CLAVES

LEJANA EXPORTACIÓN MÍA...

1 de las 10 peores calificaciones del mundo: el Lado B de la Argentina

Si se trasladara la performance de la macroeconomía a cada habitante, surgiría que fugó 44% más de capitales que los que entró por inversión extranjera directa. Que, a su vez, produce apenas 30% más de lo que le debe en total al mundo. Que hay 2 millones de desocupados en un contexto de 14 millones con problemas de empleo y que aún así es muy baja la competitividad para exportar medida por trabajador activo: US$3.300, inferior a Chile, México, Uruguay, Panamá, Costa Rica y Paraguay, aunque superior a Ecuador, Brasil, Perú, Venezuela y Colombia. Este agitado cóctel es el que mantiene al riesgo país encima de los 2.000 puntos y abre signos de interrogación sobre cómo se hará crecer a la economía, con el acento puesto en el intercambio comercial para generar divisas genuinas que alivien la deficitaria cuenta corriente de la balanza de pagos. Pero con esto solo no bastará para apuntalar el empleo, en gran medida dependiente del consumo interno. Es el gran signo de pregunta que se dibuja en el horizonte inmediato, porque se vincula directamente con la distribución del ingreso que afecta de lleno a la población y está regida por la gran figurita difícil de la vapuleada economía actual: el dólar.

Una división aritmética per cápita que deparan los indicadores macroeconómicos de Argentina mostraría que cada uno de nosotros: 

** produce unos US$9.000 por año, 
** lleva fugados al exterior en la era Macri a razón de US$1.800, 
** recibiría US$1.250 de inversión extranjera directa, 
** le debería al mundo US$6.310,
**  el que trabaja genera US$ 3.300 de lo que se exporta.

Aunque el reparto no sea tan equitativo, ni mucho menos, la performance bajada a los seres humanos de carne y hueso son elocuentes acerca del desbarajuste que evidencia la economía nacional. 

La comparación con el vecindario y el resto del mundo tampoco nos dejan bien parados. Los chilenos alimentan con US$15.000 por barba a su PIB y los uruguayos contribuyen con US$17.000, casi el doble que del río de la Plata para este lado.

En ambos casos, la ecuación favorable de sus números y la seriedad jurídica de la que hacen gala atraen capitales externos entre el 92% y 74% del PIB,, respectivamente, contra apenas el 14% de Argentina.

Pese a que la deuda externa por habitante asciende a US$ 6.310 y es algo inferior a la uruguaya y la brasileña, US$7.455 y US$6.544, respectivamente; al lado de la de Japón (US$90.345), Irlanda (US$62.687), USA (US$61.539) e Italia (US$58.693), según datos de la OCDE, parecería ínfima, pero aún así el riesgo-país arriba de los 2.000 puntos suena a descalificador para acceder a nuevas financiaciones a tasas módicas. 

Es que la capacidad prorrateada por partes iguales entre 18 millones de trabajadores de generar divisas a través de las exportaciones es menor que en México, Brasil y Chile en términos nominales, al tiempo que se encuentra 66% debajo del ratio mundial (US$5.500) pero apenas de Latinoamérica US$3.521.

La dificultad para colocar en los mercados bienes y servicios nacionales más allá de los conocidos de siempre no sólo afecta la cuenta corriente de la balanza de pagos, sino que diezma la contramano importadora del intercambio (por la que transitan más del 60% de los insumos para la fabricación local) y termina comprometiendo el empleo.

Reformas regulativas

El presidente del Capítulo Argentino de la Internacional Society for Performance Improvement (ISPI), investigador y profesor del ITBA, miembro del consejo directivo de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios, director general de la consultora DNI, miembro consultor del Consejo Argentino para las Relaciones internacionales (CARI) y del consejo consultivo de Cippec, Marcelo Elizondo, alerta que como “la economía internacional está cambiando y la tecnología es el elemento más disruptivo, el empleo cambia de naturaleza en la medida en que se internacionalizan las economías nacionales”.

En ese marco es que “Argentina deberá mejorar su nivel de exportaciones y -para ello- mejorar el ratio de las exportaciones por trabajador”.

Hace hincapié a que, en el ámbito laboral, sean acompañadas las reclamadas reformas regulativas para mejorar los incentivos a la contratación de trabajadores con inversión en formación de los recursos humanos, tanto de parte de las empresas como de parte de los sistemas públicos y del 3er sector involucrados al efecto.

“La mayor internacionalización esperada requerirá más productividad del trabajo, que supone acompañar tendencias como la que muestra que en Latinoamérica el trabajo que más crece es el referido a actividades más competitivas internacionalmente, como el trabajo no rutinario cognitivo, vinculado a las tareas más tecnologizadas", sostiene.

Una manera de evaluar la competitividad internacional de una economía es comparar, con datos de la OIT, el Banco Mundial y la OMC, los niveles de exportaciones que produce en relación con la cantidad de los que prestan en ella servicios laborales, la población activa, que es la cantidad de personas en edad laboral que, o bien trabajan en un empleo remunerado o bien se hallan en plena búsqueda, que se han integrado al mercado de trabajo.

El ratio de apertura de la economía argentina es bajo. 

Tomando la relación entre el comercio exterior total y el PBI, Argentina tenía el año pasado, antes de los últimos ajustes cambiarios, 1 de los 10 más bajos del mundo, y -junto a Brasil- 1 de los 2 menores de la región.

Los datos de 2019 mostrarán, aun con un PBI menor medido en dólares, un ratio algo menos malo pero aun así de los más bajos de Latinoamérica: “Es una economía de escasa capacidad comercial internacional también en el análisis de la relación trabajadores por exportación”, señala el reporte de DNI.

En exportación por persona ocupada en la economía, antes que Argentina, con US$3.300 millones, están: 

** Chile, US$8.900,
** México, US$8.100,
** Uruguay US$5.600, 
** Panamá, US$5.000, 
** Costa Rica, US$5.300 y 
** Paraguay, US$4.300. 

Por encima de Ecuador, Brasil, Perú, Venezuela y Colombia.

En Latinoamérica, no pocas economías más abiertas tienen menor tasa de desempleo, a la vez que no pocas otras economías más cerradas, muestran una tasa de desempleo mayor.

Así, en 2018, las tasas de desempleo en la región fueron mayores en Argentina y Brasil, que son economías más cerradas, y menores en países como México y Perú, que son más abiertas.