En un caso que sacude los cimientos de la ética médica, el anestesista Gerardo Billiris enfrenta las consecuencias de sus acciones tras el rechazo de su recurso por la Corte Suprema de Justicia de la Nación. El especialista, cuya profesión debería haber estado dedicada a aliviar el dolor, se vio envuelto en una trama oscura de abuso y adicción que ha dejado una estela de sufrimiento a su paso.
LA JUSTICIA SE PRONUNCIA
Gerardo Billiris: El anestesista al que la Corte Suprema le rechazó su último recurso
El anestesista Gerardo Billiris afronta un nuevo revés judicial tras el rechazo de su recurso. Los detalles.
La historia se remonta a febrero de 2013, cuando Billiris, entonces de 38 años, inició una relación con una joven de apenas 18. Lo que comenzó como una propuesta laboral se transformó rápidamente en un vínculo sentimental teñido de manipulación y violencia. El médico, aprovechándose de su posición de poder y acceso a sustancias controladas, sumergió a la víctima en un espiral de consumo de estupefacientes que incluía cocaína y potentes fármacos como midazolam, propofol y fentanilo.
El departamento de Billiris en la calle Beruti 4543 de Buenos Aires se convirtió en el escenario principal de este drama, donde la práctica de suministro de drogas pasó de ser ocasional a casi diaria. La desigualdad en edad, profesión y recursos económicos jugó un papel crucial en la dinámica abusiva, permitiendo al médico ejercer un control asfixiante sobre su víctima a través de humillaciones, agresiones físicas, abusos emocionales y económicos.
A medida que la relación se deterioraba, la salud de la joven se vio gravemente comprometida, resultando en múltiples internaciones hospitalarias. Este desgaste físico y emocional fue el testimonio silencioso del daño infligido por quien debería haber sido un guardián de la salud.
Anestesista enfrenta las consecuencias tras años de abusos
Sin embargo, el sistema judicial actuó en respuesta a estos hechos atroces. En agosto de 2021, el Tribunal Oral Federal N° 8 de la Capital dictó una sentencia de tres años y medio de prisión contra Billiris por suministro de estupefacientes a título gratuito para consumo personal en concurso ideal con el mismo delito, en su condición de médico. Pero, la lucha por la justicia no terminó allí.
Un año después, la Sala III de la Cámara Federal de Casación Penal intervino, anulando parcialmente la sentencia en lo referente a la pena impuesta y ordenando una revisión. Este giro en el proceso legal desencadenó una serie de recursos por parte de la defensa de Billiris, culminando en la presentación ante la Corte Suprema.
El máximo tribunal del país, con las firmas de Horacio Rosatti, Carlos Rosenktranz, Juan Carlos Maqueda y Ricardo Lorenzetti, puso fin a las aspiraciones del médico al desestimar su planteo. La decisión se fundamentó en que el recurso no se dirigía contra una sentencia definitiva o equiparable, cerrando así un capítulo en este sombrío relato judicial.
Ahora bien, si nos detenemos en los detalles, este caso pone de manifiesto la vulnerabilidad de los jóvenes frente a figuras de autoridad que abusan de su posición. También subraya la importancia de mantener la integridad profesional en campos tan sensibles como la medicina, donde el poder de sanar puede convertirse en un arma de destrucción en las manos equivocadas.
La sociedad queda ahora a la espera de la nueva sentencia que determinará el castigo final para Billiris. Mientras tanto, este caso sirve como un recordatorio escalofriante de la necesidad de vigilancia constante contra el abuso y la importancia de proteger a los más vulnerables. La justicia ha hablado, pero las cicatrices realizadas por estos actos perdurarán mucho más allá de cualquier sentencia judicial.
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