REVOLUCIÓN ARQUEOLÓGICA

Los faraones que inventaron China

China quiere conocer su identidad, de dónde proviene su civilización. Hasta ahora, resulta que los orígenes siempre estuvieron teñidos de objetivos políticos y, por lo tanto, la historia se encuentra tergiversada. En verdad, la arqueología tiene un aporte notable para la construcción de una épica y, ¿por qué no?, de un relato. En esa búsqueda, ha ocurrido un cambio: la irrupción de un pasado común con Egipto. La historia es muy interesante, y mereció un extenso artículo en la revista Foreign Policy, que ha energizado un debate de más de un siglo en el corazón de la identidad nacional de China.

por RICARDO LEWIS

WASHINGTON DC (Foreign Policy). Una fría tarde de domingo en marzo, un geoquímico llamado Sun Weidong dio una conferencia pública a una audiencia de estudiantes y profesores de la universidad de Ciencia y Tecnología en Hefei, en la ciudad capital y provincia sin salida al mar de Anhui en el este de China.

(N. de la R.: La geoquímica es una especialidad de las ciencias naturales que, sobre la base de la geología y de la química, estudia la composición y dinámica de los elementos químicos en la Tierra, determinando la abundancia absoluta y relativa, su distribución así como la migración de dichos elementos entre las diferentes geósferas que conforman la Tierra, utilizando como principales evidencias las transformaciones de rocas y minerales componentes de la corteza terrestre, con el propósito de establecer leyes sobre las cuales se basa tal distribución.)

Pero el profesor Weidong no sólo habló de geoquímica. Él también cito a varios investigadores cientificos clásicos chinos. En un momento él recordó la descripción de la topografía del imperio Xia que hizo el historiador Sima Qian. La casa Xi es tradicionalmente conocida como la dinastía fundadora de China, que data del 2070 a.C. al 1600 a.C. “Hacia el norte, la corriente se divide y se transforma en los 9 ríos”, escribió Sima Qian en su historiografía del siglo I, “Los Registros del Gran Historiador”. El dato agrega: “Reunidos forman el río opuesto y fluye hacia el mar”.

“La corriente” en cuestión no era el famoso río Amarillo de China, el cual fluye del oeste al este. “Sólo hay 1 río mayor en el mundo el cual fluye hacia el norte. ¿Cuál es?”, preguntó el profesor.

“El Nilo”, respondió alguien. Sun, entonces, mostró un mapa del famoso río egipcio y su delta; con sus 9 afluentes descargando en el mar Mediterráneo, mientras los miembros de la audiencia rompían en sonrisas y murmullos, intrigados de que este texto antiguo chino parecía acordar más con la geografía de Egipto que con la de China.

En 2015, Sun, un científico muy reconocido y premiado en China, había iniciado un apasionado debate on-line, en el cual él afirmó que los fundadores de la civilización china no eran bajo ningún concepto chinos sino que fueron inmigrantes de Egipto. Él se convenció de esta conexión en los años '90, cuando realizaba pruebas radiométricas de antiguos bronces chinos. Para su sorpresa, su composición química era más parecida a la de los bronces de los antiguos egipcios que la de los nativos chinos. Tanto las ideas de Sun como la controversia que las rodea fluyen fuera de una tradición mucho más vieja de la arqueología nacionalista China, la cual por más de 100 años ha buscado responder una pregunta científica básica, siempre muy politizada: ¿De dónde viene el pueblo chino?

Sun argumenta que la tecnología de la Edad de Bronce en China, estudiada ampliamente por escolares como ingresada por el norte, a través del prehistórico Camino de Seda, en realidad vino por el mar.

De acuerdo a él, sus portadores fueron los Hicsos, la gente del oeste de Asia, quienes gobernaron partes del norte de Egipto como extranjeros, entre el siglo 16 y 17 a.C. hasta su eventual expulsión.

(N. de la R.: Hicsos es el término helenizado de la denominación egipcia "heqa jasut", que significa 'soberanos de países extranjeros', literalmente 'gobernantes de países montañosos'. Florecientes mercaderes, ellos introdujeron en Egipto el caballo y el carro de guerra.

