Según el horóscopo chino, 2022 será el año del tigre. Específicamente, del "tigre de agua". De acuerdo a la tradición china, el tigre es considerado "el rey de todas las bestias" y simboliza la fuerza y la valentía. En el catolicísmo, en cambio, la mayor de las bestias está en el libro del Apocalipsis, que anticipa el fin de los tiempos.
EXPECTATIVAS
2022, el año de un tigre llamado FMI
En 2022, aunque sin una fecha precisa, la Argentina y el Fondo deberían llegar al demorado acuerdo sobre la deuda de US$45 mil millones.
Sin embargo, como en la tradición china, el 2022 será el año del FMI.
Durante los 2 primeros años de su mandato, Alberto Fernández no logró sellar un nuevo programa que le de un alivio financiero al país. Algunos creen que se debe a las fuertes convicciones del Presidente de no firmar cualquier cosa.Otros simplemente consideran que hubo impericias que llevaron a tamaña dilación.
Desde la Casa Rosada y el Palacio de Hacienda dejan trascender que no terminará enero sin que haya un principio de acuerdo. Pero esa promesa contrasta con otra incumplida: la presentación de un entendimiento en los primeros días de diciembre, incluido en un "plan plurianual".
El ministro de Economía, Martín Guzmán, no obstante, evita públicamente pronunciarse sobre fechas. Es más abre más interrogantes al confirmar que faltan "consensos internacionales" para llegar a un acuerdo. En otras palabras, hay países que impugnan el plan de la Argentina.
Guzmán confirmó que España y Francia apoyaron al Gobierno, pero que hay países que siguen "sin comprender" las necesidades en este extremo del mundo. Esto tendría que ver con el pedido de la reducción de la sobretasa exigida a los deudores reincidentes. Entre esas naciones estaría, nada menos, que USA, principal accionista del FMI. Sin aval del Tesoro estadounidense, difícilmente ocurra un acuerdo en los términos que pretende Guzmán.
¿Es una posibilidad que no haya acuerdo de ningún tipo? Las chances son bajas. Tanto la Argentina como el Fondo comprenden los traumas de un incumplimiento. "Es como con los acreedores privados, acuerdo va a haber. Ahora si es mejor o peor, esa es la cuestión", es el comentario entre analistas.
Los países que por ahora "no comprenden" las necesidades argentinas estarían reclamando proyecciones más creíbles y no las que Guzmán introdujo en su fallido proyecto de presupuesto. Esa iniciativa naufragó por - o se lo adjudican al menos- la intempestiva reacción de Máximo Kirchner en el recinto que pidió jugar a todo o nada. El resultado fue nada. Hubo luego que explicarle a Kristalina Georgieva, titular del FMI, qué fue lo que pasó.
Siempre queda la duda sobre si Cristina Kirchner -la mamá de Máximo- quiere o no acordar con el FMI. Ella deja trascender que sí, pero al mismo tiempo intenta quedar al margen del ajuste que -con mayor o menor tenor- incluirá un nuevo programa.
La principal discusión dentro del Gobierno es cuánto se puede gastar. En definitiva, hasta dónde se puede estirar el déficit fiscal. El temor es que el programa regenteado desde Washington obture una recuperación económica que, tras el rebote post cuarentena, se mantendría aunque con menos vigor en 2022.
La vicepresidente no quiere pagar costos frente a su electorado, en creciente contracción, según mostraron las elecciones.
Después de todo, tras 2022 viene 2023. Pero primero hay que domar al tigre.