Lula da Silva es por 3ra. vez Presidente de Brasil

Lula da Silva consiguió así una reivindicación político-electoral con la que soñó cuando estaba preso y no pudo competir en 2018, y también cuando su heredera, Dilma Rousseff, fue tumbada por un insólito juicio político. Pero el camino por delante es arduo, complicadísimo aunque siempre es mejor ganar que perder.

Jair Bolsonaro sufre el llamado 'efecto Donald Trump'. Él es el 1er. Presidente que pierde la reelección (Trump no consiguió la reelección tal como le había sucedido a James Carter y a George Bush padre). El 31/12, fecha en la que termina oficialmente su mandato, marcará su salida del cargo, aunque no del escenario político.

Bolsonaro se mantuvo por detrás de su rival en las encuestas de intención de voto durante toda la contienda, pero mostró fortaleza en la 1ra. vuelta, quedando a 5 puntos porcentuales del PT en votos válidos (48,4% a 43,2%). Después de una campaña de 2da. vuelta feroz y sin grandes cambios en el estado de ánimo del electorado, el Presidente de derecha no pudo regresar.

La derrota de Bolsonaro desde el punto de vista electoral no significa, sin embargo, su fracaso en términos políticos. El Presidente sale fortalecido y ya es automáticamente considerado precandidato para suceder a Lula, en 2026, dada la consolidación del bolsonarismo, corriente que él mismo inició.

En cambio por la gobernación de Sao Paulo, Tarcísio de Freitas (Republicanos) le ganó por amplia diferencia a Fernando Haddad, el seguidor de Lula da Silva que se ignora por qué motivo éste le sigue concediendo opoortunidades cuando conoce su falta de carisma y la imposibilidad de que gane. En total son 12 estados en disputa. El PT no parece tener grandes candidatos, lo que exhibe su falta de renovación. Ejemplo de esto es el propio Lula da Silva, a quien le costó muchísimo imponerse a Bolsonaro, y deberá promover una renovación o refundación profunda del PT.

En definitiva, el exministro Tarcísio de Freitas (republicanos), de 47 años, fue elegido nuevo gobernador del estado de São Paulo, derrotando a Fernando Haddad (PT) y poniendo fin a casi 30 años de hegemonía del PSDB en el Palácio dos Bandeirantes..

La candidatura de Tarcísio fue patrocinada por el presidente Jair Bolsonaro (PL), quien nombró a su asistente en la cartera de Infraestructura para postularse en São Paulo, a pesar de que el exministro nació en Río de Janeiro y vivía en Brasilia.

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El momento en que Lula da Silva se volvió inalcanzable ya para Jair Bolsonaro.

Ahora hay varios desafíos enormes por delante:

• Que Bolsonaro acepte su derrota,
• Asegurar una transición ordenada hasta la toma del poder,
• Lograr la gobernabilidad cuando las fuerzas de Bolsonaro son mayores a las de Lula de Silva en el Legislativo y en las gobernaciones,
• Impedir excesos de ambos lados, en un Brasil muy dividido, casi en mitades iguales.

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Cómputo final.

Brasil emerge de los años de Bolsonaro sufriendo un incremento de las diferencias domésticas ya visibles en los días de Dilma Rousseff, la heredera de Lula da Silva que cayó en un impeachement o juicio político del que participaron aliados de Lula da Silva de una coalición gobernante que terminó atentando contra sí misma. ¿Cómo construirá ahora una coalición confiable Lula da Silva? Al final de cuentas, él realizó varios compromisos importantes para este balotaje.

En este balotaje, el resultado coincide con el anticipado por las encuestadores más confiables, las mismas que habían errado en la 1ra. vuelta, creyendo que Lula da Silva podría ganar pero le faltaron 2 puntos porcentuales.

Es para destacar el comportamiento de Jair Bolsonaro, cuyas fuerzas parecían derrotadas al iniciar el período electoral y terminó no sólo forzando un balotaje sino creando la duda acerca de quién ganaría en Brasil.

Cuando Lula, de 77 años, asuma el cargo en enero 2023, será el jefe del Ejecutivo de mayor edad en la historia de Brasil. Será su 3er. paso por el gobierno, que lideró ya en 2 mandatos (2003-2010).

Después de la muy inusual campaña de 2018, cuando Lula da Silva no pudo presentarse por encontrarse en prisión (Operación Lava Jato) y los brasileños eligieron a un oscuro diputado federal con un discurso de extrema derecha (Jair Bolsonaro) como reacción a la implosión del sistema tradicional de partidos, en 2022 la mayoría del electorado buscó refugio en un dirigente conocido.

De hecho, Lula pasó la jornada electoral vendiendo la idea de un regreso al pasado, cuando la economía mundial es diferente a aquella, favorable a Brasil.

Los diversos escándalos de corrupción asociados a su partido, el PT, han mantenido alto su rechazo o imagen negativa, por encima del 40%, pero el carácter plebiscitario de la elección fue peor para Bolsonaro, que siempre registró al menos el 50% del disgusto de los votantes, con un pésimo desempeño en la pandemia de Covid-19 y objetivamente los pobres hoy día son más que en los días de Lula da Silva.

El candidato del PT no quiso apostar por soluciones estructurales a problemas centrales, que también son inexistentes en la retórica radical de Bolsonaro, quien pasó todo su mandato en una escalada autoritaria que culminó en ataques contra el sistema electoral que lo generó. Insólito.

Desde 2020, se ha hablado abiertamente sobre el complot golpista del actual Presidente y qué apoyo podría obtener, llegando incluso a inusuales manifestaciones estadounidenses a favor de la democracia brasileña.

La gobernabilidad de Brasil es un enorme desafío por delante.

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