El historiador judío Flavio Josefo afirmó lo siguiente:

"Durante el reinado de Tutimeos, la ira de Dios se abatió sobre nosotros; y de una extraña manera, desde las regiones hacia el Este una raza desconocida de invasores se puso en marcha contra nuestro país, seguro de la victoria. Habiendo derrotado a los regidores del país, quemaron despiadadamente nuestras ciudades. Finalmente eligieron como rey a uno de ellos, de nombre Salitis, el cual situó su capital en Menfis, exigiendo tributos al Alto y Bajo Egipto (...)".

Sun aclara que los Hicsos poseían, en esa época primitiva, las increíbles tecnologías -metalurgia de bronce, carruajes, literatura, plantas y animales domésticos- que los arqueólogos descubrieron en la antigua ciudad de Yin, la capital de la 2da. dinastía china, la Shang, entre 1300 a.C. y 1046 a.C.

Ya que los Hicsos son conocidos por haber desarrollado embarcaciones para la guerra y el comercio, que les permitía navegar por el mar Rojo y Mediterráneo, Sun especula que una pequeña población escapó de su colapsante dinastía usando tecnología de marinería que eventualmente los llevó, junto a su Edad de Bronce, a las costas de china.

La tesis de Sun probó ser controversial cuando el sitio de viaje chino Kooniao la publicó por 1ra. vez en forma de un ensayo de 93.000 caracteres en septiembre del 2015. La revista considerada liberal, Caixin, comentó: “Su alentador título y simple lenguaje atrajo a un poco más que un par de lectores”.

El titulo fue: “Explosivo descubrimiento arqueológico: los ancestros de la población china vienen de Egipto”, y el ensayo fue reproducido y discutido on-line, en portales de internet tales como Sohu y foros populares como los de Zhihu y Tiexue.

La web Kooniao también armó una amplia página de lectura dedicada al tema en la plataforma Weibo; con el hashtag “La población China viene de Egipto”, que contiene contiene útiles respuestas del público. Algunas de las opiniones simplemente expresan furia, generalmente hasta el punto de la incoherencia: “Esa absurda teoría del experto acepta al azar para cualquiera de sus ancestros”, escribió uno. “Esto es el complejo de inferioridad de las personas en su máximo exponente!”, otro. Alguien preguntó: “¿Cómo pueden haber corrido a Egipto los hijos del Emperador Amarillo? Este tema es demasiado patético. ¡Lo importante es vivir el momento!”.

Otros comentadores han sido más considerados. Si no estaban del todo convencidos, al menos están dispuestos a debatir las ideas de Sun. De hecho, un conteo rápido de los comentarios de los intelectualmente curiosos le ganan 3 a 2 a aquellos que respondieron por impulso. Un usuario escribió: “Estoy de acuerdo. Uno debe mirar inteligentemente esta teoría. Ya sea que pruebe ser verdadera o falsa, vale la pena investigarla”.

Otro escribió: “El mundo es un lugar tan grande que uno encuentra muchas cosas grandes en él. Uno no puede decir que es imposible”. Otro más escribió: “Uno no puede simplemente rechazarlo como incorrecto o decir que la evidencia es falsa. Los intercambios entre culturas pueden ser muy profundas y distantes”. 

Anticipando esas críticas, Sun escribió que el examinar desde 0 los orígenes de la civilización china, “Puede parecer ridículo ante los ojos de algunos, ya que los historiadores hace mucho que dejaron bastante en claro que somos los hijos de Yang y el Emperador Amarillo”.

El historiador Sima Quian tomó a estas figuras legendarias, tales como los progenitores de los chinos Han, y el nieto del Emperador Amarillo, Yu el Magnífico, como el fundador de la semi-mítica dinastía Xia. Esto sirvió siempre como la historia del orígen de la China imperial y continuó dándose crédito por décadas después que la Republica reemplazó a la monarquía, en 1912. Inclusive lo hicieron los hijos más rebeldes e iconoclastas de la nación: Sun Yat-Sen, Chiang Kai-Shek, y el fundador de la República Popular, Mao Zedong. En algún momento ellos llevaron sus respetos a la tumba del Emperador Amarillo. Incluso ahora, la generalmente repetida afirmación de que la civilización china tiene aproximadamente 5.000 años toma como su punto de partida el supuesto reinado de aquel legendario emperador.

