El espectáculo del fin de semana fue horrible. Varios líderes políticos defendieron la importancia de la unidad en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), que precisamente son para competir en forma organizada y pacífica dentro de cada fuerza partidaria. Esos líderes creen que exhibir una "lista de unidad" representa una virtud ante los electores. Falso. Esos líderes mienten para conservar su 'poder de la lapicera., Ellos quieren definir, en soledad, las listas de precandidatos que serán candidatos ya no que tendrán competencia. Es la negación de la democracia participativa. Es autoritarismo disfrazado de consenso. Es absolutismo, una prolija castración de la voluntad popular.
PASO 2021
Lista de unidad, el hipócrita culto al Gran Dedo
Algunos líderes y la mayoría de las fuerzas partidarias se aferran a una falsa unidad, que nadie cree y que contribuye al escepticismo acerca de la política.
Las PASO deberían permitir identificar a los líderes territoriales. Su propósito consiste en que, gracias a una competencia transparente, resulten una instancia en que los simpatizantes de una fuerza partidaria manifiestan quiénes son las personas con las que ellos se identifican. El mejor complemento para las PASO sería una reforma electoral que reemplace las vetustas 'listas sábana' por la elección uninominal por circunscripción, y sin duda esto le permitiría a la desgastada y cada vez menos creíble democracia representativa, recuperar alguna empatía entre los ciudadanos, quienes cada vez con más insistencia hablan de "las deudas de la democracia".
Casi ningún líder se atreve a reivindicar un sistema de primarias abiertas y prefieren mantener, siempre en nombre de la unidad, una simulación democrática que les permite acumular / conservar honores, prebendas y privilegios que surgen del totem conocido como Gran Dedo. La ausencia de las verdaderas PASO es el origen de las prácticas equivocadas que convierten a los políticos profesionales en una clase social privilegiada.
Una maldita trampa
Durante toda la semana que pasó, antes de concluir el plazo para presentar las listas de precandidatos, mucho se leyó / escuchó acerca de
- gestiones para impedir la presentación de listas,
- negociaciones para que personas renuncien a sus intenciones de participar,
- ofertas para que algunos se integren a las listas digitadas y
- hasta se mencionaron compensaciones para torcer voluntades.
El espectáculo fue decadente.
¿Qué tiene que ver todo eso con la democracia, que debería permitir que todo aquel que tenga el deseo de presentar una lista, pueda presentarla si cumple con las normas vigentes?
Algunos periodistas dijeron que Fulano o Mengana había demostrado su poder impidiendo la presentación de tal o cual lista.
En varios medios de comunicación, que no entienden que la única garantía de la vigencia de la libertad de expresión es que la democracia sea verdadera, se afirmó que era necesario consultar a un referente nacional acerca de la posibilidad o no de presentar una candidatura local. Así el Sistema se muere pero porque lo están asesinando.
Llama la atención que no exista una condena social a la dictadura de la unanimidad. Un cuestionamiento al temor al disenso, al ocultamiento de la diferencia, y que el deseo de participar sea considerado un atentado contra la tolerancia.
Es una democracia inmadura, evidentemente. Sigue siendo una democracia en transición.
El debate
Cristina Fernández de Kirchner dijo que esperaba que en estas PASO se pueda debatir con seriedad cuando las versiones indican que ella acababa de limitar el debate impidiendo o condicionando la presentación de decenas de listas en todo el territorio nacional.
Su esposo Néstor también era aficionado a definir desde su escritorio las precandidaturas en todo el país porque su obsesión era el poder, y él no podía permitir que la democracia pusiera en riesgo su poder.
Horacio Rodríguez Larreta, según colaboradores suyos, consideró fundamental que Jorge Macri y Patricia Bullrich retirasen sus ambiciones de participar, y no pudo impedir la presentación de una 3ra. lista en Juntos por el Cambio en Ciudad de Buenos Aires, situación que fue considerado un revés.
En ese espacio, Mauricio Macri siempre aborreció las elecciones internas. Los afiliados jamás eligieron al presidente del PRO, por dar un ejemplo. Y Gabriela Michetti pagó carísimo haber desafiado una vez la orden de no presentar lista alternativa. Si Macri hubiera alentado a María Eugenia Vidal a presentar una lista y competir por la candidatura presidencial en 2019, quizás no estaría hoy temiendo ir preso.
Si el Sistema no tolera la competencia, nunca habrá un debate en serio, no se conocerán ni la agenda ni las opiniones verdaderas de los ciudadanos. Dejen que esto siga ocurriendo algunos años más y los enemigos de la democracia tendrán su derrota servida en bandeja.
Tampoco es cierto que con una lista única prevalezca la unidad porque se trata de una desunión disfrazada de consenso.
Algunos sostienen que asegurar las listas únicas garantiza que no ocurran fragmentaciones o rupturas dentro de cada frente o alianza.
Sin embargo, si las fuerzas partidarias no pueden concurrir a una elección para dirimir sus liderazgos y luego mantener su convivencia, carece de sentido que permanezcan unidos porque cuando tengan que gestionar el Estado será un fracaso permanente, y eso sí que perjudicará a los electores.
Es cierto que el temor a la competencia está en el ADN de los líderes argentinos.
No sólo impiden la competencia en sus fuerzas partidarias sino que si llegan a gobernar no creen en la competencia como columna vertebral del funcionamiento de la sociedad y de la propia economía. El dirigismo al que casi todos adhieren comienza negando la competencia interna.
Por lo tanto, nada hay para festejar. El culto al Gran Dedo sigue prevaleciendo en el altar de la política argentina. Nunca puede terminar bien.