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El suicidio no es la solución

Hay personas que por depresión o desesperación empiezan a tener ideas y pensamientos ligados con la muerte. Es bueno saber los signos de alerta y qué hacer para evitar una tragedia. Una decisión terminal puede arruinar para siempre la vida de los seres más queridos.

El suicidio es el acto de quitarse la propia vida. Hay personas que por depresión o desesperación empiezan a tener ideas y pensamientos suicidas. Es bueno saber los signos de alerta y qué hacer para evitar una tragedia.

Muchas veces las apariencias engañan y alguien que parecía feliz se suicida. Otras veces, es alguien que estaba deprimido y su respuesta ante la vida es acabar con ella porque hay circunstancias que no puede controlar o soportar.

Según un trabajo que publica el sitio, Vida y Salud, el suicidio, los pensamientos y las acciones suicidas son reacciones ante situaciones estresantes de la vida. Por lo general ocurre en medio de una crisis, en ocasiones durante un episodio de intoxicación o drogas. Es un momento trágico, pero lo bueno, es que se puede prevenir.

Si alguien muestra ideas de quitarte la vida, vale hablar con alguien sobre lo que sucede. Es necesario buscar ayuda. El diálogo recupera la perspectiva frente la vida y a entender que el suicidio no es la solución.

Bien vale aprender a identificar los signos de alerta para buscar la salida. Muchos indicadores se pierden por desconocimiento saber cuáles son harán la diferencia entre la vida y la muerte.

Algunos de ellos llevan a descubrir quienes están al borde de un camino sin retorno. Hablar del suicidio usando frases como “me quiero morir”, “me quiero matar”, “ojalá estuviera muerto”, “preferiría no haber nacido”.

Buscar elementos para cometer el suicidio, como armas o pastillas. Cambios de ánimo drásticos y recurrentes. Aislarse de los demás y querer estar solo. Sentirse muy deprimido o desesperado. Aumento del uso de drogas y/o alcohol.
 
Otra señal, la más corriente, es regalar objetos personales o despedirse de las personas como si nunca las fuera a volver a ver. Cambiar las rutinas diarias como el horario de las comidas o de dormir. Volverse muy extrovertido o muy tímido de repente. Practicar comportamientos autodestructivos como el uso de drogas o manejar sin precaución. Presentar comportamientos “para-suicidas”, es decir, que no causan la muerte pero si causan daño.

Hay estudios que sugieren que el suicidio tiene un componente genético. Es decir que si en una familia alguien se suicidó, es probable que la tendencia a pensamientos sobre acciones suicidas sea más alta. Por esas razones es importante actuar de inmediato, buscando ayuda profesional para poder recibir tratamiento y evitar un desenlace trágico.

Lo positivo frente a cuadros de depresiones terminales compensa la falta de optimismo. Recordar que la vida da oportunidades y soluciones sirve cuando el afectado está al límite. El suicidio puede arruinar para siempre la vida de los seres más queridos.

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