Desconocido por muchos, un agitador anti dinastía Qing fue el primero en publicar (bajo un seudónimo) esta afirmación de la antigüedad de la nación en 1903. Tal como su ideología nacionalista lo indicaba, “si deseamos preservar la supervivencia de la nación Han, entonces es imperativo que veneremos al Emperador Amarillo”.

Para ese entonces, la dinastía Qing estaba en un serio declive, con un obvio atraso comparativo respecto de las potencias occidentales. Intelectuales anti-Qing empezaron a examinar críticamente las raíces de la civilización y, por primera vez, aprovecharon la idea de que el origen estaba en el oeste. El trabajo que más atrajo su atención fue el del filólogo francés Albert Terrien de Lacouperie, quien en 1892 publicó “Origen occidental de la primera civilización china del 2300 a.C. a 200 d.C.". Traducida al chino en 1903, compara los hexagramas del “Libro de los Cambios” con la escritura cuneiforme de la Mesopotamia, y propuso que la civilización china se originó en Babilonia. El Emperador Amarillo fue identificado con el rey Nakhunte, quien supuestamente dirigió a su gente fuera de Medio Oriente, hacia las planicies centrales del valle del río Amarillo, alrededor del año 2300 a.C.

Liu Shipei, el profesor de Historia de la Universidad de Beijing, verdadero autor detrás del seudónimo, de la cronología del Emperador Amarillo, estaba entre los primeros en promover el sino-babilonismo en libros tales como “La historia de la Nación China” en 1903.

Hacia 1915, la teoría fue esparcida lo suficiente para que el himno nacional de la República, encargado por el presidente Yuan Shikai, se refiriera a ese origen, indirectamente: llamó a los chinos, “los famosos descendientes del pico Kunlun”.

(N. de la R.: La cordillera montañosa Kunlun se extiende a lo largo de más de 3.000 km., al lado de la cordillera del Pamir, forma la frontera norte del Tíbet, y se extiende al sur por la cuenca de Tarim y el desierto de Gobi, con casi 200 picos de altura superior a los 6.000 m sobre el nivel del mar. Son muy conocidas en la mitología china, y se considera que encierran el paraíso taoísta. El primero en visitar este paraíso fue, según la leyenda, el rey Mu, de la dinastía Zhou. Supuestamente descubrió el Palacio de Jade de Huangdi, el mítico Emperador Amarillo, y encontró a Xiwangmu, la Reina Madre del Oeste).

Otro endoso viene de Sun Yat-Sen, fundador de la República China, quien dijo en su lectura de “3 Principios de las Personas”, en 1924, que el “crecimiento de la civilización China puede (...) ser explicada por el hecho de que aquellos que se asentaron en este valle ya poseían una civilización muy avanzada”.

Para ellos y para los pos revolucionarios, el Sino- Babilonialismo no era consecuencia de la más reciente opinión científica europea sino la esperanza de que ya que China compartía los ancestros de otras grandes civilizaciones, no había un motivo dque le impidiera alcanzar a naciones más avanzadas de Europa y América.

El Sino-Babilonialismo cayó en desgracia en China a fines de 1920 y principios de 1930, cuando la invasión japonesa comenzó a escalar y diferentes políticas nacionalistas tomaron el poder. Historiadores chinos, buscando separar a China de los poderes imperialistas (Japón era un imperio), le echaron una mirada muy crítica a las teorías de origen occidental y a sus primeros simpatizantes.

