DIPLOMACIA Y NEGOCIOS

Malvinas, Malcorra, Carrió y Shell... mucho Shell

El desembarco de Malvinas en la agenda de Mauricio Macri tiene varias lecturas. Aquí se presentan 3 interpretaciones bien diferentes pero que se complementan para prestar atención a un tema que, tal como sucede con el desempleo, el arribo de inversiones y la presión tributaria, ha sido subestimado por la Administración Cambiemos.

3 conclusiones preliminares:

> Ni Joaquín Morales Solá pudo evitar afirmar que Mauricio Macri 'metió la pata' en Nueva York, y que Susana Malcorra estuvo apresurada.

> Mariano Spezzapria atribuye lo que ocurrió, en parte, a la peligrosa duplicidad de la ingeniería de poder de Macri, pero advierte que Elisa Carrió ya entendió cómo poner en jaque toda esa construcción.

> Sir Alan Duncan, el canciller británico que visitó la Argentina, es tan ex Shell como Juan José Aranguren. Pero además es ex Marc Rich, el amigo de Santiago Soldati. Entonces, ¿es diplomacia o son negocios?

Ahora, los textos, para que Ud. alcance sus propias conclusiones, antes que Malcorra llegue a Diputados el miércoles 28/09.

Sobre Malvinas y el Reino Unido, Joaquín Morales Solá en el diario La Nación:

"Fue un lástima. Una palabra clave, pero mal colocada, desdibujó una política nueva después de 12 años de ineficaz retórica nacionalista. La cuestión es ya muy sensible desde cualquier lado que se la mire y refiere a las islas Malvinas. La palabra fue soberanía y aludía a la soberanía argentina en las islas. El presidente Mauricio Macri no la puso sólo en su boca, que hubiera sido lo correcto, sino en la de la primera ministra británica, Theresa May.

No es bueno, desde ya, comenzar una negociación desmentido y desmintiéndose. Mucho menos cuando esas conversaciones deberán atravesar tormentas emocionales argentinas, imposibles de confrontar con argumentos racionales. El objetivo del Gobierno es simplemente reinstalar la situación preexistente al kirchnerismo. Ni siquiera se propone, por ahora al menos, volver a la situación de antes de la guerra de 1982, cuando la relación entre los habitantes de las Malvinas y el continente argentino era muy fluida en transporte, atención sanitaria, educación y energía. En verdad, desde 1972 -y durante el gobierno de Perón de 1973- se avanzó mucho en la integración del país con las islas.

Dicen los diplomáticos que ni los cancilleres pueden tratar con solvencia histórica y técnica la cuestión Malvinas. Es un tema de especialistas en el que abundan las "líneas rojas" impuestas para las diplomacias de la Argentina y Gran Bretaña. Por eso, les ruegan a cancilleres y presidentes que se refieran al asunto con conceptos muy generales: "el diálogo necesario" o la "resolución pacífica de los conflictos", por ejemplo. Más allá de esas generalidades hay un territorio cargado de trampas. El Presidente cayó en una de ellas. Estaba urgido para ponerle fin a la polémica argentina sobre la declaración firmada pocos días antes por las dos cancillerías, que había espoleado la crítica de los opositores previsibles, pero también la de sus propios aliados.

Vale la pena detenerse, por eso, en el núcleo de la novedad, más que en los destellos del error presidencial. La declaración argentino-británica fue firmada por el vicecanciller británico, Alan Duncan, y por su par argentino, Carlos Foradori. El trabajo grueso de ese documento lo llevó adelante la canciller Susana Malcorra, quien se fotografió con Duncan, pero la firma correspondió al funcionario argentino de igual jerarquía que la del británico. Tal vez la declaración debió esperar la elección del nuevo secretario general de las Naciones Unidas, que se hará dentro de un mes, porque Malcorra es candidata a ese cargo y Gran Bretaña tiene poder de veto sobre esa elección. Negociar bajo semejantes condiciones es difícil de explicar, como son fáciles de argumentar las suspicacias sobre una eventual incompatibilidad. Malcorra no dio ninguna razón para tales sospechas, pero siempre será mejor anticiparse al prejuicio en la cuestión Malvinas. (...)".

Complementa Mariano Spezzapria en el diario El Día:

"(...) La confusión que provocó su declaración sobre la supuesta aceptación del Reino Unido de incluir la soberanía de las Islas Malvinas en el diálogo bilateral, algo a lo que se niegan sistemáticamente los británicos desde la guerra de 1982, puede atribuirse a la inexperiencia diplomática del Presidente. Pero, en rigor, revela un aspecto más profundo: la duplicidad que marca su ingeniería de poder.

Esto es, su recurrente tendencia a repartir en dos cabezas –o dos áreas distintas- una función que a priori es la misma. Mucho se habló, con motivos por cierto, de los encontronazos entre Prat Gay y Sturzenegger, aunque ambos tienen objetivos disímiles. Bastante menos se reparó en que el entorno del Presidente está poblado de economistas que no reportan al ministro de Hacienda.

