CÓRDOBA. Hace ya tiempo, el Festival Nacional de Folklore de Cosquín tiene una política de género abierta dentro de un ambiente tradicionalista y conservador por excelencia. Con la incorporación de distintos cupos de representación, la fiesta más convocante del folklore nacional tiene por objetivo ir rompiendo con ciertos prejuicios.
No obstante, eso no parece ser una tarea sencilla. Ni siquiera al ver que el calendario marca el año 2023.
Una muestra de ello fue la repercusión que tuvo en redes sociales la performance de la pareja de baile de los hermanos Ezequiel y Facundo Posse, oriundos de Capital Federal, quienes desplegaron su destreza en la Plaza Próspero Molina y clasificaron para participar de la instancia final de baile del próximo sábado. Aunque no dejaron de desatar la polémica.
En concreto, la pareja performó un baile de tango con una clara referencia homosexual entre los personajes representados, e incluso un prolongado beso entre ambos que generó polémica entre un sector de los espectadores. Precisamente, esa imagen fue la que sacudió las redes sociales en su mayoría, despertando comentarios de toda clase.
Si bien no hubo explicaciones oficiales del festival, en Cosquín se promueven las actuaciones que representen las discusiones sociales actuales. Entre ellas, claro, están las propuestas por la comunidad LGBT+.
El antecedente inmediato de referencia a esos temas se dio en el Cosquín 2022, con la inclusión de una cantante trans de folklore llamada Ferni. En su momento, la artista declaró que “el estatuto se vio incomodado”. “El estatuto de un estatus quo que solamente contempla identidades de hombres y mujeres, y mi presencia fue disruptiva por eso”, supo señalar a Página 12.
Ahora, los hermanos Posse propusieron un nuevo sacudón. Aunque no fue bien recibido por todo el público.
“Quisieron hacer un Cosquín inclusivo. Pero es un curro del intendente y provocar”, explicó un espectador en Twitter. “No es fácil remover la ortodoxia folklórica, los flacos se la jugaron y el público lo hace notar”, contestó otro.
Así, la división se hizo notoria entre quienes apoyaron el número y quienes lo rechazaron. Para los primeros, se trata de una política a intensificar, mientras que los segundos consideraron el baile como una ofensa a las tradiciones profundas.
La realidad indica que todavía falta mucho para que espectáculos de ese tipo sean aceptados con naturalidad, más aún en el ámbito del folklore. Cabe recordar que es un género que tiene como valor principal la transmisión de una historia fundacional y la tradición de una nación.
Eso último, claro, acarrea conceptos que son arcaicos, pero tal vez formen parte del ADN del folklore. Así, la evolución del folklore seguirá el rumbo que determine su público.
No obstante, la discusión parece estar servida. Aunque tal vez la disrupción no sea el mejor de los métodos en este caso.
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