En aquel tiempo, la moderna arqueología científica estaba debutando en China. El descubrimiento de la cerámica neolítica en Longshang, Shandong, en 1928, exhibió que la China oriental había sido habitada por grupos tribales antes de la inmigración que acercó la Edad de Bronce publicado por Albert Étienne Jean Baptiste Terrien de Lacouperie). En el mismo año, comenzó la excavación en la ciudad de Yin. A cuenta del excelente material de cultura de Yin-Shang, sus famosos 'huesos oráculos', por ejemplo, cuyas escrituras resulta el antecendete de la escritura china moderna usada hoy en día; ese acervo es generalmente considerado la “raíz de la civilización China”, bien dentro de los bordes de China, hoy Anyang, Henan.

Al final, las teorías de origen occidental fueron reemplazadas por lo que resultó una solución de compromiso: el origen dual de la civilización China. Esta visión promovía que la neolítica cultura oriental que migraba al oeste se encontró con la neolítica cultura occidental que migraba al este, y se fusionaron para formar los progenitores de los Shang. Esta teoría se mantuvo firme hasta los años '50.

Pero la arqueología china tomó un giro radical hacia un nacionalismo más extremo después de la fundación de la República Popular de China, en 1949, cuando, según las palabras del historiador James Leiold, “La comunidad científica China se cerró hacia adentro en sí misma”.

El nacionalismo y el autoritarismo requerían de evidencia arqueológica como prueba de que la civilización China se había desarrollado sin influencias externas. Tal como el arqueólogo de la Universidad Sichuan; y eventualmente un disidente, Tong Enzheng, escribió en su fascinante cronología de la politización del estudiantado entre 1949 y 1979: “Mao Zedong implementó una fime política anti-occidental después de 1949. Ya existiendo un anti-imperialismo (...) finalmente lo convirtió en un total anti-extranjerismo. Inevitablemente la arqueología China fue afectada”.

El maoísmo también requirió de la creencia que la civilización China se había desarrollado de acuerdo con “objetivas” leyes históricas marxistas, que evolucionó de una primitiva banda a una sociedad socialista organizada.

Los arqueólogos de la era Mao se esforzaron con el objetivo de usar sus descubrimientos para probar estas leyes, legitimando el statu-quo que imponía el líder. Tal como Xia Nia, el director del Instituto de arqueología, escribió en 1972, “Nosotros los arqueólogos debemos seguir la guía del Marxismo, el Leninismo y el pensamiento de Mao Zedong para, conscientemente, realizar la gran premisa de “hacer que el pasado sirva al presente”.”

No puede sorprender que durante la Revolución Cultural se mezclaron conceptos muy diversos, bajo títulos tan absurdos como “Usando las antigüedades guardadas en el templo de Confucio del país Qufu para criticar a Lin Biao”. Mientras tanto, la revolución llenó las publicaciones científicas con eslóganes políticos.

(N. de la R.: Qufu, donde se encuentra la tumba de Confucio, fue capital del estado de Lu durante el período Primaveras y Otoños, del 722 a.C. al 481 a. C. En cambio Lin Biao fue un colaborador de Mao Zedong, cayó en desgracia y murió en circunstancias misteriosas en 1971).

La tendencia ideológica ostensible desapareció de la labor científica en la era de la reforma posterior a 1978, pero permaneció el máximo objetivo de la arqueología China: armar el rompecabezas de la historia de la nación. El ejemplo mejor conocido de esos días es el proyecto de cronología de Xia-Shang-Zhou, directamente inspirado por los logros de la arqueología egipcia.

El consejero estatal Song Jian visitó Egipto en 1995 y quedó particularmente impresionado por una genealogía de faraones que llegaba hasta el 3er. milenio a.C. Esto lo impulsó a hacer campaña a favor de un proyecto, incluido en el 9no. Plan Quinquenal del gobierno, que les daría a las dinastías Chinas un registro comprobable y comparable. Movilizaría a casi 200 expertos por 5 años, con un presupuesto de casi US$ 1.500 millones. El Proyecto Cronología ha sido considerado el proyecto estatal más grande en el área de Humanidades desde 1773, cuando el emperador Qianlong comisionó el Siku Quanshu, una enciclopedia aproximadamente 20 veces más grande que la Britannica.

