Con el objetivo de cumplir con las exigencias del Fondo Monetario Internacional (FMI) de cara a la revisión de julio, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) lanzó un nuevo paquete de medidas orientadas a consolidar el régimen de control de los agregados monetarios, robustecer las reservas internacionales y contener la inflación en un contexto de estabilización cambiaria.
El paquete incluye dos ejes clave: nueva licitación de REPOs con bancos internacionales y emisión de bonos del Tesoro en dólares, orientados a captar fondos frescos y estabilizar el frente financiero sin apelar a emisión monetaria. Ambos movimientos buscan enviar una señal clara al FMI: Argentina avanza hacia un esquema monetario ordenado, sin sobresaltos y con menor dependencia del financiamiento monetario.
Nuevo REPO: hasta US$2.000 millones
Tras la primera colocación en diciembre pasado por US$1.000 millones, el BCRA confirmó una segunda licitación del programa de repos con bancos internacionales. La nueva operación, prevista para el 11 de junio de 2025, contempla una ampliación de hasta US$2.000 millones, bajo el mismo esquema de recompra a plazo.
Este instrumento permite inyectar divisas en el corto plazo a cambio de garantías (generalmente bonos soberanos), sin comprometer reservas netas de manera permanente. A la vez, fortalece la posición del BCRA en el mercado cambiario, apuntalando el ancla nominal que representa el tipo de cambio oficial.
Nuevas licitaciones de bonos en dólares
En paralelo, la Secretaría de Finanzas anunció que incorporará al cronograma de licitaciones de 2025 la opción de suscripción directa en dólares, exclusiva para colocaciones con vencimientos superiores a un año, con un tope de US$1.000 millones mensuales. El mecanismo estará disponible desde junio de 2025 y apunta a captar ahorro externo sin generar presión sobre el mercado local.
Como parte de la flexibilización, se eliminarán los plazos mínimos de permanencia para inversores no residentes que operen a través del Mercado Libre de Cambios (MLC) o en licitaciones primarias con vencimientos mayores a seis meses, lo cual apunta a incentivar el ingreso de capitales financieros en un contexto de estabilidad cambiaria.
Reducción de pasivos y retiro de las LEFI
El BCRA también avanzó en la consolidación de un régimen monetario basado exclusivamente en el control de agregados monetarios, despegándose del antiguo esquema de metas de tasa de interés. En esa línea, anunció una recompra de puts sobre títulos del Tesoro en poder de bancos, a ejecutarse el 10 de junio de 2025, complementando la operación del 18 de julio del año anterior. Esto implica una menor exposición a emisiones contingentes y refuerza el objetivo de reducción de la inflación núcleo.
En simultáneo, el Central dejará de ofrecer Letras Fiscales de Liquidez (LEFI), cuyo vencimiento está previsto para el 17 de julio de 2025. Estas letras habían sido utilizadas como un instrumento transitorio para absorber excedente monetario, pero su persistencia terminó generando distorsiones: tasas predeterminadas, colocaciones sin cotización y nula profundidad de mercado.
A partir de ahora, esos saldos deberán canalizarse hacia activos con mayor conexión con la economía real.
BOPREAL y encajes
También se anunció una nueva Serie 4 del BOPREAL, apuntada a empresas con deudas externas por dividendos o importaciones previas al 12 de diciembre de 2023. La primera licitación será el 18 de junio de 2025, bajo condiciones similares a emisiones anteriores.
Finalmente, se adelantó un ajuste en la política de encajes bancarios, orientado a eliminar disparidades en los coeficientes mínimos de efectivo. El objetivo es unificar exigencias según la remuneración de las cuentas, eliminando beneficios asimétricos y reforzando el anclaje monetario. Esto apunta, además, a encarecer el crédito al consumo y desalentar el sobreapalancamiento, una de las causas de la volatilidad macro que el Gobierno busca evitar.
El fin de la tasa de referencia
En un cambio conceptual de fondo, el BCRA abandonará la lógica de "tasa de interés como instrumento" y avanzará hacia un esquema donde la tasa resulte del equilibrio entre oferta y demanda de dinero, en línea con un modelo clásico de control de agregados monetarios.
Este rediseño institucional, que supone mayor previsibilidad monetaria y menor intervención discrecional, busca acelerar la desinflación y garantizar consistencia con las metas fiscales pactadas con el FMI.
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