Cada segundo lunes de febrero se conmemora el Día Internacional de la Epilepsia, una enfermedad neurológica que afecta a más de 65 millones de personas en el mundo y a 300 mil argentinos. A pesar de su alta frecuencia, todavía existen mitos y barreras que hacen difícil el acceso a diagnóstico, tratamiento y oportunidades laborales para quienes la padecen.
NO ES UN CHISPAZO, ES UNA REALIDAD
Día Internacional de la Epilepsia: Claves para entender la enfermedad en Argentina
En Argentina, donde 300 mil personas tienen epilepsia, aún existen mitos, barreras laborales y falta de acceso a tratamiento. Hoy, el desafío es la inclusión.
Epilepsia en Argentina: una enfermedad con desafíos pendientes
La epilepsia es uno de los trastornos neurológicos más comunes en el mundo, con una prevalencia del 1%. En Argentina, se estima que alrededor de 300 mil personas viven con esta condición, aunque muchas de ellas enfrentan barreras que les impiden acceder al diagnóstico y a un tratamiento. Según datos internacionales, el 75% de los pacientes en países de ingresos medios y bajos no recibe la atención médica adecuada, y en nuestro país la situación no es muy diferente. La disponibilidad de especialistas en neurología es desigual en las distintas provincias, lo cual hace que acceder a un electroencefalograma o a una resonancia magnética sea limitado en algunas regiones.
Por otro lado, los pacientes con epilepsia tienen el respaldo de la Ley Nacional 25.404, que establece su derecho a acceder a educación, empleo y tratamiento médico sin discriminación. Aunque lamentablemente, en la práctica, muchas personas con epilepsia siguen teniendo dificultades en el ámbito laboral y educativo. "Hemos mejorado respecto de años atrás en términos del estigma, pero en mucha gente persiste el miedo, sobre todo por desconocimiento; se cree que es una enfermedad mental o psiquiátrica, cuando no lo es y en el plano laboral, es difícil que la gente reconozca que tiene epilepsia porque -por la misma ignorancia- todavía hoy puede restringir sus posibilidades de contratación", sostuvo la Dra. María del Carmen García, médica neuróloga y presidenta de la Liga Argentina Contra la Epilepsia (LACE).
Además de la falta de información, el acceso a medicamentos es otro problema. Muchos tratamientos son costosos y no siempre están disponibles en el sistema de salud pública. En casos de epilepsia resistente a fármacos (aproximadamente el 30% de los pacientes), las opciones terapéuticas son aún más limitadas. La cirugía es una alternativa en algunos casos, pero su acceso es reducido.
Mitos y realidades: romper con la desinformación
Uno de los principales desafíos en torno a la epilepsia es combatir la desinformación. Se trata de una enfermedad crónica caracterizada por crisis epilépticas, que pueden incluir desconexiones momentáneas o convulsiones más intensas. No es contagiosa, y la mayoría de las personas que siguen un tratamiento adecuado pueden llevar una vida normal, incluyendo estudiar, trabajar y hacer deporte. Sin embargo, todavía existen creencias erróneas que generan miedo y exclusión.
Algunos de los mitos más comunes incluyen la idea de que las personas con epilepsia no pueden practicar deportes o que deben evitar el uso de pantallas. En realidad, el ejercicio físico es beneficioso para la salud general y puede ayudar a reducir el estrés, un factor desencadenante de crisis. Solo un pequeño porcentaje de pacientes (menos del 5%) tiene epilepsia fotosensible, lo cual significa que la mayoría puede usar computadoras o jugar videojuegos sin problemas.
Otro mito extendido es que las personas con epilepsia no pueden manejar o tener hijos. En Argentina, aquellos que tienen sus crisis controladas con medicación pueden obtener el registro de conducir. En cuanto a la maternidad, las mujeres con epilepsia pueden tener embarazos seguros siempre que planifiquen su tratamiento con un especialista.
También persiste la idea equivocada de que durante una crisis hay que sujetar a la persona o meterle algo en la boca para evitar que "se trague la lengua". Esto no solo es falso, sino que puede ser peligroso. Lo correcto es colocar a la persona de costado, proteger su cabeza y esperar a que la crisis termine sin intervenir de manera brusca.
El Día Internacional de la Epilepsia busca generar conciencia sobre esta enfermedad, promover políticas públicas que garanticen el acceso al tratamiento y, sobre todo, erradicar los prejuicios que todavía persisten en la sociedad. En un mundo donde el conocimiento es central para la inclusión, hablar de epilepsia es el primer paso para derribar barreras y mejorar la calidad de vida de quienes la padecen.
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