CÓRDOBA. El PJ oficialista, entendido como el raquítico Frente de Todos, sufre hoy una acefalía en un puesto clave en la política: el sucesor. La declinación de la candidatura de Cristina Kirchner y la fallida prueba de Alberto Fernández en el gobierno desnudó la falta de un recambio generacional que no llegó y que ahora puso en jaque la continuidad del kirchnerismo tal y como se lo conoció hasta hoy.
SUCESIÓN
La Masia del PJ: Cómo funciona el semillero de Schiaretti
El PJ nacional sufre la falta de candidatos para renovar como oficialismo. Sin embargo, había una forma de ganarle al tiempo.
Pero no todo el PJ sufre esa incertidumbre. De hecho, hay una buena parte que se la vio venir, algo que el kirchnerismo ni su referente absoluta supieron hacer.
Se trata del PJ cordobés, liderado hoy por Juan Schiaretti, y mañana por el candidato a gobernador Martín Llaryora. En ese espacio, la línea sucesoria es fruto de un sistema bien claro y tangible, a punto tal de ser asociable a la lógica que persiguen las divisiones inferiores en el fútbol (como la Masia en el Barcelona FC, tal vez la más famosa del mundo).
Todos los equipos del mundo buscan auto sustentarse con nuevos talentos y así trascender al tiempo. En la política, de tanto en tanto, sucede lo mismo.
Con la muerte de José Manuel de la Sota en 2018, y la avanzada edad de Schiaretti, el peronismo cordobés no tuvo más remedio que comenzar a vislumbrar una manera de darle continuidad a una obra de gestión que muchos califican como exitosa. Sin la posibilidad de continuar con los pases de bastón, el recambio generacional fue inevitable, aunque ordenado a la luz de los hechos.
Para comprender ese recambio basta con ver al Palacio 6 de Julio, donde se centran las operaciones de la Municipalidad de Córdoba y donde, a partir del 2019, se instaló la “Masia” del PJ cordobés con el ingreso de Martín Llaryora. El actual candidato ingresó al municipio capitalino para arrebatarle un bastión al radicalismo y para iniciar el funcionamiento sucesorio que hoy se puede ver.
De alguna manera, el schiarettismo entendió que la Municipalidad de Córdoba puede funcionar como una academia de dirigentes que, a futuro, podrían ingresar a las grandes ligas de la gestión provincial. Aunque, claro, ese espacio está restringido para jugadores calificados.
Tanto en el caso de Llaryora, como en el de su potencial sucesor Daniel Passerini y su candidato a viceintendente Javier Pretto, los antecedentes avalaron sus ingresos. En los tres casos, se trata de dirigentes no capitalinos, que fueron intendentes de sus respectivas localidades del interior provincial.
Esa convergencia de cualidades no es una mera casualidad. Todos y cada uno de los integrantes de la línea sucesoria están fríamente calculados.
Para el PJ cordobés, la esencia electoral se apalancó siempre en la demostración de gestión. A excepción de la primer victoria en 1999, el resto de las oportunidades la campaña se realizó desde detrás del mostrador, haciendo que “lo hecho” pese más que “lo hablado”.
Desde el municipio, la nueva guardia pudo aprender a hacer campañas defensivas. Muy difícilmente se pueda observar al schiarettismo yendo a un terreno de peleas o artimañas lejanas al terreno que le sienta más cómodo.
De esa forma, y con una experiencia pesada gestionando la segunda ciudad más importante del país, Juan Schiaretti logró construir su propia sucesión y desafiar el paso del tiempo. Algo que el kirchnerismo no pudo, o tal vez no quiso ver.
A rendir
En las elecciones 2023, la cantera del PJ en Córdoba rendirá su primera y más importante prueba de cara al futuro. De nada habrá servido el paso por la Municipalidad si Martín Llaryora no puede concretar la gobernación, algo que parece poco probable.
Lo mismo sucederá con Passerini. El médico será el encargado de mantener la “escuela” abierta, a la espera de su propia oportunidad en cuatro años.
No obstante, el panorama para el candidato a intendente es más complicado ya que volverá a la carga un viejo conocido de la Municipalidad de Córdoba: el radicalismo. En caso de superar el, tal vez, más difícil escollo que encuentra hoy el PJ en Córdoba, Passerini se transformaría automáticamente en el próximo en la fila.
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