Uno de ellos es el influyente Mario Quintana, quien formalmente integra la Jefatura de Gabinete pero, en los hechos, es un asesor directo de Macri. Lo mismo sucede en el área de la política exterior: la canciller Susana Malcorra es la cara visible de la diplomacia argentina, con alto perfil por su candidatura a encabezar la ONU, pero no es la única voz que escucha el jefe de Estado.

De hecho, durante la reciente estadía del Presidente en Nueva York tuvo su cuota de protagonismo Fulvio Pompeo, el secretario de Asuntos Estratégicos, quien oficia como un canciller bis. Tanto, que al regreso de ese viaje participó del encuentro entre Macri y el ex presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso, en Olivos. Por encontrarse en el exterior, no estuvo Malcorra.

La canciller debió salir a aclarar los dichos de Macri sobre su ocasional encuentro con la primera ministra británica, Theresa May, en un almuerzo de agasajo que ofreció a los mandatarios el secretario general Ban Ki-moon. La funcionaria, que conoce al dedillo los pliegues de la ONU y el lenguaje diplomático, lo vivió como un traspié en un terreno en el que no puede equivocarse.

Malcorra ya había sido blanco de cuestionamientos porque su segundo, Carlos Foradori, firmó una declaración conjunta con el vicecanciller británico, Alan Duncan, que no incluyó el diálogo sobre la soberanía de las Malvinas. Eso motivó una reunión de la comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, que preside Elisa Carrió, quien no rebatió durísimas críticas opositoras a Malcorra.

Incluso, Carrió timoneó un dictamen conjunto de todos los bloques –a excepción de la izquierda dura- en el que se citó al vicecanciller para el próximo miércoles a dar explicaciones y se reivindicó el rol del Congreso en los asuntos de política exterior. En una lectura más fina, “Lilita” atajó las críticas al Presidente y a su canciller para evitar que por allí se colaran las demandas opositoras.

El gobierno se preocupó ayer por destacar la presencia de la jefa de la CC-ARI en el timbreo que encabezaron el presidente Macri y la gobernadora Vidal. Carrió estuvo en Capilla del Señor, la localidad donde estableció su residencia, aunque su principal actividad allí fue la inauguración de una sede del instituto Hannah Arendt, el centro de estudios en el que se forman sus seguidores. (...)".

Y el triángulo lo cierra Fernando Cibeira en Página/12:

"(...) Lo que hasta ahora no se había dicho es que sir Alan Duncan inició su carrera en Shell y se hizo millonario con la venta de petróleo y como asesor de empresas del rubro, las grandes beneficiadas por la firma del acuerdo que la Cancillería deberá ir a explicar el miércoles al Congreso.

“Veo un cambio asombroso. Pienso que el mundo está mirando hacia Argentina y dice ‘wow’. Este es ahora un país abierto a los negocios”, comenzó Duncan su exposición en el CCK en un panel que compartió con el secretario de Comercio de España, Jaime García Legaz, y la canciller Malcorra, quien arrancó pidiendo disculpas por tener que hablar en castellano pero que estaba en su país y no tenía más remedio. Entre quienes ven ahora esas grandes oportunidades que entusiasman a Alan Duncan están sus colegas del rubro petrolero, que ansían ver despejado el camino para la explotación en las Malvinas. (...)

Egresado de la Universidad de Oxford, Duncan inició su carrera en el mundo de los negocios en 1979 en la Royal Dutch Shell, la original, de la que tenía acciones –si es cierto que las vendió– el ministro de Energía, Juan José Aranguren. En 1982 renunció a Shell para asociarse al célebre prófugo norteamericano Marc Rich, quien había elegido Suiza como base de operaciones de comercio internacional porque no tenía tratado de extradición con Estados Unidos, donde la justicia lo reclamaba por evadir 50 millones de dólares en impuestos, entre otros delitos financieros. Trabajó con Rich durante siete años, dedicado a abrir mercados petroleros en Asia. En 1989, decide abrir su propio kiosco, Harcourt Consultants, con el que terminó de convertirse en millonario. Duncan dice que pegó el salto cuando comenzó a venderle petróleo a Pakistán durante la Guerra del Golfo.

(...) Duncan es conocido en Inglaterra, tiene un alto perfil mediático. En 2002 se convirtió en el primer político conservador en reconocer su homosexualidad y firmó la unión civil con su pareja. Pero no sólo se lo ve en la sección de sociales. En 2011, cuando era ministro de Desarrollo Internacional, apareció involucrado en unas opacas reuniones de las que formaban parte funcionarios británicos y la petrolera Vitol en busca de tomar el control del mercado de Libia luego de la caída de Muammar Kaddafi. El problema de incompatibilidades se acrecentaba porque Duncan es amigo del dueño de Vitol, Ian Taylor, desde que ambos comenzaron juntos en Shell. Duncan luego trabajó como consultor en Vitol y Taylor es uno de los habituales aportantes para sus campañas electorales. (...)

El ex Shell y trader petrolero Alan Duncan no pudo menos que celebrar como una revancha el comunicado de Malcorra comprometiéndose a remover todos los obstáculos para la explotación de hidrocarburos en las islas. (...)".