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del arco a la presidencia

La cábala futbolística de Javier Milei que marcó su camino al poder

Después de su paso como arquero de San Lorenzo, Javier Milei reveló algunos gestos de su juventud que repite como nuevo presidente.

Javier Milei, el actual Presidente de la Nación Argentina, transitó un camino peculiar antes de dedicarse a la política: soñaba con ser arquero profesional. Su paso por San Lorenzo y la peculiar cábala que mantuvo durante sus partidos de fútbol dan a conocer algunos aspectos ocultos del líder político.

Javier Milei, el loco del arco

A Milei lo conocían como ‘El Loco‘ desde sus días en San Lorenzo, y no solo destacaba por su talento como arquero sino también por su carácter enérgico y su valentía. Ya desde los 15 años mostraba que podía convertirse en un líder cuando encabezaba a Los Forzosos de Almagro; con su compromiso y habilidad dentro del área chica, los condujo al título de la Sexta División en la final contra Huracán.

El arrojo de Javier Milei en el arco y su manera de salir a cortar le valió el apodo de "El Loco" entre sus compañeros.
El arrojo de Javier Milei en el arco y su manera de salir a cortar le valió el apodo de “El Loco” entre sus compañeros.

Su particular cábala, la de mantener su peinado durante los partidos, era un amuleto de la suerte tanto para él como para el resto de su equipo. Incluso le daba la valentía necesaria para salir a cortar, dejando desatendida la portería; otro motivo que tenían sus compañeros para ponerle ese apodo.

La cábala inquebrantable

Aparte de no cambiarse el peinado, Milei tenía otra cábala que iba más allá de lo convencional. Durante una crucial semifinal, su padre Norberto le pidió que se cambiase el buzo negro y rojo que siempre llevaba, pero él se negó a hacerlo.

Su buzo rojo y negro era su cábala, hasta el punto que, en una ocasión, se negó a quitárselo por pedido de su padre. Sin romper su ritual, Milei y su equipo ganaron aquel encuentro.
Su buzo rojo y negro era su cábala, hasta el punto que, en una ocasión, se negó a quitárselo por pedido de su padre. Sin romper su ritual, Milei y su equipo ganaron aquel encuentro.

Era una prenda que llevaba desde sus inicios en San Lorenzo y que lo seguía usando aun si estuviera sucio. Con este gesto, enraizado en la superstición futbolística, evidenció la firmeza de sus convicciones desde temprana edad. No es necesario mencionar que el equipo de Milei ganó aquel partido, alentado por la euforia compartida con su hermana Karina, más efusiva que él.

El gesto que trasciende la cancha

El espíritu competitivo de Milei no se desvaneció con el tiempo. La comparación entre su expresión de alegría al ganar la final contra Huracán en su juventud y su gesto al asumir la Presidencia revela una continuidad sorprendente. Y el hilo conductor no se termina ahí: su risa y el simbolismo de abrir los brazos ante la victoria del partido se repitieron cuando subió al balcón convertido en presidente.

Abrir los brazos y sonreír, dos gestos que hacía Milei cada vez que ganaba y que mantiene hasta la actualidad. Incluso ahora que se proclamó Presidente de Argentina.
Abrir los brazos y sonreír, dos gestos que hacía Milei cada vez que ganaba y que mantiene hasta la actualidad. Incluso ahora que se proclamó Presidente de Argentina.

La historia de Javier Milei antes de convertirse en el líder de Argentina ofrece una perspectiva única. Su trayectoria en el fútbol y las cábalas que lo acompañaron muestran facetas menos conocidas de su personalidad, revelando que las experiencias en la cancha influyeron en su enfoque de la vida y la política.

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