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INDEFINICIONES Y SILENCIOS

Un misterio llamado Luna Park

Un inmueble importante, con diferentes oportunidades de negocios, acotado por indefinición de sus accionistas que gestiona el Arzobispado de Buenos Aires: muy raro todo.

Semanas atrás, la gerencia del miniestadio techado Luna Park acordó con la empresa TM Eventos instalar en el presente mes de marzo, nuevas pantallas LED P8 en la esquina de la avenida Corrientes y la calle Bouchard y en la esquina de las avenidas Corrientes y Madero, además de otra en la esquina de la calle Lavalle y la avenida Madero. Es la modernización más conocida de la inmensa estructura que ocupa 1 manzana.

Pero el Luna Park precisa de cambios mucho más importantes considerando la competencia que le impone el moderno Movistar Arena -proyecto gestionado por S.A. La Nación y ASM Global, ex AEG Worldwide-, ubicado junto al estadio del Club Atlético Atlanta, y probablemente otro proyecto que avance en Ciudad de Buenos Aires, más allá del estadio Mary Terán de Weiss, en el Parque Roca, con capacidad para 15.000 personas y un techo de sistema corredizo que permite que el espacio central quede descubierto.

Iniciado por Ismael Pace y José Lectoure en 1931, quienes debieron quitarlo de su emplazamiento original, que pasó a ocupar el Obelisco de Buenos Aires, el Luna Park es una estructura casi obsoleta aún cuando en su tiempo el arquitecto Jorge Kálnay incorporó elementos modernos para la época.

En vida de 'Tito' Lectoure hubo que iniciar una reestructuración del negocio porque el "Palacio de los Deportes", para 8.000 espectadores, porque el cambio de hábitos de la sociedad imponía mutar en centro de espectáculos y eventos artísticos.

Entonces quedaron en evidencia los problemas con el aire acondicionado y la acústica, por ejemplo. Pero todavía no había alternativas en la Ciudad Autónoma porque, por ejemplo, los miniestadios de Obras Sanitarias y de Ferrocarril Oeste eran más precarios y sin decisión de inversión alguna.

En el siglo 21 es inverosímil que un estadio de los años 1930 pueda satisfacer la demanda de consumidores / espectadores más sofisticados, a menos que compita en un segmento de menor precio, especulando con tarifas congeladas y algunos beneficios tributarios.

Sin embargo, la Curia católica apostólica romana propietaria del Luna Park, que había avanzado en la venta del predio, luego retrocedió y, finalmente tampoco hubo remodelación: nada ha cambiado, provocando enormes interrogantes acerca del presente y el futuro de la estructura.

Deberá recordarse que Ernestina Devecchi de Lectoure, tía muy especial de 'Tito' Lectoure, murió el 09/02/2012, y legó el 95% de la sociedad Stadium Luna Park SRL, propietaria del predio, a la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco y a Cáritas Argentina, representada por el Arzobispado de la Ciudad de Buenos Aires -Felices los Niños, de Julio César Grassi, había sido quitada del testamento ya en 2002, tras las denuncias por abuso infantil-. 

Años después, el grupo de familiares de Lectoure que conservaba el 5%, lo cedió también a los citados accionistas del Clero, que quedaron con el 100%. Y designaron a Hernán Barrionuevo a cargo de la gestión.

Antes, hubo un administrador judicial porque la propiedad quedó en medio de una 'zona de nadie' testamentaria, hasta que la Inspección General de Justicia, que siempre trabaja con demoras, se puso las pilas.

De acuerdo a Guido Carelli Lynch, en el diario Clarín, en abril de 2015, un plan de reforma llegó hasta Guillermo Karcher, secretario personal del papa Francisco (Jorge Bergoglio). Lo expusieron el productor de televisión Adrián Suar y su hermano, con el objetivo de una posible inauguración en 2017, pero el tema desapareció de la agenda vaticana.

Ahí fue cuando apareció el proyecto de venta del inmueble para construir torres de oficinas, aprovechando que el predio ya había quedado fuera del statu-quo de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación. Sin embargo, más tarde ocurrió el desmentido desde Roma.

Por lo tanto, la coyuntura es un enigma. Es cierto que el Clero nunca se ha caracterizado por decisiones ni veloces ni audaces. Pero también es cierto que la indefinición le provoca un perjuicio económico, al menos respecto del negocio posible. 

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