganar sin esfuerzo y sin la producción de un bien o servicio. (...)
“Plata y más plata y más plata, ey / Me escaneé el ojo y le puse todo al rojo / Vamos a comprar puchos, tranqui turro tengo el Mercado Pago trucho”, canta el rapero “Turro Baby”, estudiante en una escuela pública de CABA, en un video que tiene más de 35 mil reproducciones en YouTube y que le trajo un follow del cantante Duki en Instagram.
El joven que está iniciando su carrera artística visitó la semana pasada el programa de streaming Desayuno Intermitente, en Blender, y habló sobre las apuestas online:
—Yo creo que hay conciencia de que es a la pérdida, pero no podés parar. La frase es “si perdiste, no podés terminar, tenés que seguir”.
Geraldine Peronace dirige la dependencia de Drogodependencia y Alcoholismo de la Asociación de Psiquiatras de Argentina y hace dos años la empezaron a llamar con frecuencia por adicciones vinculadas a las apuestas en Internet. Cuando recibe adolescentes, les pregunta por sus deseos, objetivos y proyecciones a futuro. Nunca antes le habían contestado lo que empezó a emerger, el último tiempo, por parte de jóvenes de 16 años fanatizados con determinados influencers: “Quiero ser millonario”. (...)
El crecimiento
El mercado de apuestas en línea crece a gran escala. Según el informe Global Online Gambling Market, en 2020 produjo más de US$ 65.000 millones y se proyectan cerca de US$ 130.000 millones para 2027. Hoy, influencers que alcanzan a cientos de miles y hasta millones de personas invitan a sus seguidores a apostar en sitios específicos. Como Morena Beltrán, que el verano pasado recibió una oleada de críticas en redes sociales por promocionar a BetWarrior, sponsor oficial de la selección argentina. La periodista deportiva fue el foco de atención, pero no es la única que promueve las apuestas: desde Luquitas Rodríguez hasta Santutu, son, en su mayoría, figuras masculinas con gran alcance en las redes.
El rapero Matías Spallati, 'Ecko', publicó hace unos días un video en sus redes hablando a cámara: “Si están buscando apostar y ganar plata sin ‘chucu’ el casino que va es el de mis amigos del Rincón de la Suerte que te deja sacar hasta $ 500.000 por día”. El mecanismo de promoción vía redes sociales es muy sencillo: accedés a la web o al link a Whatsapp que comparten los influencers y te envían un número de cuenta o billetera virtual para transferir la plata. Desde ese momento, ya podés apostar.
Más allá de la publicidad directa, el espacio de azar online es un ritual espectacularizado de los streamers que se conectan para jugar con sus amigos en vivo, mientras los ven miles de jóvenes. Como 'c0ker', youtuber con 356.000 suscriptores que se dedica a esto desde los 19 años. Antes de ver el video, una aparece advertencia en Twitch: “El contenido del canal de c0ker está dirigido a un público concreto. Podría contener apuestas y juego para adultos. Es posible que el contenido no sea apropiado para ti”. (...)
¿Qué puede hacer el Estado?
En Argentina no existe una ley nacional que regule el mercado de apuestas o atienda integralmente el problema. (...)
Maricel Etchecoin, diputada bonaerense por la Coalición Cívica, presentó un proyecto para establecer un marco regulatorio integral que identifique, prevenga y mitigue la ciberludopatía, y contempla multas para empresas y personas físicas. Agustín Maspoli y Lorena Mandagaran (del bloque UCR-Cambio Federal) hicieron lo propio en el Senado bonaerense con un proyecto que apunta a la restricción del acceso de niños y niñas a juegos de azar virtual. De aprobarse, las personas deberán registrarse con nombre, apellido, número de DNI y domicilio, y solicitarán datos biométricos cada vez que se ingrese a la página.
El acuerdo común entre los especialistas es que la responsabilidad recae en diversos actores: las familias, la escuela, los medios de comunicación, los influencers, los dueños de las plataformas digitales y el Estado. La política pública tiene todos esos frentes que abarcar. Lucía Fainboim, co-fundadora y directora de la consultora Bienestar Digital, habla de “crianza digital” para referirse a las estrategias de cuidado que pueden desplegar las familias en el territorio virtual: “A un chico que a los 2 años está todo el día con un chupete electrónico es muy probable que le cueste poner un freno después. Hay un acostumbramiento a ciertos estímulos que, si no están regulados desde la primera infancia, se van a ir incrementando. Existe mucha desinformación: familias que creen que el estado de situación es este y no se puede hacer nada distinto. Ahí tiene que estar el Estado”.
La escuela en su encrucijada
El rol de la escuela, sus posibilidades y limitaciones, continúa en debate. Las apuestas online son una caja de resonancia de preguntas más generales vinculadas a los cambios en las subjetividades que traen las nuevas tecnologías, que ponen en jaque el interior de la institución escolar y su poder normativo. Fainboim habla de un “choque” de dos territorios con gramáticas muy diferentes que habitan a diario niños, niñas y adolescentes. Por un lado, el escolar, el espacio de la contemplación y el de los tiempos más largos que requiere el aprendizaje, donde hay que hacer una sola cosa a la vez y la satisfacción no es inmediata. Por el otro, experiencias digitales de una concentración muy fragmentada y una hiperestimulación debido a que “vivimos abriendo y cerrando pestañas”. Así lo ilustra: “Es la lógica del picoteo. Miramos una serie y al mismo tiempo hacemos otra cosa. Es una actitud que nos performa”.
(...) Solo uno de cada cuatro países prohíbe el uso de celulares en las aulas, según la UNESCO. El año pasado, la ONU publicó un informe que reparó en los posibles efectos negativos de su uso en el rendimiento académico. Corvalán disiente con los enfoques prohibicionistas. La educación digital, dice, debe ser la herramienta para un uso responsable de las tecnologías, no para su eliminación de los entornos educativos. (...)
Para Mariano Caputo, la escuela tiene una gran oportunidad al encerrar a los sujetos durante seis o siete horas cinco días a la semana: “Es un espacio privilegiado de disputa por el tiempo de vida y las lógicas de mercantilización y singularización que implican las plataformas y los sitios de apuestas. Puede proponer una forma de relación con los otros (...) prohibiendo el uso del celular en clase si no es con fines didácticos. Que el estudiante identifique que hay un espacio y un momento de su vida cotidiana en el que no se debe usar el celular es valorable en sí mismo. Si eso no lo hace la escuela, no lo hace nadie”.
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