En línea con una tendencia mundial, la obesidad infantil sigue aumentando de manera acelerada en Argentina. Además del estigma, el estrés, la depresión y la baja autoestima que a menudo están relacionados, preocupa la salud futura de millones de infancias.
41% DE LAS INFANCIAS
Obesidad infantil, una preocupación creciente por el futuro
La obesidad pone a las infancias en mayor riesgo de presión arterial alta, enfermedades cardíacas, hepáticas, diabetes y múltiples complicaciones más.
En pocas palabras, la enfermedad pone a las personas en un mayor riesgo de presión arterial alta, enfermedades cardíacas, diabetes, enfermedades hepáticas y otras complicaciones múltiples.
El 41% de los niños, niñas y adolescentes de entre 5 y 17 años tiene sobrepeso y obesidad en Argentina, según la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS 2) de 2019, un estudio sobre patrones alimentarios de la población.
La obesidad fue estigmatizada durante mucho tiempo como un simple problema de elección personal y se creía que si las personas comían menos y realizaban más ejercicio, revertirían el problema.
Sin embargo, la evidencia científica precisa que, en realidad, es mucho más complejo: factores genéticos, fisiológicos, socioeconómicos y ambientales también contribuyen, enfatizan las nuevas pautas de la Academia Estadounidense de Pediatría.
En síntesis, un artículo de blog de Harvard resume que la obesidad está dada por factores tales como:
- Calorías y alimentos
El exceso de calorías y el consumo de alimentos poco saludables juegan un papel importante en el desarrollo de la obesidad, pero muchas familias no tienen fácil acceso a productos saludables, vegetales y frescos.
De hecho, para muchas infancias los únicos alimentos disponibles procesados y envasados bajos en nutrientes. Si existen los recursos, el ajetreo de la vida cotidiana impide dedicar tiempo y energía a la cocina.
- Ejercicio
Si bien también es cierto que el ejercicio regular ayuda a mantener a las infancias en un peso saludable, muchos viven en lugares donde no hay lugares seguros para jugar al aire libre o las actividades pagas son inaccesibles.
- Por otro lado, Harvard enumera otros factores influyentes como, por ejemplo, el aumento de peso materno o la diabetes gestacional que aumentan el riesgo incluso antes de que nazca un niño.
“Apenas estamos comenzando a comprender los factores genéticos, muchos de los cuales pueden verse afectados aún más por el entorno del niño. Hay formas en que el racismo sistémico y los factores socioeconómicos profundamente arraigados juegan un papel. En pocas palabras, la obesidad es complicada”, asevera Harvard.
En efecto, la institución señala que el mejor tratamiento basado en la evidencia científica se llama tratamiento intensivo de estilo de vida que implica asesoramiento multidisciplinario, basado en la familia sobre nutrición y actividad física, preferiblemente en su comunidad y conectado a los recursos disponibles.
Lamentablemente, esta clase de abordaje no está fácilmente disponible para la mayoría de las personas. Por eso, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) sugieren cuatro acciones que se pueden tomar:
- Tratar de modelar patrones de alimentación saludable.
- Encontrar formas de ayudar a los niños a moverse más, por ejemplo, a través del atletismo, el baile, los juegos y las tareas activas.
- Ayudar a las infancias para que logren dormir lo suficiente.
- Considerar formas de reemplazar el tiempo frente a pantalla.
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