"A sus 38 años, el portugués Cristiano Ronaldo viste los colores azul y amarillo del Al-Nassr FC, el club de Riad, que está en lo más alto del campeonato local desde enero de 2023. Con cada partido, las gradas se llenan. Los saudíes también lo siguen, muchos, en su pantalla chica, en casa o en el café. “Mis hijos están muy orgullosos de que CR7 juegue aquí. ¡Ahora todo el mundo está mirando la liga saudí!", exclama Machaal, una madre de 35 años que enseña tecnología de la información en Riyadh (...)": el relato es de Hélène Sallon, la corresponsal especial de Le Monde (París, Francia) en Arabia Saudita.
SHOCK CULTURAL
Cristiano Ronaldo y Georgina hacen la revolución en Riad
Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro y su pareja, Georgina Rodríguez Hernández, estan protagonizando una revolución en Riad, capital de Arabia Saudita.
Según Sallon, Arabia Saudita no podría soñar con un mejor escaparate para servir sus ambiciones de abrirse al mundo. La suma desembolsada está a la altura de estas ambiciones: nada menos que 400 millones de euros se han puesto sobre la mesa para recibir al séxtuple Balón de Oro durante 2 años y medio y hacerle vestir el traje de embajador de la candidatura de Arabia Saudí a la organización de la Copa del Mundo 2030. Gracias a su fama y sus 500 millones de seguidores en Instagram, la estrella internacional es una formidable herramienta de 'poder blando'. Esto no dejó de reconocerlo Amnistía Internacional, que le instó a usar esta voz para “hablar sobre la infinidad de problemas de derechos humanos en el país”.
Pero la revolución cultural que está coprotagonizando, probablemente, sea más trascendente que la revolución futbolera.
Y la coprotagoniza con la modelo e influencer argentino-española Georgina Rodríguez y sus 4 hijos, quienes provocan acalorados debates en la tierra de las 2 mezquitas sagradas, La Meca y Medina, reportó Le Monde.
La forma de vida de la pareja, y especialmente los selfies publicados por Georgina en las redes sociales, enfrentaron a partidarios y detractores de la política de modernización iniciada por el Príncipe Heredero, Mohammed Ben Salman, con el plan Visión 2030.
El vasto plan de reforma tiene como objetivo romper la dependencia de los hidrocarburos que tiene el Reino y distender el control del clero wahabí, la doctrina fundamentalista del Islam, que tiene el rango de religión de Estado, sobre la sociedad.
La mayoría de los 35 millones de saudíes, el 70% de los cuales tiene menos de 30 años, aprueba
- nuevos derechos concedidos a las mujeres,
- fomento de la industria del turismo y del ocio.
Pero los conservadores u ortodoxos se rasgan las vestiduras.
Georginamanía
Cristiano Ronaldo y Georgina Rodríguez viven en concubinato, una práctica prohibida en Arabia Saudita, donde 2 personas de diferente sexo no pueden vivir bajo el mismo techo si no están casadas o son de la misma familia.
En 2019, la ley saudí se relajó para permitir que los turistas extranjeros solteros compartieran una habitación de hotel, y las autoridades generalmente no cuestionan a los residentes extranjeros.
Por supuesto que muchos saudíes viajan a Dubai o a Doha para vivir tal como no pueden hacerlo en Arabia Saudita. Esto es conocido en Medio Oriente: ni siquiera en Doha la mujer debe vestir una abaya (vestido largo) y un niqab (velo completo). En Arabia Saudita no es obligatorio ya pero lo hacen por tradición y fe.
Entonces irrumpe Georgina Rodríguez, la influencer de 29 años que si bien guarda sus seductores conjuntos en el armario calza jeans y jersey, o una camiseta del Nassr FC -estampada con el número 7 de Ronaldo-, exhibiendo su cabello negro alisado o trenzado.
Cada una de sus apariciones desencadena un torrente de comentarios en las redes sociales. La 'Georginamanía' invade el Reino: joyas y bolsos, maquillajes y look. Hay tutoriales online. Imitadores hasta de su forma de hablar.
Georgina alimenta su página de Instagram de selfies con estilismos un tanto atrevidos para el Reino: shorts y sujetador al salir del gimnasio o un vestido tubo abierto hasta el muslo y con escote pronunciado: “Arabia está perdida”, claman sus detractores.
Pero, de pronto, la Casa Real está logrando instalar en el mundo árabe el mensaje: los saudíes están cambiando.
La gran puja
Sucede que los líderes saudíes sienten que van por detrás de Doha o de Abu Dabi, y no sólo en el deporte.
Sin embargo, "el reino se ve a sí mismo como el líder de la región en términos de historia, religión, economía, demografía, militarmente... Es impensable conformarse con el 3er. lugar cuando se trata de invertir en el deporte”, desarrolla Mahfoud Amara, profesor asociado de gestión deportiva en la Universidad de Qatar.
Pero aquí estamos hablando de una cuestión cultural.
Volvamos a Le Monde:
Arabia Saudita no quiere ser Irán. No quiere una explosión permanente ni jóvenes asesinados en la represión.
Para eso le sirve el deporte. Arabia Saudí se fue consolidando poco a poco como país anfitrión de grandes competiciones, desde las Supercopas de España e Italia de fútbol hasta el campeonato mundial de boxeo de los pesos pesados y las carreras de coches, un Gran Premio de Fórmula 1 o el Rally Dakar.
Una forma, también, de intentar restaurar su imagen ante la opinión occidental, que lo asocia más fácilmente con violaciones de derechos humanos por la guerra que libra en Yemen desde marzo de 2015 y el asesinato del periodista y disidente Jamal Khashoggi en el consulado de Arabia Saudita en Estambul (Türkiye), en 2018.
El año 2022 marcó un punto de inflexión en la estrategia: Qatar acogió su Mundial, evento espectacular y exitoso. Qatar no es un amigo del Reino saudí, que hasta quiso bloquear e invadir Qatar hace no mucho tiempo atrás.
El cambio debe hacerse ya.
“El deporte juega un papel fundamental en la transformación de nuestro país, y el fútbol es la punta de lanza de ello. El deporte, y más ampliamente el ocio, está en el corazón de los megaproyectos, como la ciudad futurista Neom, elegida para albergar los Juegos Asiáticos de Invierno en 2029, que tienen como objetivo transformar el reino en un lugar esencial para turistas, inversores y expatriados": analista Mahfud Amara.
La misma estrategia ha tenido éxito en Qatar. Los sauditas se dicen a sí mismos que si el Emirato logró hacerlo, pueden hacerlo aún mejor en el Reino.
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