Ejemplar UK: Progreactivistas condenados por vandalizar a van Gogh

Phoebe Plummer, de 23 años, fue sentenciada a 2 años de prisión por causar daños estimados en £ 10,000 al marco de la obra de arte en la Galería Nacional de Londres en 2022, según supo The Guardian.

Y su coacusada, Anna Holland, de 22 años, recibió 20 meses de prisión por el mismo delito, pero sólo cumplirá la mitad de su condena por su “acción idiota”, en palabras del juez Christopher Hehir en el tribunal de la corona de Southwark.

"Ustedes dos simplemente no tenían derecho a hacer lo que le hicieron a Sunflowers, y su arrogancia al pensar lo contrario merece la más enérgica condena. Ustedes dos estuvieron a punto de dañar irreparablemente o incluso destruir este tesoro invaluable, y eso debe reflejarse en las sentencias que dicte”.

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En 2022, estos activistas medioambientales, con una alarmante limitación cultural e histórica, arrojaron dos latas de sopa Heinz sobre una de las obras más famosas de Van Gogh, antes de pegarse a la pared debajo de ella. El ataque culminó con la destrucción del cristal protector y del marco del eximio cuadro.

La creciente tendencia de los ataques ecologistas contra obras maestras preocupa a varias naciones europeas. Italia, cuna cultural, es la que más sufre la insensatez del actual activismo climático. La fuente Barcaccia en Piazza di Spagna esculpida por Gian Lorenzo Bernini, La Fontana Di Trevi esculpida por Nicola Salvi y la fachada del histórico Palazzo Vecchio fueron una de sus últimas víctimas.

Prevé sanciones en caso de "destrucción, dispersión, deterioro, desfiguración, ensuciamiento y uso ilícito de bienes culturales o paisajísticos" de hasta 60.000 euros y prisión hasta 5 años.

Delirio de grandeza

Sea por amor, ideales, delirio o por mera búsqueda de atención y deseos vanidosos de pasar a la posteridad, individuos imberbes e insensatos se abocan a la destrucción del patrimonio cultural mundial. Esta creciente tendencia peligrosa en todo el orbe pone en riesgo la existencia de valiosos legados culturales y maravillas del mundo.

Phoebe Plummer, antes de ser condenada, pronunció un discurso en el que se atrevió a equipararse con Emeline Pankhurst, Mahatma Gandhi y Nelson Mandela; ejemplos de personas que fueron criminalizadas mientras luchaban por la justicia.

“Tomé esas decisiones porque creo que la resistencia civil no violenta es la mejor herramienta, si no la única, que tienen las personas para lograr el cambio rápido necesario para proteger la vida de la emergencia climática que se acelera y de las decisiones políticas que se están tomando que echan leña al fuego y nos condenan a todos a un futuro catastrófico”, defendió.

Según Plummer, la destrucción de las pinturas y las irrupciones a los museos es una “resistencia civil no violenta”. Sus declaraciones pretenden justificar la vandalización de las obras artísticas en un intento por “equilibrar” la balanza con los desastres naturales a manos del hombre y, de ese modo revertir, el sistema mundial.

Sin embargo, sus actos delirantes se revelan inútiles. Tras sus ataques, el orden mundial no ha cambiado. Lejos de ser un acto heroico, lo único que logran es cosechar el odio de millones y desacreditar al genuino movimiento climático, reduciéndolo a un activismo ideológico e inmaduro.

Al atacar estos tesoros únicos de la humanidad difícilmente logren legitimar su causa, por más noble que sea. Desesperados, alegan que es la mejor estrategia para concientizar al mayor público posible sobre la inminente muerte del planeta. Pero es una conducta extrema que omite pensar en otras formas de concientización más efectivas.

¿Qué culpa tiene Van Gogh del actual orden mundial codicioso, corrupto e indiferente ante el desastre ecológico? En lugar de destruir, ¿no sería más fructífero alentar el diálogo entre el arte y medio ambiente (land art) y concebir ingeniosas obras que denuncien el ecocidio?

La ejemplar sentencia en UK no solo es un acto de justicia sino una defensa del patrimonio cultural. Una similar condena podrían sufrir dos compañeros ecologistas de Plummer de Just Stop Oil que atacaron a martillazos en noviembre de 2023 la pintura 'Venus del espejo' de Diego Velázquez en el mismo museo donde estaba exhibido "Girasoles" de van Gogh.

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