Algunos cuestionaron los motivos del Proyecto Cronología. Uno de los detractores más prominentes fue el historiador de la Universidad de Chicago, Edward L. Shaughnessy, quien se quejó: “Hay un deseo machista de empujar el registro histórico hasta el 3er. Milenio a.C., poniendo a China a la par con Egipto. Es más bien una urgencia política y nacionalista que resultado de la búsqueda de conocimiento”. Otros criticaron los métodos y resultados del Proyecto. El arqueólogo de Stanford, Li Liu, por ejemplo, discrepó con el hecho de que consideraba a Xia como un hecho histórico y le brindaba fechas fijas, cuando no hay evidencia arqueológica concreta de su existencia.

Pero el Proyecto también tiene defensores, tales como el antropólogo de Harvard, Yun Kuen Lee, quien señaló que “la relación intrínseca entre el estudio del pasado y el nacionalismo no necesariamente implica que el estudio del pasado es inherentemente corrupto”.

La utilidad de la arqueología en aumentar el orgullo nacional y su legitimidad, explicando y, hasta un punto, justificando su lenguaje, cultura y reclamo territorial, significa que la mayoría de las tradiciones arqueológicas tienen un impulso nacionalista detrás de ellos.

Por esto, en Israel, la arqueología se concentra en el período del Antiguo Testamento. En los países escandinavos, se concentra en la de los vikingos. “La pregunta importante que nos debemos hacer”, siguió diciendo Yun, “es si los científicos del Proyecto serán capaces de mantener su rigor científico”.

En alguna forma, la teoría actual de Sun es un resultado no intencional del rigor científico del Proyecto Cronología. En el lanzamiento del mismo, en 1996, él era un estudiante PhD. en el laboratorio de Radiación en la Universidad de Ciencia y Tecnología. De los aproximadamente 200 items de bronce de los que él era responsable de analizar, algunos vinieron de la ciudad de Yin. Él encontró que la radioactividad de los bronces de Yin-Shang tenían casi exactamente las mismas características que la de los bronces de Egipto, sugiriendo que los materiales vinieron del mismo lugar: Minas africanas.

Tal vez anticipándose a una seria controversia, el supervisor de Sun en el doctorado no le permitió que publicara su descubrimiento en aquel momento. A Sun se le pidió que entregara los datos y pasara a otro proyecto. Pero 20 años después del inicio de su investigación y ya ahora como profesor, Sun finalmente está listo para decir todo lo que sabe sobre Yin-Shang y la cultura de la Edad de Bronce.

Aunque el público mayormente recibió la teoría de Sun con mente abierta, su idea todavía permanece fuera del principal flujo académico. Desde los años '90, la mayoría de los arqueólogos chinos han aceptado que una buena parte de la tecnología de la Edad de Bronce de la nación vino de regiones fuera de China. Pero no se estudió ni imaginó que hubiese llegado directamente del Oriente Medio en el curso de una migración épica. El consenso más prosaico consiste en que la Edad de Bronce fue transmitida a China desde Asia Central por un lento proceso de intercambio cultural (comercio, tributo, dote) a través de la frontera norte, mediada por los pastores de la estepa Eurasiática quienes tienen contactos con grupos nativos en ambos regiones.

A pesar de esto, la fascinación con el antiguo Egipto parece poco probable que desaparezca en un tiempo cercano. Tal como mostró Xia-Shang-Zhou, el sentimiento tiene un tinte profundo y político en sus raíces. Éstos aparecieron en la pantalla otra vez durante la visita estatal del presidente Xi Jinping a Egipto en enero 2016 para conmemorar al 60º aniversario de las relaciones diplomáticas bilaterales.

Al llegar, Xi saludó al presidente egipcio Abdel Fattah el-Sisi con un proverbio egipcio: “Una vez que bebes del Nilo, estas destinado a volver”. Celebraron la antigüedad de sus 2 civilizaciones en una visita conjunta al templo Luxor.

Quedará por verse si la evidencia de Sun será incorporada al flujo político-arqueológico, para promover una fuerte y duradera relación cultural Sino-Egipcio. Pero si esto ocurre, el proverbio que Xi Jinping utilizó después de haber puesto pie en Egipto será extrañamente profético.