Susan Walsh, la periodista que investigó a los vampiros y nunca se la volvió a ver

Susan Walsh, la periodista que salió para destapar lo más oscuro

Susan Walsh nació en Nutley, Nueva Jersey, en el seno de una familia abusiva y, cuando fue más mayor, se metió en las adicciones y en la industria del striptease. Pero a pesar de los altibajos de la vida, nunca dejó de perseguir su sueño de ser escritora: con lo que ganaba como stripper, pagó su universidad y en 1988, se recibió como periodista en la Universidad de William Paterson.

Gracias a la ayuda de su amigo, el también periodista James Ridgeway, pudo ingresar a The Village Voice, un diario independiente de Nueva York, donde Susan se volcó por investigar a la mafia rusa. En estos primeros años, probó tener astucia y tenacidad, dones que le permitieron destapar tramas ocultas. Así, logró notoriedad por una nota sobre mafiosos rusos que explotaban mujeres inmigrantes en los clubes de striptease de Nueva Jersey.

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Antes de convertirse en periodista de investigación, Susan Walsh trabajó como stripper para pagar sus estudios. Había tenido una infancia violenta y un pasado de adicciones a las drogas.

Aunque, por el otro lado, al mismo tiempo que se hacía famosa también recibía amenazas de muerte: lo que ella estaba investigando no solo eran temas peligrosos, sino asuntos que podrían haberle costado la vida. Pese a las amenazas, Susan no se rindió y en lugar de amedrentarse, aceptó una nueva tarea que la llevaría a explorar un mundo aún más sombrío: los clubes de vampiros.

El misterio de los vampiros y la desaparición

En su investigación sobre la subcultura de los vampiros, Susan entrevistó a personas que se autodenominaban "no-muertos", individuos conocidos por su estética y su adoración a la oscuridad que llevaban su estilo de vida a extremos peligrosos (como consumir sangre humana en ceremonias rituales). Según el testimonio de la propia Susan, llegó a sentirse atraída por la idea de que había algo real detrás de los mitos vampíricos, e incluso su cercanía con un hombre que afirmaba ser un vampiro no hizo más que profundizar su obsesión por el tema.

Su dedicación a la historia de los vampiros la llevó a investigar los llamados "clubes nocturnos góticos", en los que se reunían jóvenes, en su mayoría adolescentes, pero en este proceso muchos de sus amigos, como James Ridgeway, notaron que Susan había perdido su objetividad como periodista. Walsh se convenció de que las historias sobre asesinatos y sacrificios humanos que le contaban sus entrevistados eran reales.

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Pronto demostró tener un talento innato para el periodismo investigativo, metiéndose en casos peligrosos que involucraban a la mafia rusa y la prostitución de mujeres inmigrantes.

A pesar de las advertencias que recibió, Susan se siguió metiendo en estas investigaciones y escribió un artículo que nunca se publicó. Decepcionada por el rechazo, volvió a trabajar como stripper para cubrir los gastos, a pesar de que esa vida le estaba pasando factura a su salud: bronquitis, enfisema y una úlcera. Según una amiga, dos días antes de desaparecer, le habló de cómo sentía que estaba "perdiendo la batalla" contra sus propios demonios y la industria del striptease.

Un día, el 16 de julio de 1996, después de visitar a su exmarido para dejar a su hijo, Susan salió a hacer unos llamados y algunos trámites, pero nunca volvió. La cosa se hizo más turbia cuando varias personas, incluyendo una amiga suya, aseguraron haberla visto en una limusina un mes después de desaparecer. La policía siguió esta pista, pero nunca logró una identificación positiva; tampoco hubo pruebas definitivas para confirmar si estaba viva o si había caído víctima de algún acto criminal.

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Investigando una comunidad que afirmaban ser vampiros, Walsh desapareció sin dejar rastro. Su familia y amigos todavía la siguen buscando y el misterio deja más dudas que certezas.

Hasta el día de hoy, la desaparición de Susan Walsh sigue abierta, y hay todo tipo de teorías sobre lo que le pasó: que la mató la mafia, o que lo hicieron los vampiros. Lo único claro es que la periodista desapareció sin dejar rastro, y su historia sigue siendo uno de los misterios más terroríficos del periodismo.

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