El género de terror es uno de los que más evolucionó y se ramificó a lo largo del tiempo, hasta el punto en el que nos preguntamos qué películas realmente califican como “una de terror”, ¿es el hecho de asustarse suficiente? Sin embargo, historias como las de la saga de “El Conjuro” tiene la clasificación y el éxito asegurado, ya que lograron poner en la pantalla una serie de casos reales basadas en las investigaciones y registros de Ed y Lorraine Warren, una pareja demonóloga que llegó al cine en la piel de Patrick Wilson y Vera Farmiga.
43 DEMONIOS DENTRO DE UN CUERPO
“El Diablo Me Obligó a Hacerlo”: el caso real que paralizó a USA en los 80’ y llegó al cine
El matrimonio de Lorraine y Ed Warren volvió a la pantalla grande para contar otra de las historias que mueve fanáticos del terror y de los casos demoníacos alrededor del mundo con la saga de “El Conjuro”. El 10 de junio llega a los cines argentinos que estén abiertos: “El Conjuro: el Diablo me obligó a hacerlo”, y no solamente es interesante porque ya rompió la taquilla en Estados Unidos sino que por primera vez los Warren tomarán un caso basado en un asesinato y que toma fuerza en la justicia norteamericana de 1980.
Lo que tiene de distintivo esta historia es que no empezó como una saga. Los fanáticos y el talento del director, James Wan, la convirtieron en el fenómeno que es hoy. A diferencia de muchas películas de terror, no se juega con la psiquis del espectador sino que todo lo que sucede es tangible ya que todo el mal está propagado por adoradores del diablo, lugares malditos y objetos ocultos en los hogares de los desprevenidos. Y, por supuesto, el hecho de que se basan en historias reales, personas que existieron y casos que dieron que hablar en Estados Unidos. Esto es lo que sucede en “El Diablo me obligó a hacerlo”.
En casos anteriores la pareja asistía a casas embrujadas, o tomaba casos de familias un tanto extrañas. Esta vez se sumergirán en un asesinato y un caso judicial que llegó a las autoridades norteamericanas, teniendo en cuenta que fue la primera vez que la posesión demoníaca se planteó como defensa en un tribunal de Estados Unidos. Tal fue así que el caso lo cubrieron todos los diarios nacionales como The Washington Post y The New York Times.
En 1981, Arne Johnson (Ruairi O'Connor) asesinó al propietario del departamento que alquila con su novia Debbie Glatzel (Sarah Catherine Hook). El mismo se muestra bañado en sangre y confundido ante la situación. Es así que sus abogados dijeron a los tribunales que la única opción para resolver el caso era “lidiar con la existencia del Diablo".
Sin embargo la historia se va unos meses más atrás ya que los Warren llegaron primeramente a Brooksfield, Conneticut para investigar el caso de David Glatzel (el cuñado de Arne), un niño de 11 años que aseguraba haber visto en su casa a un anciano que le decía que tenga cuidado mientras lo empujaba hacia una cama de agua (escena que vemos claramente en la película). David comienza a mostrar un comportamiento extraño y marcas físicas inexplicables.
"43 demonios estaban dentro de David, ellos exigieron nombres y David nos dio 43", le dijo muy seguro el ya fallecido, Ed Warren, a People Magazine en 1981. De esa premisa parte la película, sin embargo se va haciendo mucho más interesante a medida que se explora la historia familiar y la mística entre el matrimonio de investigadores, impulsado directamente por la química entre los actores. Aquí está la clave del éxito: curiosidad, romance y casos reales.
“Siempre que los fans tengan ganas de más, allí estaremos”, prometió Vera Framiga en una reciente entrevista con GQ.
Volviendo al caso real, después de meses de idas y vueltas, Johnson fue declarado culpable de homicidio involuntario y sentenciado a 10-20 años de prisión. Aunque salió a los 5 años por “buena conducta”.
Sin embargo, en 2007, el otro hermano de Debbie, Carl Glatzel, afirmó que la mayoría de los incidentes descritos en este libro son "mentiras completas" y que su familia fue manipulada y explotada por los Warren. Por su parte, Lorraine Warren, que entonces acababa de enviudar, dijo que tales acusaciones eran "molestas".