El presidente francés Emmanuel Macron está de visita en la Polinesia francesa -ubicada al sur del océano Pacífico-, país compuesto por 118 islas y atolonoes de los cuales 67 están habitados. La visita se produce en un contexto de manifestaciones contra los cerca de 200 ensayos nucleares que Francia realizó en Tahití, principal isla del país, entre 1966 y 1996, lo que expuso a los habitantes a altos niveles de radiactividad. Al llegar a Manihi, un atolón de las Tuamotu, parte de la Polinesia francesa situado al noroeste del archipipelago, Macron protagonizó un blooper increíble.
En la Polinesia francesa existe la costumbre de honrar a los recién llegados colocándoles collares de flores sobre el cuello, una muestra de respeto y ofrenda de paz. Pero a medida que avanzaba la visita de Macron en el lugar, el presidente iba acumulando más y más collares hasta que finalmente sus guardaespaldas tuvieron que asistirlo porque se había quedado enredado entre tantos collares.
El viaje de Macron tiene el fin de reforzar vínculos con las antiguas colonias francesas de la región. Es el primer viaje del mandatario a esta zona desde el inicio de la pandemia.
En 2016, el entonces presidente francés François Hollande reconoció el impacto medioambiental que tuvieron los ensayos nucleares llevados a cabo por Francia en la Polinesia entre 1966 y 1996, afectando a los ciudadanos del lugar.
Hollande reconoció el derecho de reparación de los habitantes, que hasta hoy no ha llegado.
La Seguridad Social del país reclama al Estado francés cerca de 670 millones de euros en concepto de reembolso por los tratamientos de las enfermedades que se han ido derivando de las radiaciones a las que estuvieron expuestos alrededor de 110.000 personas, lo que supone casi la totalidad de la población de los archipiélagos en la época en la que fueron realizados estos ensayos.