La humanidad se está acercando rápidamente al punto en el que la contaminación lumínica imposibilitará las observaciones astronómicas. Las gigantescas constelaciones de satélites arruinan las imágenes del cielo y amenazan la posibilidad de nuevos descubrimientos.
En parte, se debe a SpaceX de Elon Musk, con más de 3.000 de los 5.000 satélites activos que orbitan la Tierra. Además, se han aprobado otros 12.000 lanzamientos de Starlink y SpaceX quiere otros 30.000 satélites de segunda generación cubriendo todo el mundo.
Los astrónomos dicen que el brillo artificial del cielo nocturno, llamado "skyglow" en inglés, se suma a la contaminación lumínica de las grandes ciudades y dificulta que se encuentren y estudien objetos distantes desde la Tierra, como galaxias tenues.
La luz artificial de los satélites proporciona al cielo nocturno un brillo adicional.
En todo el mundo, una de cada tres personas no puede ver la Vía Láctea por los cielos excesivamente iluminados y, cuatro de cada cinco, viven en pueblos y ciudades que emiten suficiente luz como para limitar su vista de las estrellas.
Cuando SpaceX lanzó los primeros 60 satélites Starlink en 2019, los astrónomos se sorprendieron de lo brillantes que eran y advirtieron que comenzarían a afectar la astronomía.
En 2020, la arqueóloga espacial de la Universidad australiana de Flinders, Alice Gorman, advirtió: “en un par de generaciones no quedará nadie vivo que recuerde el cielo nocturno antes de estos satélites”.
Sumado al problema actual, a cantidad de satélites en órbita podrían llegar a 100.000 para fines de la década, ya que cada vez es más barato fabricarlos y lanzarlos, según el astrónomo del gobierno australiano, Fred Watson.
“Hay un umbral de contaminación lumínica con el que las observaciones astronómicas pueden lidiar en un momento dado y eso es alrededor del 10%: un aumento del 10% en la luz o el brillo del cielo. Una vez que superamos ese punto de brillo del cielo, se vuelve prácticamente imposible hacer observaciones científicas", explicó a The Guardian Karlie Noon, astrónoma de la Universidad Nacional de Australia.
La autora de un artículo que se publicará el próximo año sobre el tema agregó que "este es el umbral [sobre el que] se construyen observatorios de miles de millones de dólares”.
Por su parte, la NASA también se ha mostrado preocupada, no solo por las potenciales colisiones orbitales debido al incremento de satélites, sino también por los reflejos de la luz que podrían interferir con sus propios satélites científicos.
Incluso podrían llegar a causar rayas en las imágenes del Telescopio Espacial Hubble y amenazan las posibilidades de encontrar un asteroide potencialmente peligroso para la Tierra.
A pesar de que estas megaconstelaciones de satélites ayudan a conectar el mundo a través de telecomunicaciones, existe muy poca regulación.
Los gobiernos deben prestar atención a medida que las corporaciones gigantes ingresan a la "fiebre del oro" satelital, advierten expertos consultados por The Guardian.
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